Secciones

La agencia espacial europea y roscosmos de rusia se unirán en una misión para buscar agua en la luna

E-mail Compartir

La Agencia Espacial Europea (ESA) y la rusa Roscosmos planean una misión para explorar la cara polar sur de la Luna, donde esperan encontrar agua. El astrónomo James Carpenter indicó a DPA que el proyecto se encuentra en las primeras etapas de desarrollo técnico.

La misión, denominada "Luna-27", está prevista para 2020 y su objetivo es enviar una sonda que aterrice en la región polar sur del satélite, hasta ahora inexplorada. Una vez allí, se busca determinar la disponibilidad de recursos como la existencia de hielo y agua y preparar una misión con astronautas en el futuro.

Según Carpenter, la ESA "proporcionará un sistema de navegación de precisión y otro anti riesgos para garantizar un aterrizaje seguro". Además, "proporcionaremos una perforadora para acceder a muestras más allá de la superficie y un laboratorio químico en miniatura para analizarlas", añadió.

El reto es obtener "nuevos conocimientos y generar experiencia para apoyar futuras misiones, validar tecnologías clave que se puedan ofrecer a los socios internacionales, construir una cooperación bilateral con Rusia en materia de exploración y llevar a cabo investigaciones científicas".

Desde Moscú hablan del proyecto como un primer paso para la construcción de una base permanente. "En la Luna existen casi todos los recursos que encontramos en la Tierra", señaló el experto Iglor Motrofanov. La misión "Luna-27", de la que la ESA es el socio menor, es en realidad la continuación de un programa soviético de 1976.

Según el director de la ESA, Johann-Dietrich Wörner, 43 años después de que el hombre pisara la Luna por última vez (el estadounidense Eugene Cernan en 1972), el único satélite de la Tierra vuelve a estar con fuerza en el punto de mira.

Aunque actualmente no hay proyectos concretos para el envío de astronautas, "la generación más joven anhela una gran cooperación global".

Una de las ideas es una base permanente, un "moon village". "Será interesante ver quién quiere y puede contribuir y aportar ideas", agregó.

En 2009, la NASA anunció que había encontrado agua en la Luna después de que un satélite chocara contra un cráter cerca de su polo sur. Tras el descubrimiento, la agencia espacial estadounidense también inició programas para investigar la superficie lunar. Su misión "Resource Prospector" está prevista para 2018.

2020 el año en que está previsto el envío de la misión "Luna-27", trabajo conjunto entre la ESA y la agencia rusa Roscosmos.

1972 la última vez que un hombre pisó la Luna. El responsable fue el astronauta estadounidense Eugene Cernan.

La agencia espacial europea y roscosmos de rusia se unirán en una misión para buscar agua en la luna

E-mail Compartir

La Agencia Espacial Europea (ESA) y la rusa Roscosmos planean una misión para explorar la cara polar sur de la Luna, donde esperan encontrar agua. El astrónomo James Carpenter indicó a DPA que el proyecto se encuentra en las primeras etapas de desarrollo técnico.

La misión, denominada "Luna-27", está prevista para 2020 y su objetivo es enviar una sonda que aterrice en la región polar sur del satélite, hasta ahora inexplorada. Una vez allí, se busca determinar la disponibilidad de recursos como la existencia de hielo y agua y preparar una misión con astronautas en el futuro.

Según Carpenter, la ESA "proporcionará un sistema de navegación de precisión y otro anti riesgos para garantizar un aterrizaje seguro". Además, "proporcionaremos una perforadora para acceder a muestras más allá de la superficie y un laboratorio químico en miniatura para analizarlas", añadió.

El reto es obtener "nuevos conocimientos y generar experiencia para apoyar futuras misiones, validar tecnologías clave que se puedan ofrecer a los socios internacionales, construir una cooperación bilateral con Rusia en materia de exploración y llevar a cabo investigaciones científicas".

Desde Moscú hablan del proyecto como un primer paso para la construcción de una base permanente. "En la Luna existen casi todos los recursos que encontramos en la Tierra", señaló el experto Iglor Motrofanov. La misión "Luna-27", de la que la ESA es el socio menor, es en realidad la continuación de un programa soviético de 1976.

Según el director de la ESA, Johann-Dietrich Wörner, 43 años después de que el hombre pisara la Luna por última vez (el estadounidense Eugene Cernan en 1972), el único satélite de la Tierra vuelve a estar con fuerza en el punto de mira.

Aunque actualmente no hay proyectos concretos para el envío de astronautas, "la generación más joven anhela una gran cooperación global".

Una de las ideas es una base permanente, un "moon village". "Será interesante ver quién quiere y puede contribuir y aportar ideas", agregó.

En 2009, la NASA anunció que había encontrado agua en la Luna después de que un satélite chocara contra un cráter cerca de su polo sur. Tras el descubrimiento, la agencia espacial estadounidense también inició programas para investigar la superficie lunar. Su misión "Resource Prospector" está prevista para 2018.

2020 el año en que está previsto el envío de la misión "Luna-27", trabajo conjunto entre la ESA y la agencia rusa Roscosmos.

1972 la última vez que un hombre pisó la Luna. El responsable fue el astronauta estadounidense Eugene Cernan.

La percepción de las madres influiría en la obesidad infantil

DIETA. Un estudio dice que algunas mamás tendrían una noción errónea del peso que tienen sus hijos, lo que aporta al aumento de esta enfermedad.
E-mail Compartir

Pamela De Vicenzi

Hay estudios que señalan que el comportamiento de los padres puede incidir en la dieta de los niños y por ello es importante cuidar la alimentación familiar.

Un estudio reciente de la Universidad de Limerick (Irlanda) asegura que algunas madres suelen negar que sus hijos sufren de obesidad, lo que constituiría un factor en el aumento de esta enfermedad en la infancia.

La investigación señala que hay mujeres que están dispuestas a reconocer su propio sobrepeso en lugar de admitir la obesidad de sus hijos.

"Si las madres actualmente no perciben el peso de sus hijos como algo problemático, ellos son menos propensos a buscar o implementar alguna intervención para enfrentar esto. Entonces, es probable que el niño continúe aumentando de peso durante la infancia, la adolescencia y la edad adulta", indicó Kieran Dowd, experto en epidemiología de Limerick y autor del estudio.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo hay al menos 42 millones de niños con sobrepeso, de los cuales cerca de 35 millones viven en países en desarrollo.

Percepción errónea

Los investigadores de Irlanda analizaron los datos de una muestra nacional de casi 8.000 madres y sus hijos, de una edad promedio de nueve años.

Si bien el equipo encontró madres que fueron honestas y precisas sobre su propio peso, sólo el 17% de ellas reconoció que sus hijos son "moderadamente" o "muy" obesos.

Dowd subrayó que "el cómo un padre percibe su propio cuerpo es un factor relativamente sin estudiar en el desarrollo de la obesidad infantil".

Tanto las madres como los niños que aparecieron en el estudio tenían sus estaturas y pesos medidos de manera objetiva por los científicos. Paralelo a ello, las mamás también consignaron la estimación que tienen de las medidas de sus hijos.

Luego, las participantes debieron responder preguntas sobre en qué categorías se encuentran ellas y sus hijos, en una escala que fue desde lo moderado o muy bajo hasta el sobrepeso.

Los hallazgos revelaron que la percepción de las madres fueron bastante exactas cuando se trató de su propio peso. Sin embargo, tienden a sobreestimar su propia altura sumando 0,5 centímetros y subestimaron su peso en un promedio de 1,4 kilos.

Según las mediciones de los investigadores, el 1% de las madres estaban en la categoría de peso inferior al normal, el 47% tenían un peso normal, el 32% tenía sobrepeso y el 20% sufría de obesidad.

En cuanto a los niños, el 78% tenía un peso saludable, el 17% tenía sobrepeso y el 5% eran obesos. Entre las niñas, el 70% estaba en la categoría peso saludable, el 22% tenía sobrepeso y el 8% padecía de obesidad.

Respecto a las mediciones de las madres, el 60% identificó de manera correcta la medición de sus hijos, mientras que el 17% de ellas reconoció la obesidad de sus niños.

El estudio también descubrió que las madres que se reconocieron a sí mismas como obesas o con sobrepeso fueron más precisas en su percepción del peso de sus hijos, a diferencia de quienes contestaron de manera incorrecta sobre su propia categoría de peso.

Este efecto fue más extremo entre las madres de las niñas con sobrepeso u obesidad.

"Esto plantea un reto debido a que el primer paso para abordar un problema de salud es reconocer su existencia", comentó Dustin Duncan, investigador de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, citado por el Daily Mail.

La responsabilidad maternal en la obesidad infantil

Reconocimiento

La investigación señala que hay mujeres que están dispuestas a reconocer su propio sobrepeso en lugar de admitir la obesidad de sus hijos.

Percepción

Sólo el 17% de las mamás que participaron en el estudio irlandés reconocieron de manera objetiva que sus hijos sufrían de obesidad.

Efecto mayor

Las madres de las niñas que padecían sobrepeso u obesidad mostraron un efecto más extremo en cuanto a no reconocer la obesidad infantil.

Posibles razones de esta teoría

Dustin Duncan, de la Universidad de Nueva York, comentó al Daily Mail que una de las posibles razones por las que las madres no reconocen la obesidad de sus hijos es porque no se guían por mediciones objetivas y tienden a asimilar otras realidades como "estándar". Por ejemplo, si la familia llega a un barrio y los niños tienen sobrepeso, los padres pueden ver aquello como una "norma" del lugar, por lo que la percepción disminuye.

La percepción de las madres influiría en la obesidad infantil

DIETA. Un estudio dice que algunas mamás tendrían una noción errónea del peso que tienen sus hijos, lo que aporta al aumento de esta enfermedad.
E-mail Compartir

Pamela De Vicenzi

Hay estudios que señalan que el comportamiento de los padres puede incidir en la dieta de los niños y por ello es importante cuidar la alimentación familiar.

Un estudio reciente de la Universidad de Limerick (Irlanda) asegura que algunas madres suelen negar que sus hijos sufren de obesidad, lo que constituiría un factor en el aumento de esta enfermedad en la infancia.

La investigación señala que hay mujeres que están dispuestas a reconocer su propio sobrepeso en lugar de admitir la obesidad de sus hijos.

"Si las madres actualmente no perciben el peso de sus hijos como algo problemático, ellos son menos propensos a buscar o implementar alguna intervención para enfrentar esto. Entonces, es probable que el niño continúe aumentando de peso durante la infancia, la adolescencia y la edad adulta", indicó Kieran Dowd, experto en epidemiología de Limerick y autor del estudio.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo hay al menos 42 millones de niños con sobrepeso, de los cuales cerca de 35 millones viven en países en desarrollo.

Percepción errónea

Los investigadores de Irlanda analizaron los datos de una muestra nacional de casi 8.000 madres y sus hijos, de una edad promedio de nueve años.

Si bien el equipo encontró madres que fueron honestas y precisas sobre su propio peso, sólo el 17% de ellas reconoció que sus hijos son "moderadamente" o "muy" obesos.

Dowd subrayó que "el cómo un padre percibe su propio cuerpo es un factor relativamente sin estudiar en el desarrollo de la obesidad infantil".

Tanto las madres como los niños que aparecieron en el estudio tenían sus estaturas y pesos medidos de manera objetiva por los científicos. Paralelo a ello, las mamás también consignaron la estimación que tienen de las medidas de sus hijos.

Luego, las participantes debieron responder preguntas sobre en qué categorías se encuentran ellas y sus hijos, en una escala que fue desde lo moderado o muy bajo hasta el sobrepeso.

Los hallazgos revelaron que la percepción de las madres fueron bastante exactas cuando se trató de su propio peso. Sin embargo, tienden a sobreestimar su propia altura sumando 0,5 centímetros y subestimaron su peso en un promedio de 1,4 kilos.

Según las mediciones de los investigadores, el 1% de las madres estaban en la categoría de peso inferior al normal, el 47% tenían un peso normal, el 32% tenía sobrepeso y el 20% sufría de obesidad.

En cuanto a los niños, el 78% tenía un peso saludable, el 17% tenía sobrepeso y el 5% eran obesos. Entre las niñas, el 70% estaba en la categoría peso saludable, el 22% tenía sobrepeso y el 8% padecía de obesidad.

Respecto a las mediciones de las madres, el 60% identificó de manera correcta la medición de sus hijos, mientras que el 17% de ellas reconoció la obesidad de sus niños.

El estudio también descubrió que las madres que se reconocieron a sí mismas como obesas o con sobrepeso fueron más precisas en su percepción del peso de sus hijos, a diferencia de quienes contestaron de manera incorrecta sobre su propia categoría de peso.

Este efecto fue más extremo entre las madres de las niñas con sobrepeso u obesidad.

"Esto plantea un reto debido a que el primer paso para abordar un problema de salud es reconocer su existencia", comentó Dustin Duncan, investigador de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, citado por el Daily Mail.

La responsabilidad maternal en la obesidad infantil

Reconocimiento

La investigación señala que hay mujeres que están dispuestas a reconocer su propio sobrepeso en lugar de admitir la obesidad de sus hijos.

Percepción

Sólo el 17% de las mamás que participaron en el estudio irlandés reconocieron de manera objetiva que sus hijos sufrían de obesidad.

Efecto mayor

Las madres de las niñas que padecían sobrepeso u obesidad mostraron un efecto más extremo en cuanto a no reconocer la obesidad infantil.

Posibles razones de esta teoría

Dustin Duncan, de la Universidad de Nueva York, comentó al Daily Mail que una de las posibles razones por las que las madres no reconocen la obesidad de sus hijos es porque no se guían por mediciones objetivas y tienden a asimilar otras realidades como "estándar". Por ejemplo, si la familia llega a un barrio y los niños tienen sobrepeso, los padres pueden ver aquello como una "norma" del lugar, por lo que la percepción disminuye.