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Leonel del Carmen Hermosilla: un peluquero con alma de escritor

TESTIMONIO. Tiene 85 años y es un conocido personaje de La Unión. Hace 30 años comenzó a escribir en sus ratos libres, en un cuaderno y con letra imprenta, donde destacan los recuerdos de su niñez.
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Ricardo Cifuentes

Un vecino y comerciante cercano a su peluquería lo rebautizó en los años 60' como "Chiflido" y Leonel del Carmen Hermosilla, de 85 años, recuerda a Cricerio Burgos con el afecto de los buenos tiempos vividos.

Una de sus alegrías, al ser invitado a la segunda exposición La Unión de Historias, en la Estación de Ferrocarriles, fue encontrar su retrato gigante pegado en un trozo de madera recortado con su figura: "me emocioné y me dijeron que yo era parte del patrimonio cultural viviente de la ciudad, fue una hermosa sorpresa", dijo.

Nacido en La Unión, muy joven decidió buscar a su progenitor, un practicante de Carabineros en la zona de Coyhaique, y con su sexto año en la preparatoria, como única educación, inició la aventura que lo llevaría a trabajar por algunos años en Argentina "tumbeando" en las estancias del sur de ese país, hasta que el llamado de sus familiares lo hace retornar a esta ciudad, donde siendo niño vendía tortillas por las calles.

Peluquero

Fue junior en varios locales comerciales y oficinas, cargador en el molino Grob y con lo que ganó allí compró las máquinas que lo transformarían en un reconocido peluquero por más de 50 años.

Recuerda que usó tijeras y máquinas de cortar pelo mientras cumplía con su Servicio Militar, y en la Cruz Roja, donde sigue siendo socio activo, cortaba el pelo a los niños y aprendía mirando al peluquero Troncoso, uno de los mejores de la ciudad en su oficio.

Como parte de la Cruz Roja de Hombres sirvió en cada actividad, donde incluso contaron con dentista y médico, atendiendo a las personas de menores recursos en su cuartel de calle Riquelme, donde Leonel Hermosilla también vivía como cuartelero.

En hojas de cuaderno

Hace 30 años comenzó a escribir en sus ratos de descanso en un cuaderno con letra imprenta "y muchas faltas de ortografía, porque sólo tengo sexta preparatoria, aunque siempre hay amigos que corrigen y trasladan al papel mis escritos, a máquina o en el computador; no soy un escritor, apenas un 'escribidor'", afirma.

Aparecen recuerdos de su niñez, el lugar donde se bañaba siendo niño, "La Peña", en el río Llollelhue, cercana al Cementerio Católico; también menciona a personajes de su infancia, las fiestas por alguna victoria de deportistas locales, y en otras escribe de su rebeldía como en "El Pataleo" o en el "Juicio a Dios", por todo lo que permite.

Hasta ahora son 15 cuentos los que ha ido regalando y que muchos han leído, "me lo dijo un señor que también se bañó en La Peña y lo revivió en Río Bueno, cuando encontró mi relato", precisa Hermosilla.

CARPINTERO

Leonel y un grupo de amigos y vecinos adquirieron un terreno casi al final de la calle Riquelme, el cual bautizaron como el callejón "El Esfuerzo", e iniciaron la autoconstrucción de sus viviendas.

Este excéntrico personaje acomodó la carrocería de una antigua micro como casa provisoria durante 10 años, y en su faceta de carpintero, construyó "palo a palo" la casa que habita con su segunda esposa.

"Aparte de otra que arriendo, porque ya sabes, con la jubilación no alcanza y hay que seguir comiendo; uno de mis oídos y uno de mis ojos no funcionan y mis caderas me dicen que no puedo exigirles, dos esposas, dos hijos y dos hijastros, me tienen aquí", explica.

Leonel Hermosilla, quien destaca que tiene sólo un apellido, "porque soy hijo huacho, como antes nos decían", recalca que espera vivir hasta los 90, "aunque alejado de la Iglesia, confío en la bondad de Dios", expresa sonriendo.

cuentos ha creado Leonel Hermosilla, muchos de los cuales se basan en sus recuerdos de niñez. 15

Más de 130 agricultores recibieron un homenaje por el Día del Campesino

GALARDÓN. El municipio entregó estímulos por el esfuerzo en el mundo rural.
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En el gimnasio de la escuela número 1 de La Unión, más de 130 campesinos y dirigentes de diversos sectores, incluidos representantes indígenas de la zona, recibieron reconocimientos de parte de la municipalidad en la celebración local del Día Nacional del Campesino.

Los convocados participan en los programas de Desarrollo Local y de Desarrollo Territorial Indígena.

En la comuna, los usuarios superan las 640 familias y de ellos concurrieron dirigentes y los agricultores que recibieron estímulos por su esfuerzo: María Carrasco, Mónica Huaique, Rosa Reyes, Eliana Maitri, María Villanueva, Elisa Huenchupan, Gloria Llanquel, Marcelo Valerio, Gervasio Aravena y Rodencio Cárdenas.

La alcaldesa María Angélica Astudillo dijo que junto a Indap se organizó el encuentro para reconocer a los agricultores, que son un aporte al desarrollo en el área silvoagropecuaria, festejo comunal inserto en la celebración del Día Nacional de los Campesinos.

La secretaria regional Ministerial de Agricultura, Claudia Lopetegui, destacó la entrega de recursos que ayudan al desarrollo de la agricultura familiar y contribuyen al trabajo conjunto entre el municipio e Indap; y el respaldo de la gobernación provincial, que facilita la entrega de recursos que requieren los agricultores en los programas Prodesal y PDTI.

Los asistentes, junto con agradecer la invitación y los estímulos para los 10 agricultores, insistieron en la necesidad de mantener los recursos y la capacitación que mejora su actividad productiva.

familias participan en los programas de Desarrollo Local y de Desarrollo Territorial Indígena en la comuna de La Unión. 640

Unionina celebró un siglo rodeada del cariño de toda su familia

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Los 100 años de la vecina Lidia Mautz Manzano fue una celebración esperada por toda la familia. Nacida el 17 de agosto de 1916, es hija de Pablo Mautz Soto y Luz Manzano Arriagada, viuda del contador Alfonso Astudillo Fuentes y madre de Norma, Alfonso (ya fallecido) y las gemelas María Cristina y María Angélica.

A la cita llegaron más de 50 integrantes, incluido sus tres hijas, 8 nietos, 19 bisnietos y 3 tataranietos.

Según su hija Norma, que le acompaña en la amplia casa familiar, la señora Lidia mantiene una visión completa de la forma como la ciudad ha crecido y lo que ha significado en la tranquilidad de las personas. Aplaude el trabajo de su hija María Angélica, que encabeza el gobierno comunal.

Resintió la partida de su esposo, el contador y empleado del Molino Grob, Alfonso Astudillo, donde ocupó hasta el cargo de subgerente. Sin embargo, uno de los momentos más difíciles fue la temprana partida de su hijo Alfonso.

La pérdida de la audición no ha sido obstáculo para participar en cada actividad de la familia, limitado por alguna dificultad en el desplazamiento.

En su hogar nos recibe mientras comparte con sus hermanos, Raúl, profesor de música no vidente, ya jubilado, y Teresa, que vino desde el norte para estar en los 100 años.