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ENTREVISTA. Rodrigo quevedo, experto en robótica y co-creador del sistema de control mental para sillas de ruedas, quien visitó Osorno:

"Todo lo nuestro se ha hecho con recursos propios y apoyo de empresas"

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Rodrigo Quevedo es el presidente de la Asociación Chilena de Robótica (Achiro) y visitó recientemente la ciudad en el marco de la Segunda Feria de Robótica organizada por Inacap.

Actualmente este ex militar e ingeniero comercial se dedica de lleno a su pasión a través de su emprendimiento familiar llamado Rotatecno, a través del cual reclutan a niños para formarlos en esta ciencia, donde han logrado triunfos en la National Aeronautics and Space Administration (Nasa), además de generar uno de sus más grandes inventos, como es el "Over Mind", un aparato aplicable en cualquier silla de ruedas y que a través de un sensor lee estímulos cerebrales, lo que permite la movilidad autónoma del usuario a través de la mente, invento que lo hizo acreedor del premio Innovatón de la Teletón.

-¿Desde cuándo se dedica a la robótica?

-Es el trabajo de nueve años haciendo torneos y de todo, partimos regalando robots a otros niños. Porque un niño más tecnología de punta es un talento, por eso empezamos a tirar esta semilla lejos, a ricos y pobres, llevando a los niños a Estados Unidos con auspicios de organizaciones.

-¿Cómo nace la idea?

-Surge con mi hijo, quien me dijo "papá, hace un taller de robótica porque no hay". En la universidad tuve un ramo de operaciones que era robótica, me compré un robot y lo analicé completo y dije aquí los chiquillos tienen que aprender y no se está haciendo nada, por lo que había que hacer algo. Cuando los pregunté me dijeron que sí, pero justo acababa de terminar el único curso que se hacía ese año y mi hijo me dijo hazlo tú.

-¿Quién los ayudó a llegar hasta allá con 70 niños?

-Yo era miembro del Rotary Club en Santiago. Les planteé la idea y me dijeron que sí, nos conseguimos el robot, se lo entregamos a mi hijo y armamos el primer robot, competimos en un torneo y nos ganamos el trofeo. Empezamos a trabajar, a construir más robots y a tirar la semilla lejos por todo Chile, con más trofeos y empezamos a llevar niños a Estados Unidos. Ya han viajado más de 700 niños a competir.

-¿Cómo se acercan estos niños para construir, competir y llegar a Estados Unidos?

-Los buscamos en los colegios cuando hacemos presentaciones y los vamos eligiendo para el equipo. Hablamos con los directores de colegios y muchos nos ponían problemas y no se querían responsabilizar del robot. Otros nos decían que sí, muy entusiasmados y cuando veíamos que sus ojos brillaban, les regalábamos el robot. Lo único que pedimos son niños y un profesor motivado. Le enseñábamos al profesor y a los niños, mi hijo Jorge, que tenía nueve años, capacitaba a los profesores y ahora tiene 17 y capacitó a 18 profesores.

Trabaja con sus hijos…

-Sí, después vino mi otro hijo, Rodrigo, que ahora tiene 11 años, y ahora está armando su propio equipo. Empezamos a hacer robótica. En un momento yo me reformulé, me dediqué profesionalmente a este tema e inventé el Festival de los Robots, que es un show de una hora donde interactúan todos los robots y enseñamos a los niños desde lo más básico, que es tecnología, hasta mostrar cada uno de los robots y terminamos con un robot controlado por la mente. Gracias a este show y otras presentaciones, además de trabajos a empresas publicitarias, nos financiamos y con esa plata ahora financiamos la silla de ruedas que se controla con la mente.

-¿Cómo nació la idea de crear un invento de este valor?

-Me han pasado cosas tan raras como ser el profesor de robótica de Coné por ejemplo (el personaje de la historieta nacional Condorito). Pasó que también comenzamos a competir en Estados Unidos y el 2014 ganamos el "Chairman" en la Nasa con nuestro equipo de 70 niños con el robot llamado Corazón de Chileno. La noticia dio la vuelta al mundo, la gente nos reconocía en las calles. Llegamos a Chile con trofeos, medallas y pendones. En el aeropuerto estaba la prensa, pensamos que era por nosotros y en realidad esperaban a la Luly. Caí en depresión porque vi mi esfuerzo perdido y el sacrificio de mi familia y los niños.

-¿Cómo logró seguir trabajando?

-Me di cuenta que el problema era yo, eso, porque a muy pocas personas les importa el triunfo del equipo de niños en Estados Unidos. Fue por eso que pensé que con el mismo esfuerzo y con la misma plata debíamos hacer cosas realmente útiles, que impacten transversalmente. ¿Quienes son los más necesitados en el mundo? El 1% de la población mundial no se puede mover. Parece poco, pero son 50 millones de personas, son tres veces la cantidad de habitantes de Chile.

-¿Cómo continuó en esa idea?

-Dije, hagamos una silla de ruedas que suba y baje escaleras y se controle con la mente. Partimos por lo más difícil que era el control mental, que de eso no sabíamos nada. Empezamos a hacerlo y vimos que captaba señales cerebrales, pero le pusimos el panel, compramos un sensor magnético que captaba señales cerebrales, lo pusimos en la cabeza y lo vinculamos a acciones, para que cuando aumentara la señal diera el movimiento de un motor.

-¿Qué siguió después?

-Nos demoramos tres semanas en hacerlo, día y noche. No lo podíamos creer. Lo fuimos a mostrar a la Teletón. Preguntamos humildemente si el Over Mind servía o no, hasta que lo probamos con el primer paciente y resultó bien. Fue la primera vez que él lograba moverse después de su accidente. Con eso otra vez dije "lo hicimos".

-¿La idea se podrá masificar?

-Hace un año levantamos el primer laboratorio de robótica aplicada en Chile, en la comuna de Recoleta, hacemos todo tipo de trabajos. Corfo nos apoyó y nos ha ido bien, ya tenemos buenas alianzas con empresas e instituciones. Lo fuimos armando sobre la marcha y ya tenemos 14 inventos, desde unas plantitas musicales, las "Matitas Sound", que se tocan y suenan para los niños que no controlan su cuerpo y así se ejercitan, y el "Telemat" o robot de telepresencia, pensado para estar en las universidades, para que los alumnos que no se pueden mover asistan virtualmente a la sala.

Robot en $10 mil

-¿Hay algún invento que esté al alcance de las personas comunes y corrientes?

-Estamos sacando el "Waka Robot", que es el primer robot popular que viene desarmado para que todos lo puedan armar y cuesta 10 mil pesos. Vamos a lanzar una edición limitada a fines de noviembre, para la Navidad. La idea es que el próximo año ya se venda en la cadena Lápiz López. Con esto nos financiamos, porque no tenemos aportes del Estado, ya que cuando fuimos a presentar el "Over Mind" nos dijeron que era solamente para el 1% de la población. Todo lo nuestro se ha hecho con recursos propios y apoyo de empresas que nos mandan a hacer trabajos y otros aportes de personas.

-¿Cuál es la posibilidad real de que un niño osornino vaya y se integre al laboratorio?

-Nuestro laboratorio en Santiago es la casa de los "ñoños". El único requisito para entrar es decir yo soy ñoño y si dicen eso pueden entrar. Si se quieren quedar con nosotros tienen que realizar un proyecto que sirva y así evaluamos. El laboratorio se está replicando y estamos buscando dónde hacerlo en el sur. Así podremos resolver este problema teniendo una plataforma para que los niños tengan donde hacerlo, por ejemplo aquí, en Inacap, hoy estamos conversando en hacer este tipo de talleres para los niños de Osorno.