El chilote que se codeó con los Rockefeller
REGIÓN. Comenzó como jardinero de la multimillonaria familia de Estados Unidos, donde hoy está radicado y dedicado a la venta de automóviles.
El titular del 16 de julio del 2005 del diario El Latino, cuya publicación va dirigida a la comunidad de habla hispana de Arkansas Central, en Estados Unidos, rezaba: "Fallece un amigo de los latinos, el vicegobernador Winthrop Rockefeller". Se trataba de una portada que para quienes no son norteamericanos pasaría casi inadvertida, más aún en lugares tan distantes como el archipiélago de Chiloé, a excepción de la familia de un joven colectivero de Ancud.
Es que "Win", como lo conocían los latinoamericanos del estado de Arkansas, o "Don Win", como lo llama cariñosamente la familia del ancuditano Marcos Barrientos (46), fue quien acogió a este viajero isleño cuando a comienzos de este siglo, luego de fracasar en un emprendimiento en Chiloé, se fue con lo puesto a probar suerte en el país del norte, buscando un muy distante "sueño americano" del cual había oído hablar en las películas de Hollywood.
Desde su distribuidora de autos en la ciudad de Conway, llamada "Marcos used autos sales", nos atiende este ahora exitoso empresario chileno con un marcado acento gringo que a ratos se mezcla curiosamente con el típico sonsonete chilote.
Como toda gran historia de vida, la de Barrientos fue una cadena de coincidencias. Una familiar de una persona conocida, que se topó a través de viajeros que llegaban a Chiloé con alguien relacionado con una nana de los Rockefeller de Arkansas, fue el nexo que llevó a este protagonista a una aventura que cambió su vida.
Hasta la fecha, Marcos había realizado varios oficios, pero mayoritariamente el de transportista, creando incluso una línea de colectivos entre Ancud a Castro que luego fracasó por el ingreso de empresas de buses en su mismo recorrido. De ahí todo cambió. "Decidimos irnos por la mala situación económica que estábamos pasando", confiesa.
Arribo
Sin saber inglés, sin conocer a nadie, sin estudios superiores y solamente con las ganas de salir adelante, en febrero del 2001 aterrizó Barrientos en Little Rock, la capital del estado de Arkansas, lejos de su familia y del mar que estaba acostumbrado a ver desde que aclaraba el día en su tierra. Fue reclutado en la mansión de Winthrop Paul Rockefeller, bisnieto del primer billonario de la historia, el fundador de la petrolera Standard Oil, John D. Rockefeller.
Techo y comida, y el más básico de los trabajos fue el que le tocó hacer al aventurero chileno; un oficio que nunca siquiera había pasado por su mente como opción de vida en su natal Chiloé. Como era época de invierno en el país del norte, se le encomendó recoger las hojas que caían copiosamente de los árboles de la gran propiedad.
"Fue un cambio totalmente drástico para mí, porque después de haber tenido una pequeña empresa y hecho otras cosas, yo llegué a trabajar de jardinero", cuenta Barrientos, recordando que "me pasaron una raqueta para recoger hojas y cada vez que las recogía lloraba de pena e impotencia, porque estaba solo y nunca había trabajado en algo así, todo era nuevo, la situación y la gente".
Todo ese cuestionamiento y ese dolor se transformaron en una sonrisa de oreja a oreja cuando el nuevo inmigrante recibió su primera quincena. "Yo saqué mis cuentas y lo que estaba recibiendo estaba muy bien comparado con Chile, además que cuando llegué me dieron departamento y otras comodidades", relata, detallando que por el medio mes de trabajo recibió 600 dólares que le ayudaron a seguir con la cara llena de risa su "despreciable" trabajo.
A 5 meses y 5 días de recibida su primera quincena, ya la plata alcanzaba para que la familia volviera a reencontrarse, esta vez en Arkansas. "Los echaba mucho de menos y fue muy duro, porque mi hijo menor cuando yo me vine todavía no sabía hablar y un día lo llamé por teléfono y me preguntó cuándo iba a ir para que jugáramos fútbol. Eso me partió el corazón", recuerda con nostalgia el gringo-chilote.
Luego de 3 largos años y gracias a su espíritu de maestro "chasquilla" el chileno se fue destacando en el arreglo de distintas herramientas y maquinarias en la propiedad de "Win" Rockefeller, lo cual llamó la atención del multimillonario, quien le transfirió al área de mantención de sus empleados.
Idioma
Un obstáculo duro de vencer en esta carrera por escalar nuevas oportunidades fue el idioma inglés, en lo que este patiperro nunca se había destacado. "En la escuela y el liceo siempre fui de los peores en ese ramo, me iba mal y nunca me gustó", advierte, lo cual es corroborado por su profesora jefa de aquella época, Sonia Bahamonde, que también era quien le impartía la lengua extranjera en el Liceo Domingo Espiñeira Riesco de Ancud.
"Los alumnos piensan que nunca lo van a ocupar (el inglés) y Marcos, si bien no era bueno para el inglés, era un alumno bien cooperador y muy amigo de sus amigos, con lo que aportaba al curso", comparte la docente, quien además rememora que Barrientos ya en cuarto medio se había querido una vez ir a Suecia, donde en esos años (1988) el gobierno de ese país pagaba un sueldo y les daba departamentos a jóvenes extranjeros que se quisieran ir a vivir allá, además de todos los beneficios de bienestar.
"Le hicimos una despedida y todo, pero a último minuto se arrepintió", comentó.
El caso es que este viajero, ya radicado un par de años en Arkansas, tuvo que comenzar a estudiar inglés de noche porque tampoco podía ejercitarlo mucho en su trabajo, ya que la mano de obra de su empleador era toda hispana. El dominar el idioma le sirvió, entre otras cosas, para obtener licencia para conducir en Estados Unidos y que Winthrop Rockefeller lo nombrara posteriormente "property management" de sus propiedades, lo que incluía su mansión de residencia, más otras en múltiples puntos de Estados Unidos y el mundo.
"Tenía que velar por los vehículos y las propiedades, que siempre tenían que estar al cien por ciento, siempre listos para su uso", asevera el ancuditano. "Ya habían pasado unos cuatro o cinco años cuando comencé a tener mayor autoridad y a realizar algunos viajes a otros estados y países", agrega.
De su trato con Rockefeller, el chilote advierte que siempre fue directo, indicando que "es muy distinta una persona con dinero en Chile que una persona con dinero acá, porque ellos valoran mucho todo lo que es servicio que le puedas entregar manualmente".
Su relación con "Win" ya fue más cercana en ese tiempo, incluso viajando en algunas oportunidades acompañando al magnate. "Él hablaba español y era una persona muy sencilla. Tú siempre lo veías preocupado de su gente y de que uno se sintiera bien, incluso cuando él estaba presente y uno terminaba un trabajo siempre te daba las gracias, u otras veces él tomaba la pala o la raqueta y trabajaba con uno", recalca el chilote.
Independencia
Luego de la muerte del empresario y ya habiendo ahorrado un buen capital, Marcos se independizó, volviendo a lo que le apasionaba, instalándose en la ciudad de Conway, siempre en Arkansas, con una distribuidora de autos.
"Él siempre fue muy empeñoso, sobre todo en las cosas que le gustaban, donde en el tiempo del liceo ya se destacaba por conducir con gran habilidad a eso de los 15 años; ese era su fuerte, los fierros y los vehículos", aporta el suboficial de Carabineros, Alfonso Balle, quien compartiera aulas con el exitoso chilote.
Sin apuros económicos y trabajando en familia, los Barrientos formaron el "Marcos used autos sales" o la "Venta de autos usados Marcos", donde ofrece regularmente más de medio centenar de vehículos de primera calidad.
"Gracias a Dios las cosas se han dado muy fáciles y me ha ido muy bien, porque aquí el que quiere trabajar y salir adelante pueden hacerlo, solamente con ganas, entusiasmo y uno puede lograr todo lo que quiere", comenta el gringo chilote.