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Vecinos que dejaron campamentos ahora disfrutan del agua caliente y la calefacción

SUPERACIÓN. A un mes de haber llegado a sus nuevas casas en la población Pisa Traiguén, tres residentes cuentan cómo les ha cambiado la vida y aconsejan a quienes aún esperan una solución habitacional. "La clave es no gastar los ahorros", dicen.
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Verónica Salgado

"Tener una casa es impresionante: no se pasa frío y bañarse en una ducha con agua caliente y tener un baño dentro de la casa es maravilloso. Agradezco a la vida disfrutar con mi hijo de un hogar calefaccionado". Así describe Guillermo Canquil lo que ha significado para él y su hijo el mes que llevan habitando su inmueble de la población Pisa Traiguén, luego de haber pasado cinco años en el campamento Nueva Esperanza ubicado en Rahue Alto.

Así como él fueron 159 las familias provenientes de asentamientos y diferentes comités de vivienda las beneficiadas con una vivienda social en la nueva población ubicada en el sector de Rahue Alto. En la mayoría de los casos las personas llevaban más de cinco años esperando la construcción de un proyecto habitacional en la ciudad. De hecho, el proyecto de Pisa Traiguén fue el primero en ser entregado desde junio de 2013 en Osorno.

La principal razón por la cual no se construyen proyectos habitacionales en la comuna es la falta de terrenos disponibles, lo que ha derivado en que existan más de dos mil familias pertenecientes a diferentes comités a la espera de acceder a la casa propia.

A eso se suma que Osorno tiene a 2.500 personas viviendo en campamentos, quienes también están a la espera de ser erradicados.

Paciencia recompensada

Las casas de la nueva población tienen living comedor, cocina y baño. Algunos modelos son de dos dormitorios y otros de tres, dependiendo del número de personas que conforma el grupo familiar.

En una de ellas vive Guillermo Canquil, obrero de la construcción, quien relata que hace cinco años comenzó su labor más importante en la vida: obtener la tuición total de su hijo Benjamín, hoy de once años. Por lo mismo ahorró durante meses para tener su casa propia y dejar el campamento donde vivía.

Hoy, en su nuevo hogar, cuenta que su hijo disfruta de los baños en la tina, que tiene su pieza solo y que la sensación de tener paredes que los protegen del frío, la humedad y la lluvia es indescriptible.

"Muchas veces enfrenté la desesperanza, la pena y sentí que mi sueño nunca se cumpliría, pero miraba a mi hijo durmiendo abrazado a mí y volvía a comenzar la lucha. Nunca gasté mi ahorro para la casa, porque sabía era mi única certeza para salir adelante", dice, mientras recalca la idea de ser persistente en mantener una cuenta para postular a la casa.

Nostalgia

Esilda Huequipan también dejó atrás sus ocho años viviendo en el asentamiento Nuevo Esperanza y desde hace un mes vive con su pareja y sus hijos de 20, 18 y 7 años en Pisa Traiguén.

Esta madre explica que durante la primera semana sentían que estaban de visita en su propia casa. Incluso, fueron a recorrer con nostalgia el terreno donde estuvo emplazada su mediagua durante años.

"Parece tan normal tener una ducha con agua caliente, pero para nosotros fue una bendición. La calefacción de la casa es impresionante; gastamos muy poca leña y el viento no se filtra por las paredes", explicó.

Con las llaves de su casa en mano comentó que según su experiencia lo básico para lograr tener la casa propia es la paciencia y nunca sacar el dinero de la libreta de ahorro para la vivienda.

Un renacer

Luz Paicil vivió por más de 30 años en el campamento Caipullí, pero desde hace un mes cumplió su mayor anhelo: la casa propia, la cual comparte con su padre de 93 años, su marido y sus hijos de 5, 3 y 2 años.

Señala que el proceso vivido es largo, muchas veces frustrante, pero define la recepción de las llaves de la casa como un "renacer" para ella y su familia.

Mientras jugaba con sus hijos en la plaza del sector, señala que muchas veces pensó en usar el ahorro de la vivienda. "Gastar mis 250 mil pesos me tomaría una hora, pero recuperarlo probablemente cinco años más. Por lo mismo, humildemente sugiero a quienes sueñan con la vivienda jamás saquen la plata, apoyen a sus dirigentes y respeten los procesos", dijo.

159 familias recibieron sus casas propias en la población Pisa Traiguén a fines del mes de agosto.