Si hay alguien que piense que estimulando a su hijo con una Tablet, un iPod o a través de una conexión a Internet estará formando a una persona que se convertirá en un joven genial y brillante, el cual, posteriormente, será un adulto creativo y autorrealizado, deberá tener muy presente que existen altas probabilidades que ese "efecto mágico" no se produzca jamás.
Investigadores de la Universidad de Harvard pusieron en evidencia que un menor interesado en la lectura y que haya desarrollado una buena capacidad de comprensión lectora estará: (a) menos expuesto a repetir curso y a desertar de la escuela, (b) será capaz de acumular más años de estudios, lo que le permitirá (c) tener mejores trabajos y empleos, lo que a su vez, (d) disminuirá el riesgo de que caiga en la pobreza, todo lo cual, le permitirá, finalmente (e) tener una mejor salud emocional. Es decir, las ayudas tecnológicas sólo representan un complemento a la educación y el desarrollo de un ser humano, en tanto que un libro representa el eslabón esencial en el crecimiento y la madurez integral del infante.
Al analizar los beneficios que ofrece la lectura, cae por el peso de su propia lógica que este efecto no sólo puede ser destacado como un "círculo virtuoso", sino que podemos ir más allá y hablar de una "espiral virtuosa", en que cada una de las premisas (o argumentos) eleva al sujeto que la practica a un nivel de desarrollo y competencia superior.
¿Requiere el lector otro argumento poderoso? Aquí va: todas las investigaciones que se han realizado con miles de niños de distintos países en relación con el proceso de aprendizaje coinciden en que el mejor estímulo intelectual que puede tener un menor proviene de la lectura de libros y de la comprensión de aquello que se lee.
Y otro dato: el mejor ejemplo vicario es aquél que entregan los padres, por lo tanto, si el niño ve regularmente a su madre o a su padre leyendo un libro, una revista o un diario, el mecanismo psicológico de identificación -que es inconsciente- sumando al proceso de socialización, conducirá al menor -de una manera natural- a convertirlo, asimismo, en un hábil y ávido lector.
Bárbara Pan, doctora en Psicología de la Universidad de Boston y académica de la Universidad de Harvard, demostró que muchos materiales se pueden usar para que los niños aprendan a leer, incluso álbumes de fotos de la familia. Lo importante en este proceso es la actividad práctica de interactuar de manera activa con el niño, contar historias diversas y divertidas con un único objetivo: desarrollar el amor del niño por la lectura, con el fin de que sea una experiencia placentera y que la disfrute plenamente.
Franco Lotito C., académico
e investigador de la UACh