Secciones

Confirman 10 intoxicados por consumir mariscos

REGIÓN. Los productos estaban infectados con marea roja.
E-mail Compartir

Marcelo Galindo Gallardo

La secretaría Regional Ministerial de Salud confirmó que son 10 los casos de personas que en la Región han resultado intoxicadas por consumir mariscos afectados con la marea roja.

La mayor cantidad se concentró en la ciudad de Ancud, donde ocho integrantes de una familia tuvieron síntomas tras comer machas que habrían extraído en Mar Brava.

Todos presentaron síntomas leves a raíz de la toxina alojada en el bivalvo.

Los otros dos casos son de Carelmapu en la comuna de Maullín. Uno fue dado de alta, mientras que ayer en la mañana otra persona fue trasladada desde Calbuco al Hospital de Puerto Montt, donde permanece internado.

Tras la alerta decretada por la Autoridad Sanitaria y una serie de publicaciones en las redes sociales y en la página web del Ministerio de Salud, se entrega una serie de recomendaciones de los productos que sí se pueden consumir.

Entre ellos figura el piure, pese a que diversos especialistas, entre ellos el mismo Ministerio de Salud en su página web, advierten que puede tener marea roja, al ser un filtrador.

El Instituto de Fomento Pesquero (Ifop), por ejemplo, señala en su web que el piure "es otro filtrador que es capaz de presentar toxicidad durante una floración de A. catenella (Marea Roja)".

A ello se suma que en marzo de este año la Seremi de Salud en Magallanes decretó prohibición de extracción de productos, entre ellos el piure por presencia de toxina diarreica en cierta zona de ese punto de la austral región.

Experiencia

Para Eugenia Schnake, seremi de Salud de la Región de Los Lagos, el piure es filtrador, "pero nosotros nunca, incluso en momentos en que hemos llegado a tener bivalvos con 30 mil microgramos en otros eventos de marea roja, el piure ha salido positivo. Por eso, nos atrevemos a decir con seguridad que la gente puede consumir piures", manifestó.

La autoridad de Salud añadió que los informes del Ifop lo señalan por el tema de ser filtrador. "Pero, somos la Región que más experiencia tenemos en ese tema y nunca hemos tenido piures con presencia de marea roja, aún en eventos con alta cantidad de toxina paralizante", recalcó.

Fragmento

E-mail Compartir

Sucede. Ocurre. De pronto uno conoce a un escritor y su obra adquiere fuerza, relevancia. También pasa lo contrario, por cierto: uno tiene la posibilidad de acceder al autor y a su hijo y la obra se te cae al suelo.

A veces uno vive una de esas historias que vale la pena contar. Esas que tienen algo de poco probable, de inverosímil, y eso justamente es lo que hace de ellas una historia. Como enredarse con el hijo de un escritor importante.

Como conectar con la obra secreta y la vibra del primogénito.

Como acostarse con él.

Como que te culió un Restrepo y te dejó mal.

Mal pero bien.

Rico. Prostáticamente exquisito.

¿Cómo puedo narrar sin participar del todo?

¿Cómo puedo ser, digamos, pasivo y a la vez activo?

O quizás lo adecuado -lo natural- es ser versátil. Moderno.

Y piola, claro.

Pueden llamarme Alf.

No es un mal comienzo aunque ya lo sé: la referencia libresca es algo burda y más meta y de escritor-de-taller de lo necesario. Si bien el narrador del libro que deseo escribir seré yo, no deseo -ni debo- ser el personaje principal. Igual creo que cabe armar algo con mi back story (unas páginas, un dossier, un making of) y de seguro en el libro irán saliendo de a poco, de rebote, sin querer, cosas acerca de mí.

¿O no?

No sé.

Todos me dicen Alf desde chico.

El hijito de su papá.

El hijo pródigo, el hijo díscolo, el ángel caído.

Un libro acerca de escritores y de la manía de escribir contado a través de dos personas que no escriben pero sí leen.

Que se leyeron de una.

Eran los últimos días de la administración Piñera. La Nueva Mayoría estaba por retornar al poder con Bachelet, decidida a ser no la mamá de todos sino la madre coraje que ella vio en un montaje al aire libre en Alemania del Este. No al lucro, sí a la meritocracia, educación gratuita para todos, fin de los privilegios para la clase alta. Chile para todos, no sólo para algunos. Todos: no el todo-el-mundo de toda-la-vida sino todos. Todos (sí, todos, ese nosotros excluyente e incluyente que todos los que son parte de ese puto todo saben conjugar a la perfección) estaban aterrados, ruidosos, exhibicionistas y como aprovechando los últimos días de una época dorada que de seguir iba a estallar. Había hastío y algo andaba mal pero el diagnóstico estaba errado. Algo iba a suceder, tenía que suceder, esto no seguiría igual, los días de alguna manera estaban contados.

Lo que era cierto.

Muchos (el mundillo ligado al arte, a la prensa, a lo audiovisual, los seguidores y los cazadores de tendencias, la supuesta intelectualidad, la gente conectada) juraban que eran parte de una fiesta edénica digital all-inclusive. Adictos a Twitter e Instagram, amarrados a Facebook, clavados en sus celulares y con la sensación de un insólito empoderamiento digital (todos fisgoneaban a todos, todos seguían a todos) que los hacía hablar más de la cuenta, no quedarse en casa tranquilos, escuchar muy poco a los demás y jurar que eran parte del jardín de al lado y de la fiesta interminable. Había más críticos gastronómicos que literarios y todos se creían famosos y acosados.

Estábamos sobregirados, coludidos, ansiosos.

Había que caer.

Algo debía ceder.


"Sudor"

Alberto Fuguet

Random House 608 páginas

$18.000