"Hay un sesgo ideológico, populista y propagandístico en la política del país"
RADICAL El ex parlamentario dejó por completo la política en 1973 y desde entonces se dedicó a la vida académica y profesional. Hoy, aunque reacio a hablar con la prensa, ofrece una visión crítica de la política y destaca que lo que le ocurrió a su ex partido en la UP es muy similar a lo que hoy vive la DC en la Nueva Mayoría. Además, ha sido un activo defensor de la causa mapuche en sus litigios con el Estado.
Costó lograr una entrevista con Américo Acuña. Él mismo se mostró reacio a hablar con la prensa, porque dice siempre preferir un bajo perfil. Pero en medio del aire enrarecido que vive la política chilena, la voz de este ex diputado y senador radical por Osorno aporta una perspectiva de gran valor histórico.
Alejado de la política activa desde el mismo 11 de septiembre de 1973, hoy a sus 82 años se dedica a su labor de abogado. En dicho plano ha sido un activo defensor de la causa mapuche.
Tras seguirlo y convencerlo, él mismo pide destacar que esta entrevista se logró finalmente en una notaría del centro de Osorno, donde ante la insistencia periodística y en medio de sus trámites profesionales, accedió a compartir su visión del Chile actual.
-¿Qué año se retiró de la política?
-Bueno, cuando se cerró el Congreso el año '73. El 11 de septiembre se acabó la actividad parlamentaria. El año '74 me vine a Osorno definitivamente a instalarme y recuperé mis actividades particulares, fundamentalmente de abogado. De modo que durante esa época estuve marginado absolutamente de las actividades políticas.
A osorno
-¿Le tocó irse del país como exiliado?
-Nunca he estado fuera del país. Ahí hay una información equivocada que incluso apareció en Google diciendo que yo había estado en el exilio. No tuve ningún problema, simplemente dejé de ser parlamentario y volví a mi actividad particular.
-¿Sufrió persecución?
-No, pero sí tenía evidentemente un control a la distancia de las actividades de una persona que había sido senador por la zona. Yo toda la vida he tenido mi oficina en Osorno, mi hogar en Osorno y, evidentemente, había un control respecto de qué actividades podría desarrollar el ex senador Acuña. Pero no tuve problemas de ninguna especie, porque no me inmiscuí en política.
-¿Tuvo miedo?
-De ninguna especie, había una inquietud por no provocar situaciones conflictivas que dieran margen a que se le aplicaran a uno los rigores de un sistema político que no daba garantías constitucionales en absoluto. Estábamos ante una dictadura militar producida en un golpe de Estado. Todos los que teníamos capacidad de analizar la situación asumimos que éste era un problema que iba a durar algún tiempo. Algunos, ingenuamente, creían que era un problema de 3 ó 4 años, pero no se hizo un golpe como el que se hizo en Chile para 3 ó 4 años.
-Era para largo...
-Bueno, el año '80 se aprobó la Constitución y yo en la Universidad de Chile, en Osorno, le hice algunas críticas desde un punto de vista técnico y académico, señalando los pros y contras. Entre otras, el hecho de que iba a ser una Constitución que se prolongaría por mucho tiempo, porque venía la ratificación del mandato de Augusto Pinochet y un plebiscito para ver si se quedaba o no gobernando por seis años más en 1988.
-¿Qué opina ahora de la Constitución? Algunos dicen que ya es totalmente distinta a la original...
-Ese es un tema importante, en verdad. En este momento, en que hay una discusión pública en que se habla de una nueva Constitución, hay que andar con mucho cuidado.
Modificaciones
-En qué sentido...
-Se habla de una nueva Constitución cuando cambian totalmente las circunstancias de un país: el régimen jurídico, político, la historia de un país. Pero en Chile la Constitución del '80 tiene más de 40 modificaciones. Es totalmente distinta. Hay dos o tres cosas que se conservan para mantener algunos quórum para modificar algunas leyes especiales. Pero a la Constitución del '80 se le han hecho más de 200 modificaciones de incisos.
-Como cuáles...
-Primero, al producirse la transición, se acordaron algunas modificaciones. Luego, en el 2005 se hace una reforma sustancial a la Constitución. ¡Se modifican 56 artículos! Y la Constitución se proclama en un acto solemne en La Moneda por el Presidente Lagos y con participación de todos los sectores políticos. Hay una Constitución nueva, modificada. Ya no estamos viviendo la Constitución del '80.
-¿Plantea que la idea de un proceso constituyente hoy obedece a un sesgo más ideológico?
-Evidentemente. Hay más un sesgo ideológico, pero también un sesgo populista y propagandístico. Porque es muy fácil meterle ideas en la cabeza a la gente que después comienzan a repetir. El problema es ver la racionalidad de esas ideas. Pero en política se usa mucho lanzar frases, lanzar eslogan, lanzar consignas que suenan bien pero que no tienen una traducción en la realidad política del país.
Análisis político
-Después de años de vivir la política desde adentro ¿cómo la ve hoy desde afuera?
-Hay diferencias fundamentales. Imagínese, yo entré al Parlamento el año 1961, a la Cámara de Diputados por Osorno cuando tenía 27 años. Fui reelecto en pleno gobierno de la Democracia Cristiana, del Presidente Eduardo Frei Montalva. En ese segundo período como diputado se produce un movimiento de partidarios míos que me instan a postular al Senado. Era una decisión grande, porque ser senador significaba hacerse cargo de tres provincias: Valdivia, Osorno y Llanquihue. Estamos hablando del año '69, cuando me tocó compartir con otros cuatro senadores, dos de ellos de la Democracia Cristiana, que estaba en el Gobierno y provocó un impacto de adhesión muy grande en la población.
-La Tercera Vía...
-La Tercera Vía... claro que no prosperó y el Gobierno de Eduardo Frei Montalva terminó el '70 con la elección de un contrincante como Salvador Allende, con consignas absolutamente contrarias y preconizando la posibilidad de establecer en Chile un sistema de gobierno socialista. En la época que nos tocó vivir, la influencia del comunismo internacional era muy grande.
-¿Apoyó el gobierno de la UP?
-Yo formaba parte inicialmente del Partido Radical, que se comprometió con un pacto el año 1969 para postular a Salvador Allende.
-¿Estaba cómodo el Partido Radical en la UP?
-No, el partido estuvo muy complicado desde el comienzo. Quedó en la vida política chilena entre el socialismo marxista y por otro lado la derecha tradicional; y aparecía este tercer frente que era la Democracia Cristiana. Entonces el radicalismo quedó encajonado y ahí participó en oposición al Gobierno de la época en apoyo a la candidatura de Allende.
-¿Esa incomodidad es similar a lo que le pasa hoy a la DC en la Nueva Mayoría?
-Creo que hay un gran parecido. La Democracia Cristiana se ha ido deteriorando, evidentemente por los antagonismos políticos de los extremos. Fue lo que le pasó al Partido Radical. Es muy complicado ser partido de centro con tendencias de izquierda, sociales y afanes progresistas. Porque siempre se produce la pugna y el encajonamiento de los extremos. Lo que se hace en política es siempre de acuerdo con las realidades. La verdadera política es la que se aplica en la realidad de un país; se hace con los recursos humanos, económicos y educacionales de un país.
El presente
-¿Cómo ve hoy a Chile?
-Ah, estamos entrando en un terreno complicado. Evidentemente que, tal como lo indican las encuestas, estamos en proceso de crisis. No total, pero de crisis. Hay un gran cuestionamiento de todo y de todos los sectores. Y este proceso ha sido causado por todos quienes actúan en la política chilena.
-Cómo podría cambiar...
-Se ha producido un gran deterioro de lo que es la honestidad pública. Yo recuerdo que hace como 15 años El Diario Austral me hizo una entrevista, también muy contra mi voluntad, en que me preguntaron cuál era el problema fundamental que había en el país. Yo lancé una frase que después apareció como titular: "lo que le falta al país es honestidad en la clase política".
-Se adelantó 15 años...
-Sí, desgraciadamente, porque nadie querría que las cosas caminen para mal.
-¿Pero no es exagerar un poco comparar el proceso actual con la crisis que llevó al quiebre el '73?
-Son escenarios diferentes. Cuando recordamos lo que pasó en la Unidad Popular, hablamos del '73, en que había una tremenda polarización. En esa época hubo un quebrantamiento total del Estado de derecho. Aparecieron resquicios legales, tomas en todas las actividades. Se optó por la vía violenta, llevar las cosas al extremo, quebrantar la actividad económica. ¡Hay que recordar que la inflación en Chile llegó al 370 por ciento! Eso implica una economía destruida, hecha pedazos. Hoy el escenario es otro, de desconfianza.
Deuda histórica
-Usted ha litigado activamente en la causa mapuche...
-En general hay un problema centralizado en la Araucanía. Naturalmente allí se ha quebrantado el Estado de derecho por ciertos sectores. ¡No metamos a todos los ciudadanos chilenos que tienen un apellido indígena en la misma calificación! En mi oficina tengo todos los días gente que tiene apellidos indígenas, que trabajan, que se dedican a sus actividades artesanales, agrícolas, productivas.
-¿Está al debe el Estado con los pueblos indígenas?
-Se habla de deudas históricas. El Estado no puede seguir en deuda toda la vida. Creo que se ha hecho una tremenda labor de ayuda con becas, subsidios, entregas de tierras. Pero no se le puede entregar tierras a todo el mundo en forma gratuita.
-Usted fue abogado de una de las partes en el caso conocido como "la matanza de Rucamañío" ¿Cómo recuerda esa situación?
-¿Usted la recuerda?
-Comunidades que se enfrentaron y que se dieron muerte en La Costa. ¿Cómo se llega a ello?
-Cuando el año '93 se crea la Conadi (Corporación Nacional de Desarrollo Indígena) se continúa una política de tierras. Así se entregan en la zona de Pucatrihue más de 4 mil hectáreas de fundos que habían estado en conflicto con el Fisco y se les cede a una comunidad. En esa entrega hubo conflictos en las comunidades ¡y se produce una matanza! Los dirigentes de la comunidad de Pucatrihue provocan un conflicto con campesinos de Rucamañío, que estaban más al interior. Terminan muriendo 5 ó 6 campesinos. Se asesina cobardemente a un matrimonio de 80 y 81 años. ¡Eso fue horrible! Me tocó presentar querellas en representación de los campesinos afectados por esta desgracia. Al final se aplicaron sanciones, aunque hoy están todos en libertad.
-Como sociedad ¿cómo solucionamos el problema con los pueblos indígenas?
-Es una responsabilidad colectiva tremenda. Las instituciones creadas para ello tienen que funcionar bien. Hay cientos de miles de campesinos mapuches que son gente valiosísima. Plantear una discriminación odiosa cuando tenemos en todas las actividades gente con apellidos indígenas es injusto.
-Hace 15 años le preguntaron cuál era el problema del país entonces. Hoy ¿se atreve a hacer un pronóstico de cómo le irá a Chile?
-En todos los sectores hay gente buena, con calidad moral. Pero también hay gente de mala calidad moral. El problema es que no triunfen los malos sobre los buenos, que predomine la calidad de la gente. Muchas veces los electores se encandilan con personas que aparecen sin tener ningún respaldo de idoneidad moral, educacional, laboral. Solamente gritan consignas. Los gobiernos no pueden hacer milagros.