Secciones

& f en el delta

Andrés Ehrenhaus, un hombre de letras y lenguas

Traductor y escritor, el argentino Andrés Ehrenhaus estuvo de paso en la última Feria del Libro de Santiago, donde presentó "El hombre de lenguas" (Lom), un libro de once afables relatos que forma parte de la colección "Cuentos en tono de humor", un repertorio reunido por su colega y compatriota Jorge Fondebrider, quien además listó otros alegres títulos de Pirandello, Bulgakov y Machado de Assis.
E-mail Compartir

Ehrenhaus es escritor y traductor y en argentina impulsa dos proyectos de ley de protección a los traductores.

Andrés Ehrenhaus vive desde 1976 en Barcelona, lugar al que llegó desde su natal Buenos Aires huyendo de los días negros de la dictadura militar. Ha traducido del inglés al castellano a un egregio grupo de autores, entre los que figuran Shakespeare, Marlowe y Lewis Carroll. Su oficio de traductor se lo toma muy a pecho, tanto así que redactó e impulsa dos proyectos de Ley de Protección de la Traducción en Argentina.

Su faceta de escritor la comenzó en 1993 con el libro de cuentos "Subir arriba", un volumen al que siguió "El futuro es esto", "Monogatari", "La seriedad" y "Un obús cayendo despedaza", relatos donde luce una capacidad de imaginar narraciones mordaces y delirantes, deliciosamente absurdas, donde las palabras levantan el estandarte de lo incorrecto, torciéndole el pescuezo a la gramática.

En "El hombre de lenguas" (Lom), un libro de once cuentos que vino a presentar a la Feria del Libro de Santiago, hay pistas de patinaje, temas áulicos, pescadores y espíritus reencarnados que se dan cita junto a santones y genios volantes. Ehrenhaus hilvana con gozo hechos policiales y paranoias de zombies, pichangas entre iraníes y judíos, además de un melancólico diálogo entre dos desconocidos.

Enjambre de sonidos

-¿Dónde naciste, cómo fue tu infancia?

-Nací en Buenos Aires, en el seno de una familia pequeño burguesa. Mi padre era músico clásico, mi madre profesora de inglés. Tuve una infancia sin mayores sobresaltos, creo. Dicen que era muy fantasioso, no sé si para bien o para mal.

-Leí por ahí que en tu familia se hablaba más de un idioma. ¿Cómo era eso?

-Mi padre era alemán, de padres alemanes, pero de regiones muy distintas. Mi madre nació en Milán, de padres sirios (mis abuelos eran de Damasco). Durante la guerra se tuvieron que trasladar a Manchester, porque eran judíos, y mi madre se crió ahí. En casa se hablaban y escuchaban muchos idiomas. Además, tengo o tenía tías griegas, polacas… un enjambre de sonidos.

-¿Qué querías hacer al salir del colegio?

-Estudié Medicina, tres años, aunque todo el mundo pensaba que iba para arquitecto o pintor, porque dibujaba muy bien. Después me tuve que ir y todo cambió.

-Cuéntame de tu partida a los 20 años de edad desde Buenos Aires a Europa.

-Yo había empezado a militar en la izquierda en el colegio secundario y de ahí pasé a instancias más serias, pero en la peor época de la represión ya me había apartado de las organizaciones por diversos cuestionamientos. Sin embargo, eso no garantizaba la seguridad personal, sino más bien lo contrario, porque te tenían fichado y no estabas encuadrado en ninguna estructura. Fueron años terribles, murieron muchos amigos, desaparecieron otros y finalmente mi novia y yo decidimos irnos. Ella ya tenía un hermano desaparecido por entonces.

A barcelona en barco

Cuenta que llegó al puerto español sin saber muy bien a dónde iban ni cómo era la situación allí. El asunto era partir a lugares donde hubiesen amigos y referentes, y como varios compañeros de la secundaria habían llegado a Barcelona, allí recaló. "Recuerdo que al principio estábamos convencidos de que en dos o tres años volveríamos, esta vez para ganarles a los milicos y construir la patria socialista. Pero la realidad fue muy otra. Los que volvieron no duraron apenas nada y el flujo de exiliados aumentaba día a día. Al final tuvieron que pasar siete años para que los militares perdieran la guerra de las Malvinas y volviera la democracia. Yo fui, como todos, a ver si volvía. Muchos lo hicieron, yo no. Tenía una hija ya y mucho camino hecho, bastantes cosas a medias en Barcelona como para dejarlo todo otra vez y cruzar el charco. Me quedé, hasta ahora. Estoy contento, pero imagino que también lo estaría de haber vuelto. Es lo que uno aprende al irse", explica.

No ha perdido contacto con la Argentina y trata de viajar dos veces al año, en especial para la primavera porteña que lo place. "Y sí, siento lazos muy fuertes, casi diría irrompibles, con el lugar de mi infancia. Soy claramente un argentino que no necesita dejar de serlo para vivir dignamente en España", resume. Sobre su habla porteña dice que no la pierde "ni a palos".

Escribir y traducir

Debido a que su madre le habló en inglés desde la cuna, él y su hermana son bilingües. Y aunque se ha dedicado mayormente a la traducción desde el inglés al castellano, también traduce desde el francés, "la lengua franca de mis abuelos árabes", aclara.

-¿Cuándo te comenzaste a interesar por la literatura y la traducción?

-Por la literatura, desde que leo. Había muchos libros en casa, de todo tipo. Y mis padres eran traductores y editores aficionados, así que eso estaba en el aire.

-¿Cuál fue tu primera traducción?

-La primera, que fue la primera pagada, fue una ridícula traducción de una transcripción de unos cursos de Lacan que hice para un psicoanalista argentino conocido de mi madre. Debió de resultar tan desastrosa y confusa que le habrá sonado a Lacan puro. El tipo me pagó una miseria, eso sí.

-¿Cuál fue el primer libro que escribiste?

-Una novela muy loca de un futbolista argentino que está jugando en Qatar, o un país por el estilo, y por un capricho del azar se convierte en el jeque y cabecilla de una revolución nacional. La idea era buena, pero yo no tenía ni idea de cómo escribirla, ni paciencia.

-¿Y el primero que publicaste?

-El primero que publiqué fue un libro de cuentos que se titulaba "Subir arriba". Es divertido porque el corrector gramatical se empeña en borrar o corregir el título, no lo soporta.

-Has escrito más relatos que novelas, ¿te acomoda más ese formato? ¿Cómo fue la escritura de tu novela "Tratar a Fang Lo"?

-Me salen mejor los cuentos, se arman casi solos y se cierran totalmente por su cuenta. Yo intervengo poco, me puedo dedicar a jorobar con el lenguaje. La experiencia de Fang Lo fue muy buena, muy sufrida de a ratos y divertida otros, pero no sé si puedo decir que domino el género después de eso. Tal vez no haya que dominarlo, ¿verdad?

-¿Es el humor algo que siempre está presente en tus relatos?

-Se ve que vino conmigo. Es lo que te decía, que era muy fantasioso ya de chiquito. Parece que las maestras estaban espantadas con mis dibujos, les parecían macabros. Yo creo que exageraban, que hay que dejar salir al monstruo para que se ventile y domestique de vez en cuando.

-¿Cuál crees que es el placer que producen los juegos de palabras?

-Yo suelo decir que es el placer de la venganza del traductor, que está obligado a la hipercorrección y la obsecuencia por la norma. Al demonio con eso.

-Háblame sobre tu oficio de traductor y tu faceta de colegiado.

-Me lo tomo muy en serio. Pero eso no quiere decir que no me divierta o busque divertirme. En cuanto a lo de colegiado, imagino que te refieres a la militancia gremial... es que en España no hay colegios y en Argentina son un poco el pasado, la casta que trata de conservar algo que nunca tuvo, porque son traductores públicos, no literarios. Y sí, llevo muchos años en eso. Ahora mucho más metido en la realidad argentina, porque creo que llegó la hora de que devuelva algo de la experiencia que acumulé en España. Uno tiene que ofrecer lo que puede dar, no lo que querría pero no tiene.

-¿Cuáles son las principales luchas que dan como traductores?

Ahora estamos a fondo con un proyecto de ley de protección de los traductores autorales, es decir, los que generamos derechos de autor. Es muy difícil que salga, porque hay lobbies editoriales en contra y poco interés político, pero la lucha no nos la quita nadie. El objetivo es tan evidente que da vergüenza decirlo: que el traductor pueda vivir dignamente de su trabajo. Nada más, pero nada menos.

-Cuando tienes la posibilidad de escoger algún libro para traducir, ¿qué guía tu elección?

-Escojo poco, propongo poco. Prefiero que me sorprendan. Pero últimamente me puedo permitir rechazar los bodrios. Y refiero la poesía, o el humor, o ambas cosas juntas. Dan más satisfacciones.

-¿Cuáles han sido los autores que más te ha gustado traducir?

-Bueno, tendría que decir que Shakespeare, y por qué no, es un autorazo. Un innovador, un salvaje, pero también un tipo con principios formales. Lennon y Carroll también me gustaron mucho, aunque me dieron más trabajo.

-¿Y los que menos?

Lo peor son los libros de divulgación, la gente que escribe con la pretensión de que se lea fácil. Traducir eso para mí es un sufrimiento.

-¿En qué proyectos como escritor y traductor estás actualmente?

-Como traductor espero poder tomarme un descanso. Quiero terminar una novela en endecasílabos que empecé, y dejé, hace más de un año.

Andrés ehrenhaus siempre ha vivido en barcelona.


Plomo, dinero y seda

"Si hay algo que admiro en ella son sus piernas. Las admiro mucho. Incluso podría decir que me enloquecen. Es lo que se dice, ¿no? Me vuelven loco. ¡Qué piernas! Sí, señor. Sus piernas son un sueño y, al mismo tiempo, un suceso de la más cruda actualidad. Yo no es que las vea: cuando aparecen en pantalla, mis ojos chocan con ellas. Siempre aparecen en pantalla, y siempre choco con ellas. ¡Qué piernas! Para que vean que no miento, los invito a sentarse conmigo frente al televisor. Ella es la presentadora de las noticias del mediodía. ¿Y qué hora es? El mediodía".

"Yuyo Gálvez no es equilibrista pero ha vivido siempre en la cuerda floja. Entre un pasado tan deslucido como glorioso y un futuro que a lo sumo será un palo de circo al que agarrarse, lo más sólido que tiene bajo sus pies es esa cuerda. Yuyo Gálvez es el sujeto fiscal que hizo un lote con sus amigos, los metió en un camión y, los vendió. Actuó así más por reestablecer cierto equilibrio que por un interés privado: amigos le sobraban, y le siguen sobrando; dinero, en cambio, siempre le faltó. Incluso le falta cuando lo tiene. En manos de Yuyo, el dinero pierde valor. No por un proceso inflacionario, ni porque lo abrumen las deudas, que, si bien las tiene -incluso conmigo- son sin embargo leves y en cierto modo, lo aguantan en el aire. No. El dinero pierde valor en sus manos por un proceso, digamos, sicofísico, por una alquimia invertida que no me veo en condiciones de explicar. Yuyo Gálvez es un transformador de oro en zinc. En plomo no, porque se caería".

"Legrón se dio vuelta y vio en efecto como se acercaba a paso incierto una señorita vestida para cualquier otra ocasión que esa, transitando el inexistente sendero que separaba el firme asfaltado de una acequia poblada de cañas. Flacman, con la automaticidad del que maneja el timón, la había divisado unos veinte metros antes de pasar de largo sin atender de entrada a la intuición de extrañamiento que la Gestalt de la silueta le había producido. Porque, ¿qué hacía esa imprecisa persona en ese impreciso lugar? Las cosas como son: uno reacciona casi siempre con treinta segundos de retraso. Sólo los iluminados o los persecutti tienen pronta la respuesta antes de que el suceso la reclame. Así que Flacman avisó con el guiño derecho que paraba y se arrimó al costadillo, ahí donde, como ya dije antes y le advirtiera Legrón, no había sitio para nada ni nadie. Por eso seguramente la señorita no tuvo más remedio que pegarse al coche y asomar la cara por la ventana abierta del acompañante. Pero no le gustó lo que vio y se enderezó al toque. Dos tipos en un coche no muy reluciente que digamos en una carretera del fin del delta. Pasó un instante. Ellos sólo veían la pechera de una blusa quizás de raso o seda, demasiado elegante para estar al borde de las cañas, y los botones de una chaquetita ligera de salir de noche".


"El hombre de lenguas"

Andrés Ehrenhaus

Lom Ediciones

204 páginas

$ 9.000

paulo slachevsky

Por Amelia Carvallo

"Siento lazos muy fuertes con el lugar de mi infancia. Soy claramente un argentino que no necesita dejar de serlo para vivir dignamente en España".

"Me salen mejor los cuentos, se arman casi solos y se cierran totalmente por su cuenta. Yo intervengo poco, me puedo dedicar a jorobar con el lenguaje".

Tres adelantos del libro del libro de cuentos "El hombre de lenguas", de Andrés Ehrenhaus.

encontacto

E-mail Compartir

@ex_xikon

Con estos días de calor, afloran hartas bellezas por las calles de Osorno

@Roberto38915822

capiando la calor en la cima del volcan osorno

@PedroGarciaRuth

en osorno estos días todos sopiaos con el calor uffff

@Osorno_cl

Ola de calor en el sur de Chile: Temperaturas llegan a los 30°C en Osorno

@Pamevaru

No será musho? Me estoy asando #osorno #calor

@austral_osorno

Prohíben quemas en faenas agrícolas debido al calor en Los Lagos

@moniquitag

Y se nos viene el segundo día de #Calor en #Osorno #SanPablo ya hay 12 grados #UFFFF

@monluztrella

Ahora que empezó el calor podrían cortar este pastizal, @muni_osorno ¿o van a esperar a que se queme por cuarto año consecutivo?

@karopekas10

Calor en Osorno: 30,3 grados fue la máxima de este lunes

& f en el delta

Andrés Ehrenhaus, un hombre de letras y lenguas

Traductor y escritor, el argentino Andrés Ehrenhaus estuvo de paso en la última Feria del Libro de Santiago, donde presentó "El hombre de lenguas" (Lom), un libro de once afables relatos que forma parte de la colección "Cuentos en tono de humor", un repertorio reunido por su colega y compatriota Jorge Fondebrider, quien además listó otros alegres títulos de Pirandello, Bulgakov y Machado de Assis.
E-mail Compartir

Ehrenhaus es escritor y traductor y en argentina impulsa dos proyectos de ley de protección a los traductores.

Andrés Ehrenhaus vive desde 1976 en Barcelona, lugar al que llegó desde su natal Buenos Aires huyendo de los días negros de la dictadura militar. Ha traducido del inglés al castellano a un egregio grupo de autores, entre los que figuran Shakespeare, Marlowe y Lewis Carroll. Su oficio de traductor se lo toma muy a pecho, tanto así que redactó e impulsa dos proyectos de Ley de Protección de la Traducción en Argentina.

Su faceta de escritor la comenzó en 1993 con el libro de cuentos "Subir arriba", un volumen al que siguió "El futuro es esto", "Monogatari", "La seriedad" y "Un obús cayendo despedaza", relatos donde luce una capacidad de imaginar narraciones mordaces y delirantes, deliciosamente absurdas, donde las palabras levantan el estandarte de lo incorrecto, torciéndole el pescuezo a la gramática.

En "El hombre de lenguas" (Lom), un libro de once cuentos que vino a presentar a la Feria del Libro de Santiago, hay pistas de patinaje, temas áulicos, pescadores y espíritus reencarnados que se dan cita junto a santones y genios volantes. Ehrenhaus hilvana con gozo hechos policiales y paranoias de zombies, pichangas entre iraníes y judíos, además de un melancólico diálogo entre dos desconocidos.

Enjambre de sonidos

-¿Dónde naciste, cómo fue tu infancia?

-Nací en Buenos Aires, en el seno de una familia pequeño burguesa. Mi padre era músico clásico, mi madre profesora de inglés. Tuve una infancia sin mayores sobresaltos, creo. Dicen que era muy fantasioso, no sé si para bien o para mal.

-Leí por ahí que en tu familia se hablaba más de un idioma. ¿Cómo era eso?

-Mi padre era alemán, de padres alemanes, pero de regiones muy distintas. Mi madre nació en Milán, de padres sirios (mis abuelos eran de Damasco). Durante la guerra se tuvieron que trasladar a Manchester, porque eran judíos, y mi madre se crió ahí. En casa se hablaban y escuchaban muchos idiomas. Además, tengo o tenía tías griegas, polacas… un enjambre de sonidos.

-¿Qué querías hacer al salir del colegio?

-Estudié Medicina, tres años, aunque todo el mundo pensaba que iba para arquitecto o pintor, porque dibujaba muy bien. Después me tuve que ir y todo cambió.

-Cuéntame de tu partida a los 20 años de edad desde Buenos Aires a Europa.

-Yo había empezado a militar en la izquierda en el colegio secundario y de ahí pasé a instancias más serias, pero en la peor época de la represión ya me había apartado de las organizaciones por diversos cuestionamientos. Sin embargo, eso no garantizaba la seguridad personal, sino más bien lo contrario, porque te tenían fichado y no estabas encuadrado en ninguna estructura. Fueron años terribles, murieron muchos amigos, desaparecieron otros y finalmente mi novia y yo decidimos irnos. Ella ya tenía un hermano desaparecido por entonces.

A barcelona en barco

Cuenta que llegó al puerto español sin saber muy bien a dónde iban ni cómo era la situación allí. El asunto era partir a lugares donde hubiesen amigos y referentes, y como varios compañeros de la secundaria habían llegado a Barcelona, allí recaló. "Recuerdo que al principio estábamos convencidos de que en dos o tres años volveríamos, esta vez para ganarles a los milicos y construir la patria socialista. Pero la realidad fue muy otra. Los que volvieron no duraron apenas nada y el flujo de exiliados aumentaba día a día. Al final tuvieron que pasar siete años para que los militares perdieran la guerra de las Malvinas y volviera la democracia. Yo fui, como todos, a ver si volvía. Muchos lo hicieron, yo no. Tenía una hija ya y mucho camino hecho, bastantes cosas a medias en Barcelona como para dejarlo todo otra vez y cruzar el charco. Me quedé, hasta ahora. Estoy contento, pero imagino que también lo estaría de haber vuelto. Es lo que uno aprende al irse", explica.

No ha perdido contacto con la Argentina y trata de viajar dos veces al año, en especial para la primavera porteña que lo place. "Y sí, siento lazos muy fuertes, casi diría irrompibles, con el lugar de mi infancia. Soy claramente un argentino que no necesita dejar de serlo para vivir dignamente en España", resume. Sobre su habla porteña dice que no la pierde "ni a palos".

Escribir y traducir

Debido a que su madre le habló en inglés desde la cuna, él y su hermana son bilingües. Y aunque se ha dedicado mayormente a la traducción desde el inglés al castellano, también traduce desde el francés, "la lengua franca de mis abuelos árabes", aclara.

-¿Cuándo te comenzaste a interesar por la literatura y la traducción?

-Por la literatura, desde que leo. Había muchos libros en casa, de todo tipo. Y mis padres eran traductores y editores aficionados, así que eso estaba en el aire.

-¿Cuál fue tu primera traducción?

-La primera, que fue la primera pagada, fue una ridícula traducción de una transcripción de unos cursos de Lacan que hice para un psicoanalista argentino conocido de mi madre. Debió de resultar tan desastrosa y confusa que le habrá sonado a Lacan puro. El tipo me pagó una miseria, eso sí.

-¿Cuál fue el primer libro que escribiste?

-Una novela muy loca de un futbolista argentino que está jugando en Qatar, o un país por el estilo, y por un capricho del azar se convierte en el jeque y cabecilla de una revolución nacional. La idea era buena, pero yo no tenía ni idea de cómo escribirla, ni paciencia.

-¿Y el primero que publicaste?

-El primero que publiqué fue un libro de cuentos que se titulaba "Subir arriba". Es divertido porque el corrector gramatical se empeña en borrar o corregir el título, no lo soporta.

-Has escrito más relatos que novelas, ¿te acomoda más ese formato? ¿Cómo fue la escritura de tu novela "Tratar a Fang Lo"?

-Me salen mejor los cuentos, se arman casi solos y se cierran totalmente por su cuenta. Yo intervengo poco, me puedo dedicar a jorobar con el lenguaje. La experiencia de Fang Lo fue muy buena, muy sufrida de a ratos y divertida otros, pero no sé si puedo decir que domino el género después de eso. Tal vez no haya que dominarlo, ¿verdad?

-¿Es el humor algo que siempre está presente en tus relatos?

-Se ve que vino conmigo. Es lo que te decía, que era muy fantasioso ya de chiquito. Parece que las maestras estaban espantadas con mis dibujos, les parecían macabros. Yo creo que exageraban, que hay que dejar salir al monstruo para que se ventile y domestique de vez en cuando.

-¿Cuál crees que es el placer que producen los juegos de palabras?

-Yo suelo decir que es el placer de la venganza del traductor, que está obligado a la hipercorrección y la obsecuencia por la norma. Al demonio con eso.

-Háblame sobre tu oficio de traductor y tu faceta de colegiado.

-Me lo tomo muy en serio. Pero eso no quiere decir que no me divierta o busque divertirme. En cuanto a lo de colegiado, imagino que te refieres a la militancia gremial... es que en España no hay colegios y en Argentina son un poco el pasado, la casta que trata de conservar algo que nunca tuvo, porque son traductores públicos, no literarios. Y sí, llevo muchos años en eso. Ahora mucho más metido en la realidad argentina, porque creo que llegó la hora de que devuelva algo de la experiencia que acumulé en España. Uno tiene que ofrecer lo que puede dar, no lo que querría pero no tiene.

-¿Cuáles son las principales luchas que dan como traductores?

Ahora estamos a fondo con un proyecto de ley de protección de los traductores autorales, es decir, los que generamos derechos de autor. Es muy difícil que salga, porque hay lobbies editoriales en contra y poco interés político, pero la lucha no nos la quita nadie. El objetivo es tan evidente que da vergüenza decirlo: que el traductor pueda vivir dignamente de su trabajo. Nada más, pero nada menos.

-Cuando tienes la posibilidad de escoger algún libro para traducir, ¿qué guía tu elección?

-Escojo poco, propongo poco. Prefiero que me sorprendan. Pero últimamente me puedo permitir rechazar los bodrios. Y refiero la poesía, o el humor, o ambas cosas juntas. Dan más satisfacciones.

-¿Cuáles han sido los autores que más te ha gustado traducir?

-Bueno, tendría que decir que Shakespeare, y por qué no, es un autorazo. Un innovador, un salvaje, pero también un tipo con principios formales. Lennon y Carroll también me gustaron mucho, aunque me dieron más trabajo.

-¿Y los que menos?

Lo peor son los libros de divulgación, la gente que escribe con la pretensión de que se lea fácil. Traducir eso para mí es un sufrimiento.

-¿En qué proyectos como escritor y traductor estás actualmente?

-Como traductor espero poder tomarme un descanso. Quiero terminar una novela en endecasílabos que empecé, y dejé, hace más de un año.

Andrés ehrenhaus siempre ha vivido en barcelona.


Plomo, dinero y seda

"Si hay algo que admiro en ella son sus piernas. Las admiro mucho. Incluso podría decir que me enloquecen. Es lo que se dice, ¿no? Me vuelven loco. ¡Qué piernas! Sí, señor. Sus piernas son un sueño y, al mismo tiempo, un suceso de la más cruda actualidad. Yo no es que las vea: cuando aparecen en pantalla, mis ojos chocan con ellas. Siempre aparecen en pantalla, y siempre choco con ellas. ¡Qué piernas! Para que vean que no miento, los invito a sentarse conmigo frente al televisor. Ella es la presentadora de las noticias del mediodía. ¿Y qué hora es? El mediodía".

"Yuyo Gálvez no es equilibrista pero ha vivido siempre en la cuerda floja. Entre un pasado tan deslucido como glorioso y un futuro que a lo sumo será un palo de circo al que agarrarse, lo más sólido que tiene bajo sus pies es esa cuerda. Yuyo Gálvez es el sujeto fiscal que hizo un lote con sus amigos, los metió en un camión y, los vendió. Actuó así más por reestablecer cierto equilibrio que por un interés privado: amigos le sobraban, y le siguen sobrando; dinero, en cambio, siempre le faltó. Incluso le falta cuando lo tiene. En manos de Yuyo, el dinero pierde valor. No por un proceso inflacionario, ni porque lo abrumen las deudas, que, si bien las tiene -incluso conmigo- son sin embargo leves y en cierto modo, lo aguantan en el aire. No. El dinero pierde valor en sus manos por un proceso, digamos, sicofísico, por una alquimia invertida que no me veo en condiciones de explicar. Yuyo Gálvez es un transformador de oro en zinc. En plomo no, porque se caería".

"Legrón se dio vuelta y vio en efecto como se acercaba a paso incierto una señorita vestida para cualquier otra ocasión que esa, transitando el inexistente sendero que separaba el firme asfaltado de una acequia poblada de cañas. Flacman, con la automaticidad del que maneja el timón, la había divisado unos veinte metros antes de pasar de largo sin atender de entrada a la intuición de extrañamiento que la Gestalt de la silueta le había producido. Porque, ¿qué hacía esa imprecisa persona en ese impreciso lugar? Las cosas como son: uno reacciona casi siempre con treinta segundos de retraso. Sólo los iluminados o los persecutti tienen pronta la respuesta antes de que el suceso la reclame. Así que Flacman avisó con el guiño derecho que paraba y se arrimó al costadillo, ahí donde, como ya dije antes y le advirtiera Legrón, no había sitio para nada ni nadie. Por eso seguramente la señorita no tuvo más remedio que pegarse al coche y asomar la cara por la ventana abierta del acompañante. Pero no le gustó lo que vio y se enderezó al toque. Dos tipos en un coche no muy reluciente que digamos en una carretera del fin del delta. Pasó un instante. Ellos sólo veían la pechera de una blusa quizás de raso o seda, demasiado elegante para estar al borde de las cañas, y los botones de una chaquetita ligera de salir de noche".


"El hombre de lenguas"

Andrés Ehrenhaus

Lom Ediciones

204 páginas

$ 9.000

paulo slachevsky

Por Amelia Carvallo

"Siento lazos muy fuertes con el lugar de mi infancia. Soy claramente un argentino que no necesita dejar de serlo para vivir dignamente en España".

"Me salen mejor los cuentos, se arman casi solos y se cierran totalmente por su cuenta. Yo intervengo poco, me puedo dedicar a jorobar con el lenguaje".

Tres adelantos del libro del libro de cuentos "El hombre de lenguas", de Andrés Ehrenhaus.

encontacto

E-mail Compartir

@ex_xikon

Con estos días de calor, afloran hartas bellezas por las calles de Osorno

@Roberto38915822

capiando la calor en la cima del volcan osorno

@PedroGarciaRuth

en osorno estos días todos sopiaos con el calor uffff

@Osorno_cl

Ola de calor en el sur de Chile: Temperaturas llegan a los 30°C en Osorno

@Pamevaru

No será musho? Me estoy asando #osorno #calor

@austral_osorno

Prohíben quemas en faenas agrícolas debido al calor en Los Lagos

@moniquitag

Y se nos viene el segundo día de #Calor en #Osorno #SanPablo ya hay 12 grados #UFFFF

@monluztrella

Ahora que empezó el calor podrían cortar este pastizal, @muni_osorno ¿o van a esperar a que se queme por cuarto año consecutivo?

@karopekas10

Calor en Osorno: 30,3 grados fue la máxima de este lunes