Mabel González
Un circuito de recompensa cerebral determinaría la inclinación de cada persona a practicar bullying o evitarlo, según encontró un estudio publicado ayer en la revista Nature, lo que podría abrir la puerta a nuevas terapias para esta conducta.
La investigación, elaborada por un equipo de la Escuela Icahn de Medicina de Mount Sinai (Nueva York, EE.UU.), descubrió que este tipo de acoso, que afecta principalmente en la etapa escolar, causaría placer en quienes la practican y que eso explicaría, en parte, su ocurrencia.
En concreto, los científicos encontraron que unas regiones llamadas cerebro anterior basal (prosencéfalo basal, o BF, por sus siglas en inglés) y circuito habénula lateral (BF-LHB) determinan el bullying a nivel biológico.
En su trabajo, los autores se concentraron en identificar los mecanismos por los que ciertas regiones de recompensa del cerebro interactúan para articular el componente de la motivación o la gratificación del comportamiento agresivo. Para ello basaron su estudio en ratones.
Según recogió el portal Science Daily, el comportamiento agresivo inadaptado se asocia con una serie de trastornos siquiátricos y se cree que resulta en parte por una activación inapropiada de los sistemas de recompensa del cerebro en respuesta a estímulos sociales agresivos o violentos.
Si bien investigaciones anteriores han implicado el cerebro anterior basal como una región de recompensa potencialmente importante para los comportamientos relacionados con la agresividad, ha habido escasa evidencia de que esta zona del cerebro -o sus proyecciones a otras regiones- controle directamente los aspectos gratificantes de la agresión.
"Nuestro estudio es el primero que demuestra que el bullying activa un circuito primario de recompensa cerebral que hace que sea agradable para un subgrupo de individuos", explicó Scott Ruso, profesor asociado de Neurobiología del citado plantel y uno de los autores del paper.
"Además, demostramos que al manipular la actividad de este circuito se altera la actividad de las células cerebrales y, en última instancia, el comportamiento agresivo", agregó el académico.
Adultos y subordinados
Para estudiar las diferencias individuales con respecto a la agresividad, el equipo de Russo estableció un modelo de comportamiento basado en ratones que expuso a adultos machos frente a roedores subordinados más jóvenes. Esta exposición ocurrió tres minutos al día durante tres jornadas consecutivas.
A través de este ejercicio encontraron que un 70% de los animales exhibió comportamiento agresivo, mientras que un 30% no mostró ningún tipo de violencia. Los primeros recibieron la denominación "AGG" y los otros fueron llamados "NON".
Por medio de una técnica que se usa frecuentemente en estudios con animales para evaluar las preferencias por estímulos ambientales asociados a recompensas positivas o negativas, los investigadores encontraron que los ratones AGG hicieron bullying o atacaron a sus pares subordinados. Por el contrario, los roedores NON no practicaron bullying ni atacaron al otro ratón.
Investigaciones anteriores han encontrado que el circuito habénula lateral juega un papel en los estados de ánimo negativos y la aversión en una amplia gama de especies, entre ellos los seres humanos y los ratones. Sin embargo, hasta ahora se conocía poco sobre los mecanismos neuronales que regulan directamente el componente motivacional del comportamiento agresivo.
En otro experimento, los expertos usaron herramientas optogenéticas para manipular directamente la actividad en el cerebro anterior basal y la habénula lateral, descubriendo que la estimulación o inhibición de estas zonas son suficientes y necesarias para alterar la inclinación a comprometerse con prácticas de bullying o evitar las oportunidades que se presentan para hacerlo.
El método de la manzana
Para graficar a sus alumnos los efectos del bullying, la profesora británica Rosie Tutton recurrió a dos manzanas, las que parecían idénticas. La docente tomó una de las frutas, la tiró al suelo y le transmitió a sus alumnos lo mucho que la odiaba. Además dijo que pensaba que era asquerosa. Acto seguido le dio la libertad a los niños de insultar a esta manzana. Después, Tutton tomó ambas frutas y las partió por la mitad, con lo que los estudiantes se dieron cuenta que la que había recibido ofensas tenía su interior oxidado.
70% de los ratones
estudiados por el equipo estadounidense mostró un comportamiento agresivo. 8
tipos de acoso escolar han sido descritos por los expertos en el tema. El bloqueo social es el que más incidencia tiene en las víctimas.