Por razones que aún necesitan una mayor claridad, Osorno ha ido acumulando con el paso de los años una creciente deuda en materia de viviendas sociales, llegándose al extremo de tener hoy 2.500 familias sin casa, repartidas entre aquellas que ya recibieron su subsidio habitacional, pero que están a la espera de un terreno para materializar su viejo anhelo; y las que están expectantes por adjudicarse la ayuda que le corresponde entregar el Estado. Naturalmente está también la inmensa población radicada en los campamentos de la ciudad, quizás los más desamparados y vulnerables, y que son un llamado de atención para las autoridades comunales y del Ministerio de Vivienda.

Uno de los puntos que se ha planteado a fin de solucionar la falta de terrenos para construir pasa por liberar parte del predio Baquedano que el Ejército posee a pocas cuadras del centro de la ciudad y que resultaron de una donación que la familia Hott le realizó hace años al Fisco, según se detalló esta semana. Ya que el Ejército manifestó hace un tiempo su disponibilidad para vender parte del terreno, se formó una comisión con representantes de los ministerios de Defensa, Bienes Nacionales y Vivienda para acordar los mecanismos del traspaso.

Aunque de esta comisión no ha habido novedades en largo tiempo, a pesar de la urgencia de las familias que demandan su casa propia, una reciente resolución de la Contraloría General de la República, emitida en razón de un caso similar en la comuna de Victoria, Región de La Araucanía, pareciera otorgar mayores posibilidades para acelerar la liberación del terreno. En el dictamen, el órgano contralor dispuso que un terreno que había sido entregado al Ejército para su operación, debía ser restituido sin costo a Bienes Nacionales luego que la institución castrense manifestara que ya no lo necesitaba.

Aparentemente se encuentra aquí un mecanismo para agilizar la decisión que deben tomar los organismos estatales. Hay que resolver rápido la deuda que hay con las familias, habida cuenta del gran déficit habitacional que hay en Osorno y de la paciencia que han tenido los pobladores.

En medio de la crisis que preocupa a nuestra región, y el ambiente de incertidumbre que vivimos, una familia le da la bienvenida a un nuevo integrante: nació sano y fuerte y sus padres están felices, cómo no estarlo al ver su cara llena de inocencia. Mientras en una mesa de trabajo con dirigentes y voluntarios en un campamento nos daban esta hermosa noticia que llenaba de alegría el ambiente, compartimos su felicidad, pero no pude dejar de sentir que fracasamos.

Fracasamos como país, como sociedad, fracasamos cada vez que un niño tiene que crecer en situación de campamento, fracasamos cada vez que los enfrentamos a este nivel de violencia social, fracasamos cada vez que aumenta el número de familias viviendo en esta situación, fracasamos cuando somos indiferentes, cuando justificamos la pobreza y la desigualdad.

Bayron, el bebé que conocí, no decidió dónde nacer, ni sabe que en este país el lugar donde tú naces marca tu futuro, por ahora.

La rabia, la frustración, la indignación nos moviliza, transformando todas estas emociones en trabajo duro, desde el territorio, viviendo alegrías y tristezas junto a las familias que se encuentran en situación de campamento, soñando juntos un país diferente, abriendo espacios de discusión donde dibujamos este sueño. Nos trazamos objetivos concretos y juntos buscamos soluciones.

Nuestra labor no termina ni empieza con la obtención de una vivienda definitiva, también realizamos capacitaciones de oficios, reforzamiento educacional a través del programa Nuestra Sala, en el cual nuestros voluntarios prestan acompañamiento académico a los niños y niñas de campamento. Nos involucramos, formamos lazos, compartimos nuestras vidas y esa es la mayor riqueza que tenemos, porque Techo es más que un techo, y te necesitamos a ti y a cada persona que sueñe un país diferente, que no quiera que Bayron y ninguna persona se vea obligada a vivir en un campamento para soportar la lluvia, el barro, la discriminación, el frío que se cuela por las ranuras de las paredes, la escasez de agua potable, la falta de educación y bienestar, entre tantas otras cosas. Necesitamos ser más personas construyendo un país justo y sin pobreza.

Giovanna Moreira, directora regional de Techo Chile

Por razones que aún necesitan una mayor claridad, Osorno ha ido acumulando con el paso de los años una creciente deuda en materia de viviendas sociales, llegándose al extremo de tener hoy 2.500 familias sin casa, repartidas entre aquellas que ya recibieron su subsidio habitacional, pero que están a la espera de un terreno para materializar su viejo anhelo; y las que están expectantes por adjudicarse la ayuda que le corresponde entregar el Estado. Naturalmente está también la inmensa población radicada en los campamentos de la ciudad, quizás los más desamparados y vulnerables, y que son un llamado de atención para las autoridades comunales y del Ministerio de Vivienda.

Uno de los puntos que se ha planteado a fin de solucionar la falta de terrenos para construir pasa por liberar parte del predio Baquedano que el Ejército posee a pocas cuadras del centro de la ciudad y que resultaron de una donación que la familia Hott le realizó hace años al Fisco, según se detalló esta semana. Ya que el Ejército manifestó hace un tiempo su disponibilidad para vender parte del terreno, se formó una comisión con representantes de los ministerios de Defensa, Bienes Nacionales y Vivienda para acordar los mecanismos del traspaso.

Aunque de esta comisión no ha habido novedades en largo tiempo, a pesar de la urgencia de las familias que demandan su casa propia, una reciente resolución de la Contraloría General de la República, emitida en razón de un caso similar en la comuna de Victoria, Región de La Araucanía, pareciera otorgar mayores posibilidades para acelerar la liberación del terreno. En el dictamen, el órgano contralor dispuso que un terreno que había sido entregado al Ejército para su operación, debía ser restituido sin costo a Bienes Nacionales luego que la institución castrense manifestara que ya no lo necesitaba.

Aparentemente se encuentra aquí un mecanismo para agilizar la decisión que deben tomar los organismos estatales. Hay que resolver rápido la deuda que hay con las familias, habida cuenta del gran déficit habitacional que hay en Osorno y de la paciencia que han tenido los pobladores.

En medio de la crisis que preocupa a nuestra región, y el ambiente de incertidumbre que vivimos, una familia le da la bienvenida a un nuevo integrante: nació sano y fuerte y sus padres están felices, cómo no estarlo al ver su cara llena de inocencia. Mientras en una mesa de trabajo con dirigentes y voluntarios en un campamento nos daban esta hermosa noticia que llenaba de alegría el ambiente, compartimos su felicidad, pero no pude dejar de sentir que fracasamos.

Fracasamos como país, como sociedad, fracasamos cada vez que un niño tiene que crecer en situación de campamento, fracasamos cada vez que los enfrentamos a este nivel de violencia social, fracasamos cada vez que aumenta el número de familias viviendo en esta situación, fracasamos cuando somos indiferentes, cuando justificamos la pobreza y la desigualdad.

Bayron, el bebé que conocí, no decidió dónde nacer, ni sabe que en este país el lugar donde tú naces marca tu futuro, por ahora.

La rabia, la frustración, la indignación nos moviliza, transformando todas estas emociones en trabajo duro, desde el territorio, viviendo alegrías y tristezas junto a las familias que se encuentran en situación de campamento, soñando juntos un país diferente, abriendo espacios de discusión donde dibujamos este sueño. Nos trazamos objetivos concretos y juntos buscamos soluciones.

Nuestra labor no termina ni empieza con la obtención de una vivienda definitiva, también realizamos capacitaciones de oficios, reforzamiento educacional a través del programa Nuestra Sala, en el cual nuestros voluntarios prestan acompañamiento académico a los niños y niñas de campamento. Nos involucramos, formamos lazos, compartimos nuestras vidas y esa es la mayor riqueza que tenemos, porque Techo es más que un techo, y te necesitamos a ti y a cada persona que sueñe un país diferente, que no quiera que Bayron y ninguna persona se vea obligada a vivir en un campamento para soportar la lluvia, el barro, la discriminación, el frío que se cuela por las ranuras de las paredes, la escasez de agua potable, la falta de educación y bienestar, entre tantas otras cosas. Necesitamos ser más personas construyendo un país justo y sin pobreza.

Giovanna Moreira, directora regional de Techo Chile