Agotamiento de pozos superficiales
La sequía en la provincia osornina está derivando ya en la búsqueda de agua a profundidades mayores. Los gobiernos y los ciudadanos tienen que enfrentar la escasez de agua con medidas urgentes y otras que demandarán un mayor tiempo.
Aniveles no conocidos anteriormente, y por lo mismo muy inquietantes, está llegando el déficit hídrico que se vive en el sur del país, y que en la provincia de Osorno específicamente ha provocado que incluso en esta época otoñal, antaño ya caracterizada por abundantes lluvias, se esté distribuyendo agua en los sectores rurales en grados incluso superiores a lo que se realiza durante el verano. Las cifras de precipitaciones caídas están dando cuenta de un fenómeno que se viene arrastrando desde hace años, pero que ahora está alcanzando ribetes de extrema preocupación, pues de no mediar transformaciones mayores, la zona tendrá que habituarse a una nueva realidad y, con ello, a la readecuación forzada de su sistema agrícola y de los ciclos productivos.
De acuerdo a los datos meteorológicos oficiales, en los primeros cinco meses de este año cayeron 250,6 milímetros de agua en Osorno, lejos ya de los 337,5 mm. del año pasado; y más distante todavía del promedio para igual período, que alcanza a los 482,4 mm. Esta drástica disminución se está expresando incluso en que los pozos superficiales, a los que habitualmente recurrían los agricultores y habitantes de zonas rurales cuando asolaba una sequía, estén ya prácticamente sin agua, agotándose entonces las últimas reservas de un territorio que antes era pródigo en la disponibilidad de agua a todo evento.
Una prueba de esta realidad está en las solicitudes de captación de pozos profundos, que en voz de las empresas del rubro ha experimentado un incremento de un 30 por ciento. Si ya no hay agua a una profundidad de 10 metros, se está buscando aún más abajo, a los 40 ó 50 metros, echando mano a reservas que pueden datar de hace unas tres décadas.
Además del peligro vital que implica recurrir a estas reservas, lo que se ha hecho evidente es que el clima está en una fase de cambios que demanda la atención inmediata de las sociedades, tanto para realizar ahora los ajustes que a todo nivel permitan tender hacia un mayor ahorro del recurso hídrico, como a la búsqueda e implementación de tecnologías para hacer un uso más eficiente del agua, que con toda certeza será el oro del siglo XXI.