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Squella revisa en un libro los lugares sagrados de su vida

El Premio Nacional de Humanidades (2009) acaba de publicar "Lugares sagrados", un libro en el que reflexiona sobre el carácter espiritual de bares, cafés, estadios, librerías, hipódromos, cinematógrafos y templos vacíos de Valparaíso y Viña. No se trata de Dios, "sino de algo que en cierto modo lo sustituye", dice él.
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Uno de los lugares sagrados de agustín Squella es el Sporting club de viña del mar. Allí se junta con sus amigos, pierde plata y apuestas, pero -dice- gana excitación.


"Lugares sagrados"

Agustín Squella

Lolita Editores 138 páginas

$12.000

"El Sporting" es uno de los "Lugares Sagrados" que el profesor de Derecho de la U. De Valparaíso y de la UDP, Premio Nacional de Humanidades (2009) y ex asesor del gobierno de Ricardo Lagos inspecciona en el libro que acaba de publicar Lolita Editores. En el texto, Squella describe la felicidad que le provoca el galope de los purasangre y el sosiego que encuentra en una galletita del café Anayak, en una copa de Pernod servida en el Bar Inglés, en el silencio de las librerías o en las iglesías vacías que visita para curarse del ruido.

-Hábleme de sus amigos del Sporting: del Oráculo, del Pluto. ¿Por qué no son perdedores y viciosos?

-No sé si poesía, salvo que esta última palabra se empleara en un sentido muy amplio. Lo que hay en una carrera de caballos es energía, colorido, fuerza, determinación, y una estética que no encuentras en ninguna otra activiad. Ver cómo los caballos se abalanzan sobre el punto de llegada en los metros finales de una carrera, con los jinetes haciendo sus mejores esfuerzos, en la amplia paleta de colores que forman las casaquillas que visten, es algo único.

-¿Cuándo comenzó a reflexionar sobre sí mismo, sentado frente a -un café en el Anayak?

-Uno no sabe bien cuándo parten estas cosas. En cualquier caso, yo llegué tarde al café (lugar) y al café (bebida). Hasta hace unos 15 años no frecuentaba los primeros y, en cuanto al café, me sentaba mal. Luego las cosas cambiaron. Hoy el Anayak es uno de mis cafés preferidos y allí acompañan el cortado con un pequeño pancito de hoja que tiene el mismo color del café y que resulta sublime. Así fue como descubrí que los cafés, lo mismo que los bares, son lugares tanto para la conversación como la introspección, aunque yo prefiero la segunda. Yo entro a un bar o a un café para estar solo.

-¿Por qué hacer filosofía de los asuntos cotidianos como visitar una iglesia vacía o apoyarse en un vaso de "fuerte" servido en un bar?

-No sé si puede llamarse filosofía a lo que hago sobre los sitios cotidianos, y en especial sobre mis lugares sagrados. Humberto Giannini fue un maestro en eso de la filosofía de lo cotidiano, y no pretendo emularlo. Lo que pasa es que si la filosofía es una actividad que consiste en pensar hacia el límite de nuestras posibilidades, algo de eso me pasa a mí en bares, cafés y restaurantes, cuando estoy en ellos solo y en manos de mis propios pensamientos y emociones.

-¿Cómo fue encontrando sus propios lugares sagrados?

-A lo largo de la vida, mirando, sintiendo, atento a lo que me pasaba en cada uno de ellos. Parte importante de la vida es darse cuenta de cuáles son tus lugares sagrados.

-¿Cómo serán los lugares sagrados de las nuevas generaciones?

-No sé ni cómo serán ni menos cuáles serán, aunque imagino que lo único sagrado acabarán siendo esos teléfonos inteligentes, que ya sabemos que son mucho más que teléfonos, y que en cualquier transporte público la mayoría de las personas va consultando con una obsesión compulsiva. Las redes sociales dan la ilusión de estar comunicados con otros, aunque la verdad es que permiten algo menos que eso: estar conectados. Conexión y comunicación no son lo mismo. Tal como vamos, y después de muchos años de futura evolución, la cabeza humana va a adquirir la forma rectangular de esos apartos y crecerán también, desmesuradamente, los pulgares con los que estamos constantemente escribiendo en ellos. Esos aparatos modificarán nuestra anatomía, tal como han modificado ya nuestro cerebro.

De la casa al bar

-¿Qué le hace abandonar la casa para salir a campear a otros lugares sagrados?

-Para mí la casa es el lugar sagrado por excelencia, tanto que alguna parte del gozo que experimento en otros de mis lugares sagrados proviene de la conciencia de que en algún momento volveré a casa, oleré por un instante las fragancias del jardín, cerraré la puerta tras de mí y recuperaré a ese que pude haber extraviado durante el ir y venir de una jornada en que di clases, hablé con otros, toleré los ruidos de la calle, y así. En las librerías encuentro sosiego. Introspección en bares y cafés. Excitación en el hipódromo. Hipnosis en el cine. Sentido de pertenecer a algo en el estadio (en este caso a Santiago Wanderers de Valparaíso) y sosiego, otra vez, al interior de un templo vacío en el que no hay fieles ni ningún oficio en curso. Solo uno allí en medio de las impávidas figuras de yeso.

-Mi amigo Guillermo Cabezón, conocido como el Choto, tenía una yegua que no ganaba nunca, de manera que yo en el Bar Inglés, a pedido de él, le relataba una y otra vez una carrera en que la yegua ganaba siempre. La yegua se llamaba "Mortífera" y era de esa manera que Cabezón podía disfrutar en el bar lo que no conseguía en el hipódromo. Pero en cierta ocasión, al relatar quizás por centésima vez la carrera en el bar, hice perder a "Mortífera" y eso casi me cuesta la amistad de tan singular propietario de finasangres de carreras. Alterar la realidad, e incluso desmentirla por medio del lenguaje, puede tener un buen efecto terapeútico.

-¿Por qué un gobernante, un juez o un legislador que lee ficción es mejor que uno que no lo hace?

-Leer ficción mejora la percepción que tenemos de la compejidad de la vida y de las dificultades que experimentan todos los individuos para sacar sus cosas adelante. Mejora nuestra comprensión, nuestra compasión y nos predispone a eso que según Séneca es lo único que puede salvarnos: el contrato de indulgencia mutua. Autoridades que dictan normas para los demás, por lo mismo, pueden mejorar mucho su perfomance si además de escuchar a sus electores leen novela.

-Claro que sí. Siempre digo que soy persona de dos ciudades, Viña del Mar y Valparaíso. En Viña habito y en Valparaíso vivo. Quiero tanto a una como a otra, pero siento que Valparaíso responde mejor a mi identidad o, mejor, a los varios que soy, a mis distintas identidades. Y en cuanto a Miraflores, es un antiguo barrio arbóreo de Viña que todavía conserva un silencioso toque rural que a mi me viene muy bien.

-¿Cuánta filosofía hay en las conversaciones ajenas?

-Siempre pongo atención a las conversaciones de los demás, salvo que sean a gritos y plagadas de garabatos como es hoy la costumbre. ¿Por qué estamos hablando tan mal y a gritos? A veces en el café o en un restaurante tengo que cambiarme de mesa para no escuchar las risas estridentes y esa manera de hablar en que "weón", "weá" y "cachái" son casi las únicas palabras que uno escucha.

-Todo cierra, todo se acaba, todo tiene su fin, y eso es siempre doloroso, pero lo bueno es que uno no asiste al fin de todo. Sí estuve en el cierre del Riquet, del diario La Unión, del Samoiedo en Viña, y cuando paso ahora por los sitios que ocupaban siento una gran desazón, una punzada de nostalgia, porque la nostalgia es el valor que damos a las cosas buenas que tuvimos en el pasado. La nostalgia no es otra cosa que gratitud con el pasado.

-¿Por qué también huye usted de "las gallinas" del café?

-No se trata propiamente de gallinas, sino de un grupo de señoras jóvenes y de buen ver que llegan todos los días a unos de mis cafés en Viña. Parlotean mucho, en voz muy alta, y hablan de una manera que no es propia. Oírlas es como escuchar el revolute que hay en un gallinero.

-¿Qué hay de majestuoso en volver a la misma silla, al mismo rincón, al mismo vaso?

-Todos olvidamos, y no está mal que sea así. La vida sería intolerable si no tuviéramos capacidad de olvido. Aunque la verdad es que nunca olvidamos del todo. Olvidar, lo que se llama olvidar, equivaldría a olvidarnos de nosotros mismos.

-¿Aún lo llama su mujer al Bar Inglés?

-Ya no. Voy poco ahora al Bar Inglés. Mi hígado algo graso me aconseja ser prudente a la hora de visitar ese querido lugar. Además, han desaparecido muchos de los parroquianos con que me veía allí para jugar unas interminables partidas de dominó, un juego que nunca ha sido mi fuerte, pero al que me entregaba con gran aplicación.

Por Andrea Lagos G.

Agustín Squella Narducci -jurista, profesor, escritor- vive cerca del Valparaíso Sporting Club de Viña del Mar. Cuando hay alguna carrera importante -como un Derby- el día anterior se acuesta temprano y come poco. Al día siguiente, agarra su bici y en el Sporting se junta con "El Pluto", "El Oráculo" y otros secuaces con quieres brinda, come, apuesta y pierde plata.

-Cada uno de los que usted menciona daría para una entrevista separada. En el hipódromo perdedores somos todos, mas no viciosos. Algo compulsivos, a veces, cuando ponemos demasiada energía en conseguir lo imposible: que los caballos cumplan con nuestros deseos. En 2016, por el sello editorial Lolita, publicaré una crónica en la que el Pluto, un ex jinete de saltos que en el Sporting es amigo de todos, ocupará la mitad de las páginas. El Pluto es de esas personas que llevan una música dentro de sí y que la dejan salir a cada instante.

-¿Cuánta poesía hay en las carrera de caballos?

-A su amigo "Cabezón" usted "le arreglaba la realidad" oralmente. ¿Podría ser el lenguaje o los relatos una manera de "arreglarnos"?

-¿Se puede vivir en Miraflores y ser del Wanderers?

silencio

-Mueren los lugares sagrados: cierra el Riquet, Bacigalupo, La Unión de Valparaíso. ¿Qué otros lugares sagrados podrán reemplazarlos?

-¿Por qué busca tanto el silencio?

-Tengo un problema con el ruido. Para mí la peor contaminación es la acústica. Mi cerebro reacciona muy mal, incontroladamente, cada vez que un conductor hace sonar su bocina de manera estridente. Los templos vacíos proporcionan mucho silencio y es por eso que entro en ellos y trato de curarme de todo el ruido que he tenido que asimilar al caminar simplemente por la calle. En los templos vacíos puedo drenar el ruido que me ha inoculado la ciudad.

volver al origen

-Hay el valor de las rutinas. Alguien debería reivindicar el valor de las rutinas, que tienen que ver con la felicidad de volver a lo que conoces. Hoy todo tiene que ser innovación, pero a mí déjenme las rutinas. Vivir es regresar. Vivir es reconocer. Vivir tiene más de seguir la huella que de andar inventando cada día nuevos caminos. Descubre cuáles son tus mejores rutinas, defiéndelas con dientes y muelas, no las cambies: he ahí un secreto para eso que llamamos felicidad, cualquier cosa que esta sea.

-¿Cómo lo hace para vencer la Gangrena del olvido?

-¿Cuál es el cielo, el infierno y el purgatorio de sus lugares sagrados?

-El cielo son todos, el infierno no tener ninguno y el purgatorio equivaldría a ser privado temporalmente de ellos.

-La tina, un sublugar de sus lugares sagrados, ¿a qué conclusión llegó hoy allí?

-No entiendo cómo la mayoría de las personas prefiere la ducha a la tina. La ducha es un trámite; la tina, un baño. La ducha tiene que ver con la celeridad con que se vive y solo permite asearse, no pensar y menos sentir. En los hoteles ya casi no hay tina en los baños, y ese es un gran fallo. En cuanto a la conclusión a que llegué hoy al bañarme de tina... a que no tengo suerte en las carreras.

gustavo alvarado

"En los templos vacíos puedo drenar el ruido que me ha inoculado la ciudad".

"Tengo un problema con el ruido. Para mí la peor contaminación es la acústica".

Geólogo espera descubrir restos humanos en el sitio Pilauco

MARIO PINO. El experto de la Uach revela que su mayor desafío ahora es encontrar osamentas en la excavación local. Aclara, además, que hay fondos asegurados para la investigación hasta 2018.
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Leonardo Yevenes

Aunque se encuentra en Valdivia por asuntos relacionados con su trabajo en la Universidad Austral de Chile (Uach), donde es decano de la Facultad de Ciencias, Mario Pino no deja de pensar en todo lo relacionado con el sitio paleontológico de Pilauco -que comenzó a gestarse hace casi treinta años con el descubrimiento de la mandíbula de un gonfoterio- del cual está a cargo desde el año 2007.

Cada viernes, y tras una hora y media de viaje, acude para continuar con los avances de varias investigaciones paralelas, labor que lo mantiene bastante ocupado durante el día, aunque reconoce que cuando hay excavaciones permanece mucho más tiempo en la ciudad.

Sin ir más lejos, actualmente el geólogo está a la espera de lo que serán los resultados de unos trozos de madera encontrados en la parte norte de la excavación, los que mandó a fechar con radiocarbono durante el verano y que poseían visibles signos de haber sido quemados en el sitio y que podrían ser parte de las múltiples actividades que se llevaban a cabo en el lugar hace más de 14 mil años.

Para descartar que sea producto de actividad reciente, el equipo de trabajo excavó más profundo en el lugar y encontró dos árboles en posición "de vida".

A pesar de la expectación acerca de lo que pudiesen decir finalmente los resultados, Mario Pino mantiene la cabeza fría y no pretende entusiasmarse hasta no tener en sus manos los datos exactos. Eso sí, anticipa que de pertenecer al mismo periodo que corresponde a la excavación, los restos y los mismos árboles ayudarían a conocer con mayor detalle cómo era la flora y fauna de aquella época en la zona.

"Nos permitiría imaginar el paisaje de aquella época. De ser así, nos explicaría que en el sitio (donde se han encontrado restos de actividad humana) había sombra, por ejemplo. Por lo tanto, será clave", señala.

Trayecto

Ya a mediados de este año Mario Pino daba a conocer de manera pública que en los alrededores de la villa Los Notros (barrio osornino donde se emplaza el sitio de excavación) se descubrió lo que podían ser dos cuevas donde el "hombre pilauquino" tal vez descansó, se refugió temporalmente e incluso trabajó.

Ello, porque a la salida de uno de estas cuevas se halló el fragmento de una piedra volcánica diasítica (piedra con la que se fabricaban herramientas y que eran traídas desde la costa de Osorno). Al día de hoy, son nuevos los descubrimientos que Pino da a conocer, los que de ser corroborados pueden seguir entregándole una importancia paleontológica al sitio que va en continuo ascenso en cuanto a hallazgos.

"En el sitio hemos encontrado una gran cantidad de pelos que al parecer son de gonfoterio (animal extinto similar al elefante actual) y que tiene un parecido enorme con el de los mamuts, pero también hay pelos que son humanos y aunque cabe la posibilidad de que pertenezcan a gente actual, lo que observamos es que están cubiertos con arcilla, lo que podría ser una señal de antiguedad. No obstante, hay que mandarlos a Estados Unidos para que sean examinados", explicó.

Por este y otros aspectos, Mario Pino reconoce que hay una diferencia entre lo que se está haciendo en Osorno con Pilauco y en Puerto Montt con Monte Verde (donde se encuentra un sitio paleontológico similar descubierto en 1975).

"Aquí -en Osorno- tenemos un proyecto financiado por la Corporación de Fomento (Corfo) y liderado por la Uach, pero donde el municipio está altamente involucrado. Es más, el 3 de diciembre se entregará todo el material generado en este proyecto al municipio, para ver qué es lo que estima hacer con él".

Según Pino, el pequeño museo que actualmente hay en Osorno -situado a un costado del sitio- va bien encaminado, al igual que proyectos paleontológicos como el Parque Chuyaca, donde ya cuentan con 2.500 visitantes anuales. La cifra podría repetirse en el lugar de la excavación, donde también reciben frecuentes usuarios interesados en conocer detalles de la excavación paleontológica emplazada en medio de la ciudad.

Pino señala que en contraparte, lo que hace actualmente Puerto Montt con el sitio de Monte Verde está asociado a un proyecto particular del dueño del terreno, el ex senador Carlos Kuschel (un paleomuseo), lo cual no responde a toda la rigurosidad que corresponde al tema.

"No funcionan de la misma manera, a pesar de que Monte Verde es una joya de la arqueología. El mérito también se encuentra en que Osorno lleva menos tiempo de trabajo", indica.

Entre las razones que aduce Pinto para señalar que Osorno está más comprometido con el sitio Pilauco que Puerto Montt con Monte Verde, está que cuando comenzaron a trabajar con Monte Verde, la vinculación con el medio en ese tiempo no existía.

Con esto el geólogo quiere decir que el trabajo que se hizo por largo tiempo en la capital regional se basaba fundamentalmente en publicaciones en revistas científicas especializadas, con el fin de validar el descubrimiento y no se tuvo la visión, como sí sucedió en Osorno, de vincularlo con la ciudad y el entorno.

Ventaja que se basa en que Pilauco se encuentra inserto dentro de la misma ciudad, lo que para Pino es un privilegio que no se da en muchas partes de Chile. Un ejemplo a nivel mundial es el famoso Rancho La Brea, que se ubica en la ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos, y donde hay un museo de sitio.

"En Pilauco la validación con el medio fue diferente: se comenzó a hacer desde el día uno", afirmó.

Fondos hasta 2018

Tan encaminado se encuentra el proyecto de continuación de los trabajos que se realizan en el sector, que Pino sale al paso de aquellos rumores que señalaban que los montos para la investigación tenían fecha de término reciente.

"No, para nada, el proyecto Fondecyt con el que estamos trabajando, que yo dirijo y donde participa como co investigadora la arqueóloga Ximena Navarro, de la Universidad Católica de Temuco, además de Rafael Labarca (de la Uach), tenemos financiamiento para trabajar hasta 2018 por lo menos", explica con toda tranquilidad.

Ello, porque una vez concluido ese periodo, lo más seguro es que se volverá a postular a un fondo de similares características, lo que hace que Pino no vea riesgos para la parte científica y de investigación.

Eso sí, el académico enfatiza que es necesario que el tema turístico siga siendo liderado por el municipio local, ya que explica que sería imposible costearla con un proyecto de carácter científico.

"En esa parte nos encontramos débiles porque con el tiempo han ido aumentando las visitas al sitio y nos faltan guías que ayuden a mostrar el sitio de excavación, como es el caso de delegaciones escolares que llegan a conocer lo que estamos haciendo, incluso de Puerto Montt, y en varias oportunidades se encuentran con que no hay nadie que los pueda atender de la manera adecuada", advierte Mario Pino.

El hombre que acaba de convertirse en el director científico del Núcleo de Estudios Transdisciplinarios del Cuaternario del Sur de Chile, a cargo de la Uach, revela que su sueño, y que por cierto es el sueño de todos quienes se desempeñan en esta área científica, es encontrar restos humanos de un habitante de aquella época, hallazgo que marcaría un precedente a nivel mundial en un sitio de ese tipo y que le daría a la ciudad un carácter único y de identidad.

Hitos

En el verano 2014-2015, Mario Pino y su equipo logró encontrar un par de cuevas que denotan presencia humana de hace 14 mil años.

La huella encontrada en el sitio Pilauco determinó que el "pilauquino" que la dejó hace 14 mil años medía 1,70 metros de estatura.

"En el sitio hemos encontrado una gran cantidad de pelos que al parecer son de gonfoterio y que tiene un parecido enorme con el de los mamuts, pero también hay pelos que son humanos".

Mario Pino Geólogo a cargo del sitio Pilauco

2018 se encuentran aseguradas las investigaciones científicas en el sitio Pilauco, gracias a un fondo Fondecyt. Una vez que concluya, Pino asegura que se seguirá postulando.

Una vez a la semana Mario Pino llega a Osorno desde Valdivia para hacerse cargo de las investigaciones en el sitio Pilauco, emplazado en la villa Los Notros.

2007 es el año en que Mario Pino se hizo cargo del proyecto y durante su dirección se encontró la huella de un "pilauquino", las cuevas donde pudieron haber estado y otros hitos.

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