Mechoneo en la ciudad
Llega marzo y con ello comienza, entre otras cosas, el proceso de las actividades estudiantiles en sus diferentes niveles, como la educación superior, particularmente para los que ingresan por primera vez en cada casa de estudios existentes en la comuna, ya sea la universitaria como los institutos técnicos profesionales.
Es por ello que este mes, como es de costumbre o tradición, en lo que es de llamarse la semana mechona o novato, según el caso, de seguro se volverá a presenciar aquellos mechones o novatos deambulando por las calles principales de la ciudad pidiendo un aporte monetario a cada transeúnte que pasa para alcanzar la meta impuesta por los organizadores de tal evento de bienvenida, en un estado deplorable y luctuoso.
Pueda que lo acontecido cada año sea una tradición de cada federación de estudiantes del nivel superior; pero en estas alturas es menester revisar aquel procedimiento, que ya llega a ser hasta grotesco e indignante. Creo que la idea de la semana mechona o novata es pasarlo bien entre los alumnos más antiguos y de los que recién comienzan su vida universitaria, pero que ello no implique pasarlo bien a costa de la humillación de que son objetos dichos estudiantes, con una tradición ya pasada de moda y obsoleta.
Por el contrario, que esta actividad de bienvenida sea un recuerdo que perdure en el tiempo, con eventos o actividades constructivas y recreativas para los que están participando, teniendo como principio básico el respeto por la dignidad de las personas, en este caso, entre los mismos jóvenes estudiantes.
Carlos Angulo B.
Día de la Mujer I
Ser mujer en estos días no es tarea fácil. No lo es para quienes tenemos hijos, ni para quienes optan por no tenerlos. Tampoco lo es para quienes optan exclusivamente por las tareas asociadas a la casa y/o la crianza, ni para las que tomamos la decisión y tenemos la posibilidad de desempeñarnos en el mundo laboral remunerado e intentamos compatibilizar múltiples roles.
No es fácil precisamente porque transitamos constantemente entre lo que se nos exige por estereotipos y lo que queremos construir como posibilidad. Ser mujer hoy día es un desafío que, muchas veces, vivimos como una lucha personal. No obstante, la convivencia cotidiana entre hombres y mujeres es una tarea social, colectiva, que apunta a equiparar las posibilidades de desarrollo sin discriminación de género.
La triste noticia de las jóvenes mochileras nos recordó hace unos días que las mujeres aún estamos en posición de desventaja sólo por el hecho de ser mujer. Lo mismo nos señala los múltiples casos de violencia hacia la mujer que cotidianamente se manifiestan en situaciones sutiles de acoso sexual, callejero o laboral y que tienen su expresión más visible en los femicidios.
El 8 de marzo es un día de conmemoración, no de celebración. Recordamos la muerte de mujeres valientes que nos abrieron camino para pensarnos distintas, pero iguales en derechos. Es responsabilidad de todos y todas consolidar los logros y continuar abriendo nuevos espacios para aquellas mujeres que aún no tienen acceso a decidir sobre su proyecto de vida, ya sea por su situación económica, su etnia o falta de oportunidades educativas.
Ana María Acuña, jefa de carrera de Sicología de la UST Osorno
Día de la Mujer II
Deseo manifestar mi preocupación por la alta tasa de femicidios que ocurren en nuestro país y la poca o escasa atención que generan en la población en general. Estamos frente a lo que llamamos "naturalización de la violencia", donde el asesinato de mujeres por razones de género no despierta mayor asombro. Sin ir más lejos, a los 45 femicidios registrados por el Sernam en 2015, ya sumamos 6 en lo que va de este 2016.
Esta situación merece toda nuestra alarma, ya que, al parecer, las medidas que se están tomando han sido y siguen siendo insuficientes. Está clarísimo que las campañas y políticas que se han generado en contra de la violencia a la mujer no han sido del todo eficaces ni suficientes para generar la conciencia necesaria sobre el respeto hacia la vida e integridad de las mujeres. Las intervenciones que requerimos son a todo nivel y aún estamos a la espera de ellas.
En Chile, las mujeres sufren violencia física, económica y psicológica; son maltratadas, torturadas y asesinadas por el simple hecho de ser mujeres. Maltratadas, debemos decirlo con profundo pesar, por un Estado que no las protege lo necesario ni les da garantías suficientes de resguardo, y también maltratadas por medios de comunicación que validan un trato indigno o estereotípico hacia ellas.
Nos está resultando demasiado difícil combatir los prejuicios de género y restituir a las mujeres su lugar en la sociedad como ciudadanas en plena dignidad y derechos. Es una tarea que no puede seguir esperando. Esperemos que no necesitemos aún más golpes ni más muertes para entenderlo.
Paula Sáez, directora de Escuela de Sicología de la Unab