Las últimas movilizaciones de los empleados del sector público de Osorno y el país nos permiten sacar varias conclusiones que se relacionan directa o indirectamente con la realidad que enfrentan las familias de campamentos. Hoy vemos que miles de trabajadores salen a las calles a denunciar y reclamar lo que ellos consideran que es justo: un reajuste en su salario que se adecue a las necesidades de las familias chilenas. Sin embargo, gran parte de la población cree que sus demandas son injustificadas, y a viva voz emplazan a los funcionarios a no quejarse y continuar con sus labores.
Tenemos tan naturalizada la desigualdad en Chile que muchos aún creen que después de tener un sueldo con seis cifras desaparecen los derechos laborales. En Chile tenemos un sueldo base vergonzoso, tenemos pensiones de hambre; y a esto le podemos sumar trabajos precarizados, o hablar acerca de las personas que trabajan a honorarios. El tema es inmenso. Pero hay algo transversal que afecta a toda la sociedad: la vulneración de nuestros derechos.
En nuestra región, el promedio de ingreso por hogar en un campamento no supera los $210 mil (Encuesta Nacional de Campamentos 2015), con un promedio de 41 horas de jornada laboral semanales. Es alarmante, pues el 64,8% de los trabajadores gana menos que el sueldo mínimo establecido. Asimismo, entre quienes trabajan en los hogares y declaran ser empleados, un 38,9% no tiene contrato de trabajo, quedando fuera de cualquier protección social laboral.
Como sociedad debemos problematizar el contexto en el que vivimos, esto implica debatir en torno al derecho al trabajo y el ejercicio de los derechos laborales. El derecho al trabajo es esencial para la realización de otros derechos humanos y constituye una parte inseparable e inherente de la dignidad humana, así lo plantea la Organización Internacional del Trabajo. Por esto debemos seguir avanzando, buscando puntos en común, generando propuestas, siendo empáticos con nuestros vecinos y comprendiendo que hay problemas que nos afectan a todos de una u otra forma.
Es fundamental para la superación de la pobreza y el término de los campamentos ir trabajando en soluciones concretas desde la multidimensionalidad del problema, sin dejar ninguna arista olvidada, comprendiendo que todos somos parte del problema, y que todos podemos aportar a la solución y así vivir en un país más justo, pero para todos y todas.
Giovanna Moreira Almonacid, directora regional de Techo-Chile