La Batalla de Mosul
La experiencia de lo otro es una búsqueda permanente de la subjetividad humana o, quizás debiera decir, de la necesidad de salirse de uno mismo, como gesto elemental de salud. La guerra a pesar de sus horrores es una obsesión de ciertas políticas de la verdad que suele tener a un otro como enemigo. No puedo negar una cierta fascinación por la historia de la guerra y sus batallas, lo que tiene que ver con mi gusto por la historia y los relatos de aventuras, ojalá ligados a la emancipación humana. Alguna vez me encantó, con placer heroico literario, la épica resistencial de una ciudad Stalingrado o la liberación de algunas ciudades de Europa de las garras nazis, o alguna operación liberadora de alguna ciudad centroamericana, producto de una guerra de guerrillas de carácter "salvífico". Mi infancia estuvo determinada por la guerra de Vietnam, más concretamente, con todo lo que ocurría en el Delta del Mecong, zona para mí mítica, que siempre se mencionaba en las noticias de la época. Ni Mosul ni el Alepo de hoy día están en mi itinerario real, sólo en la imagen posible del dolor de las víctimas o en las obsesiones estratégicas de estados poderosos.
Ahora, en este mismo instante estoy lejos de Chile, concretamente en Oaxaca, en una feria del libro. Prendo el cable en la habitación del hotel y me aparece el canal Aljazeera con noticias de Mosul; noté que copiaba el estilo de la BBC de Londres. La realidad de la guerra es un golpe potente. Desde ese lugar del mundo la inseguridad es la regla. Dos niñas de colegio cruzan un área recién bombardeada, una de ellas llora, la otra la conduce, me imagino que es la hermana mayor, supongo que tienen 10 y 12 años. Las otras imágenes son el traslado de heridos y muertos, en el centro de una calle en que todavía el polvo de las explosiones nubla el cuadro tres hombre conversan. Ahí hay un relato, me imagino que corresponde a esa habla que se produce en medio de las catástrofes no sorpresivas, cuando ya hay un acostumbramiento del habitante o del vecino al sobresalto y que, por lo tanto, es que es capaz de ponderar, prever, analizar y tratar de acostumbrarse a la situación. No son rescatistas ni combatientes. Eso supongo casi con certeza. Eso veo en la televisión, como si estuviera viendo una película.
Luego, un periodista de origen árabe trata de darle sentido a lo que él transformó en una noticia en un inglés que apenas alcanzo a comprender, desde una zona cercana, pero distante, probablemente desde la terraza de un hotel, en una noche oscura de fondo, iluminada por puntos de fuego de una guerra que no cesa.
Viajar y formar parte de una delegación de escritores, por otro lado, es una gran experiencia turística, con todo lo banal implicado en ello. Lo que relato es un detalle menor dentro de la ansiedad de un desplazamiento determinado por un tipo de trabajo, que combina lo gremial y un incierto mercado, y algo de glamour cultural. Hay una buena cantidad de escritores latinoamericanos que comparten diversas actividades en una ciudad fascinantemente multiétnica y de una riqueza patrimonial desbordante. Es muy poco probable que un evento como una feria del libro se tome una ciudad en Chile; eso ocurre acá. Todo parece funcionar en relación a dicho acontecimiento. Más aún, el respeto por la profesión de escritor es sorprendente, casi emocionante. Es fácil perderse en pláticas bilaterales o en delirios estelares. Entre escritores el despliegue de egos es mucho mejor diseñado que en el área de la música o en el teatro, y ni hablar del cine. Hay una contención que da el uso obsesivo del lenguaje, lo que no los hace menos conflictivo, pero su histeria no es tan escénica como en las otras disciplinas.
Me angustio levemente porque debo comprar regalos para mis seres queridos, que es una forma de cariño, pero también es el costo de una culpa, la de la supuesta felicidad de un viaje en contraste con aquellos que no viajaron y debieron quedarse a padecer el cotidiano plano de la regularidad.
A pesar de todo, no puedo dejar de pensar en la batalla de Mosul, el eco de la guerra me persigue.
Marcelo Mellado
* Escritor y profesor de Castellano. Es autor de "La batalla de Placilla".