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El gusto por la música tendría un origen cultural y no biológico

NEUROLOGÍA. Según una investigación, la capacidad de distinguir los sonidos agradables y disonantes no proviene del cerebro, sino de factores externos.
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Pamela De Vicenzi

La música es una innegable compañía para la mayoría de la gente. Desde la suavidad de la música romántica hasta la estridencia del rock, pasando por el pop bailable y la delicadeza de la música clásica, todos los estilos tienen sus adeptos.

La ciencia ha analizado las implicancias de la música en el cerebro humano. Sin embargo, el origen del gusto musical no vendría de este órgano principal, sino que tendrían un origen cultural. Así lo afirma un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Brandeis, ambos de Estados Unidos.

La investigación, publicada hace unos días en la revista Nature, se enfoca en la distinción entre los sonidos agradables y disonantes. Según los expertos, en los estilos occidentales, algunas combinaciones de notas resultan más agradables que otras, diferencia que estaría dada por la exposición a la música, es decir, por factores externos.

Respuesta de las tribus

Josh McDermott, neurocientífico y académico del MIT, señaló que "las preferencias dependen de la exposición a la cultura musical occidental, no son innatas". De acuerdo al especialista, algunas culturas sin mayor experiencia en la música consideran que los acordes afinados son tan agradables como los disonantes.

En estudios previos y de siglos de antigüedad, algunos científicos plantearon la hipótesis de que el cerebro es el encargado de responder favorablemente a acordes consonantes, mientras que otros sostuvieron la teoría del origen cultural.

Para los expertos ha sido complejo resolver la incógnita, ya que pocos sectores sociales a nivel mundial no están familiarizados con la música occidental. Por esta razón, los experimentos se realizaron de manera primordial con tribus indígenas.

"La mayoría de la gente habla mucho de la música occidental y la música occidental tiene un montón de acordes consonantes. Por lo tanto, ha sido difícil descartar la posibilidad de que nos guste la consonancia porque eso es a lo que estamos acostumbrados, pero también es difícil proporcionar una prueba definitiva", indicó McDermott, quien realizó la nueva investigación junto a Ricardo Godoy, antropólogo de la Universidad de Brandeis.

Ambos ya habían elaborado un estudio en 2010, que consistió en cómo la tribu amazónica de los Tsimane, sociedad agrícola de cerca de 12 mil personas, responde a la música.

Godoy y McDermott retomaron la investigación e hicieron dos grupos de estudio en 2011 y 2015. En los dos casos, los expertos pidieron a 100 miembros de la tribu calificar el gusto por los acordes disonantes y consonantes.

Los hallazgos mostraron que la combinación de los acordes Do mayor (DoM o C) y Fa sostenido (Fa#M o F#), les resultaban tan agradables como los consonantes.

Los investigadores reiteraron estas pruebas con un grupo de bolivianos que vive en un pueblo cercano a los Tsimane. También se analizó a algunos residentes de La Paz.

"Lo que encontramos es que la preferencia por la consonancia más que la disonancia varía mucho entre los grupos", explicó McDermott. "En los Tsimane es indetectable y en los dos grupos en Bolivia, hay una preferencia estadísticamente significativa pero pequeña".

Gusto por la armonía

En el caso de la música occidental, es probable que el gusto por estos ritmos esté dado por la perfección armónica que los arreglistas populares dan a las canciones.

"Tiene un montón de acordes consonantes. Por lo tanto, ha sido difícil descartar la posibilidad de que nos guste la consonancia porque es a lo que estamos acostumbrados, pero también es complicado proporcionar pruebas definitivas", subrayó McDermott.

El estudio sobre los acordes consonantes y disonantes

Hipótesis

El estudio señala que la capacidad del ser humano de distinguir entre acordes agradables y desagradables no proviene del cerebro, sino de la cultura.

Razones

La exposición a la música occidental, caracterizada por sus armonías y sonidos consonantes, sería la razón por la que el ser humano siente gusto al escucharla.

Metodología

Para comprobar esta teoría, los autores del estudio debieron recurrir a la tribu amazónica de los Tsimane, conocidos por no tener una tradición musical.

La influencia musical de Grecia

La armonía musical se estudió en la Antigua Grecia, cuando los músicos de ese entonces observaron que los acordes consonantes o agradables tenían relación con los números enteros. "Es posible que los griegos comenzaran a hacer música usando combinaciones de notas que formaran cuocientes de números enteros porque creían en teorías estéticas que echaban sus raíces en ese tipo de proporciones, y así seguimos hasta ahora", indicó McDermott.

Un estudio advierte que el alto consumo de bebidas azucaradas aumenta el riesgo de tener algunos tipos de cáncer

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Un estudio del Instituto Karolinska (Suecia) advierte que las personas que consumen una gran cantidad de refrescos u otras bebidas azucaradas tienen un mayor riesgo de desarrollar cánceres en lugares poco frecuentes, tales como la vesícula biliar y ciertos conductos del hígado.

Si bien estos males no suelen ser analizados en estos estudios, la evidencia entregada por la investigación sueca sugiere que la obesidad, así como los niveles elevados de azúcar en la sangre que pueden conducir a la diabetes, aumentarían la probabilidad de padecer cánceres poco comunes.

Los hallazgos fueron publicados en el Journal of the National Cancer Institute (JNCI).

Análisis de datos

Susanna Larsson, autora principal del estudio, se planteó como objetivo descubrir si las bebidas azucaradas podrían desempeñar un papel en estos tipos de cáncer.

"Es el primer estudio que muestra una fuerte relación entre el consumo de bebidas azucaradas, como las gaseosas, y el riesgo de cáncer del tracto biliar", señaló la especialista, citada por The Huffington Post.

Para estos efectos, Larsson y su equipo analizaron los datos de una encuesta sobre hábitos de comida y bebida de más de 70.000 adultos. Luego, se realizó un seguimiento que duró más de 13 años.

Los investigadores excluyeron a las personas con un diagnóstico previo de cáncer o con un historial de diabetes.

Durante el periodo de estudio, solo 150 personas desarrollaron cánceres en las vías biliares. Sin embargo, en comparación con las personas que evitaron las bebidas azucaradas, las personas que consumieron dos o más de estos refrescos tuvieron más del doble de riesgo de desarrollar tumores de la vesícula biliar.

En tanto, quienes bebieron dos o más bebidas tuvieron más probabilidades de tener exceso de peso y consumir una dieta alta en calorías, con más azúcar y menos proteínas y grasas.

En consideración a este dato, el aumento del riesgo de sufrir tumores de la vesícula y vías biliares persistió, en especial en el caso de los participantes con sobrepeso.

Larsson y su equipo puntualizaron en el estudio que solo se hizo una observación, por lo que se requieren pruebas más específicas para confirmar si las bebidas son cancerígenas.

70.000 datos fueron analizados en el estudio sobre cáncer y bebidas azucaradas del Instituto Karolinska.

5 años de supervivencia desde su diagnóstico puede tener una persona con cáncer de vesicula biliar, según Cancer.org.