El envejecimiento de la población en Chile es una realidad que hoy nos presenta importantes desafíos. Según la Superintendencia de Pensiones y la Superintendencia de Valores y Seguros, las mujeres afiliadas al sistema de pensiones que cumplan 60 años y que estén en edad de jubilar, vivirán en promedio 91,09 años. En el caso de los hombres, el promedio es de 85,6 años. Junto con ello, se estima que la población de tercera edad para 2041 se triplicará en nuestro país.
Si bien en Chile contamos con el Auge, un sistema de pensión solidaria, y el Senama, existen aspectos escasamente abordados, como transportes acordes para personas mayores, atención primaria especializada y formación en geriatría y gerontología. Las personas mayores son un grupo poblacional con una esperanza de vida nunca antes alcanzada en la historia del país, situación que, entre otras cosas, ha traído consigo el aumento de muchas enfermedades crónicas o demencias,que requieren de centros especializados, todavía insuficientes en el sistema público de salud o que en el sistema privado tienen costos inalcanzables.
Por ejemplo, los pacientes postrados o con alto grado de dependencia necesitan de camas socio-sanitarias, las cuales están disponibles en unidades geriátricas de la red de salud, en Centros de Larga Estadía de Adultos Mayores (ELEAM) o en instituciones sin fines de lucro. Sólo haciendo seguimiento de este ítem es posible observar la imperiosa necesidad de contar con más recursos para este sector de la población. Según han expresado voceros de las instituciones sin fines de lucro, ellos reciben de Fonasa $10.000 por cada día cama socio-sanitaria, un valor muchísimo menor que el que se destinaría para las camas en unidades geriátricas de hospitales y a los privados con fines de lucro.
Como dato adicional, el Gobierno comprometió para su período 100 nuevas camas socio-sanitarias, de las cuales 80 estarían disponibles para este año y 20 para 2017.
Sólo este aspecto da cuenta de la alta necesidad de recursos en salud que está demandando el creciente grupo de adultos mayores. Esto, sin considerar medicamentos o las políticas para un envejecimiento positivo que, por cierto, también requieren programas y planes con profesionales especializados en gerontogeriatría.
Patricio Silva Rojas, decano de la Facultad de
Ciencias de la Salud de la Universidad Central