Iniciada ya la campaña electoral para los comicios municipales del próximo domingo 23 de octubre, es posible apreciar en Osorno los efectos de la nueva ley que rige la propaganda política, pues a diferencia de todas las elecciones desde 1990, en esta ocasión las calles están prácticamente desprovistas de carteles, lienzos y palomas que más que inducir al voto, generaban un amplio rechazo en la comunidad por los problemas de visibilidad de la señalética vial y el impacto negativo en el entorno urbano. Quienes aspiran a conquistar los cargos de alcalde y concejales de cada una de las comunas de la provincia se han visto obligados a modificar sus hábitos de campaña, enfocándose en el contacto directo con los electores vía reuniones o visitas puerta a puerta, la presencia en las redes sociales, y el uso de canales tradicionales para entregar sus propuestas de campaña.
En este sentido, los postulantes han de comprender que con los tiempos que se viven, la ciudadanía espera, por sobre todo, ideas respecto de mejorar la calidad de vida en las ciudades y en las zonas rurales, alejándose de lugares comunes que ya no surten el mismo efecto de hace una o dos décadas. Hoy por hoy, las personas demandan de sus candidatos tres cuestiones fundamentales: una cartera de propuestas concretas que atiendan los problemas y oportunidades de las ciudades, la máxima probidad en sus actos públicos, y honestidad respecto de los reales alcances de una gestión municipal.
Lo primero, las propuestas, obedece a la gestión propia de alcaldes y concejales, que es pensar y repensar las comunas que tienen a su cargo para permitirle que dé un salto cualitativo en beneficio de la comunidad. Lo segundo, antes subvalorado y hoy con una creciente importancia, exige de los postulantes la máxima transparencia, pues todo aquel que aspira a recibir la delegación de soberanía popular, debe asumir que su umbral de privacidad es menor respecto de un ciudadano común y corriente, y que no debe haber zonas grises en la relación, por ejemplo, entre poder y dinero.
Lo tercero, la honestidad, responde a reconocer que tampoco es el tiempo de prometer cuestiones que escapan del ámbito de gestión municipal en un Estado tan centralizado como el que impera.
Propuestas, probidad y honestidad. Esos deberían ser los pilares de una campaña electoral con contenidos que exige hoy la sociedad.