Universidades, actores clave para las regiones
A pesar del reinado del individualismo en el Chile del siglo XXI, de cuando en cuando surgen iniciativas que logran generar lazos sociales. "Es la educación el único factor que puede disminuir los niveles de desigualdad"
El eslogan "fortalecimiento de las universidades estatales" no sólo debe entenderse por el abandono histórico de parte del Estado, también porque la mayoría de ellas se ubican en regiones aportando directamente al desarrollo de los territorios donde están inmersas. En el desarrollo del país, las universidades regionales juegan un rol imprescindible y por ello se requiere de condiciones que favorezcan su misión y compromiso regional. Las razones son muchas y puedo destacar al menos dos que una universidad sin vocación pública no podría aludir: a) desde los alumnos que atiende, las últimas cifras entregadas por el Ministerio de Educación sobre gratuidad indican que del total de beneficiados, el 66,2% se matriculó en una universidad regional, y b) desde la contribución científica aportan el 45% del total de publicaciones indexadas a nivel nacional, condición inherente a una universidad compleja.
Considerando sólo lo anterior, puedo mencionar que las universidades regionales forman a alumnos vulnerables que provienen mayoritariamente de establecimientos de administración municipal con brechas que se asumen con recursos propios, aun manteniendo los aranceles promedio más bajos. Además, la producción científica presenta costos mayores para atraer y retener académicos de alta eficacia, sin ser los recursos disponibles para el desarrollo de ciencia y tecnología en regiones equivalentes a la producción científica de nuestras universidades ubicadas en el centro del país.
A lo ya mencionado, se puede agregar el gran aporte en extensión y vinculación con el medio; el desarrollo de áreas que no son beneficiosas monetariamente, pero sí presentan una alta rentabilidad social y económica para la región en particular; y la inclusión de alumnos de grupos menos favorecidos por medio de programas especiales y apoyo en su permanencia que por condiciones geográficas y/o sociales no podrían tener acceso.
El centralismo y la desigualdad afectan directamente a amplificar condiciones poco favorables a las universidades regionales, pero hay acuerdo en que es la educación el único factor que puede disminuir los niveles de desigualdad, y en las universidades regionales existe el compromiso real que puede lograrse con crecientes niveles de calidad, sin discriminación y aportando a la inclusión de grupos vulnerables. Pero se requiere de un aliado estratégico, el Estado, y de ahí la necesidad que el proyecto de ley de educación superior genere políticas públicas que aumenten las capacidades regionales, con condiciones equitativas en cada uno de los territorios, reconociendo la diversidad y las diferencias que coexisten a nivel social y económico en el país.
Óscar Garrido A., rector de
la Universidad de Los Lagos