La muerte de Fidel Castro ocurrió el mismo día en que se celebraban los 60 años desde la partida del yate Granma, en el que junto a un grupo de exiliados salió desde México, para desembarcar en Cuba el 2 de diciembre de 1956, lo que marcó el inicio de las luchas guerrilleras que culminarían con el triunfo de la revolución en 1959.
El deceso del líder de 90 años ha marcado el fin de una era en la historia cubana, pero seguramente sus discursos continuarán ejerciendo influencia política. No es fácil analizar la vida y la acción de los dictadores, porque tienen la característica de ser idolatrados por sus seguidores y odiados por sus enemigos y perseguidos. De hecho, Fidel Castro -quien visitó Chile en 1971- ha sido prácticamente venerado durante más de medio siglo por la izquierda, que toma como modelo la imposición con voluntad de acero de su sistema político sin oposición, y de una economía estatal cerrada que, no obstante satisfacer algunas necesidades básicas de los ciudadanos, genera pocas expectativas de desarrollo y progreso.
Poco después de asumir el control de Cuba, cortó relaciones con EE.UU. y buscó el apoyo económico y militar de la Unión Soviética, implantando el socialismo y asumiendo el compromiso de extenderlo desde la isla al resto del continente, a través de la guerrilla. Gobernó con muy poca tolerancia hacia la disidencia, lo que llevó al exilio a cientos de miles de cubanos, gran parte de los cuales se instalaron en Miami.
Su precaria salud lo obligó en 2006 a traspasar el poder a Raúl, su hermano menor. Más tarde renunció a la presidencia y fue desapareciendo gradualmente de la vida política. El nuevo líder inició una serie de cambios y comenzó un proceso lento de apertura hacia el mundo, e incluso inició el acercamiento con Estados Unidos, poniendo fin a las hostilidades, mientras ese país levantó el bloqueo económico.
Terminada esta era, la segunda etapa de la revolución queda definitivamente en manos de su hermano Raúl, quien tiene la urgente tarea de mejorar las expectativas de los cubanos y una imagen internacional cuestionada, por las múltiples denuncias de violaciones a los derechos humanos.