Paola Rojas Mendoza
"Desde el primer día nos percatamos que nos estábamos viendo perjudicadas, porque era cosa de darse una vuelta por atrás después de las 11 de la noche y muchos de los puestos estaban vendiendo alcohol".
Así se refirió Giovana Gallardo -una de las 10 locatarias que cuenta con patente municipal para la venta de alcoholes en el recinto Sago, donde funcionan hasta hoy las fondas y ramadas dieciocheras-, sobre la venta no autorizada de bebidas alcohólicas por parte de comerciantes en el recinto y que sólo cuentan con permiso para la venta de alimentos en el lugar.
La locataria aseguró que este año el municipio impuso una serie de requisitos para optar a la venta de alcoholes, ya que deben pagar una patente por los tres días que funciona el evento, de 132 mil pesos.
A ello se suma el costo por el arriendo del local y un permiso de 80 mil pesos que les da derecho a usar las instalaciones, siendo este último el único pago que se les exige a los pequeños comerciantes.
Poca vigilancia
Según manifestó Francisco Zúñiga, otro de los comerciantes que trabaja por estos días en la fonda oficial del recinto Sago, si bien en las ventas este año les ha ido muy bien y el ambiente ha sido muy familiar, han notado poca presencia de seguridad en el sector donde se encuentra su fonda "Los Mal Amansa'o", especialmente durante la noche.
"La presencia de Carabineros la primera noche para nuestro sector fue bastante deficiente, sólo venían por cosas puntuales como altercados, pero no marcaron presencia en este sector como en años anteriores", dijo Zúñiga.
Fiscalizaciones
Giovanna Gallardo indicó que por el sector donde ella se encuentra, que es frente a la elipse del recinto, las rondas de Carabineros son constantes, pero que se les hace muy difícil controlar la venta ilegal de alcohol que se estaría realizando desde algunos puestos de alimentos.
Según expuso la administradora municipal, Karla Benavides, el recinto cuenta con un total de ocho fiscalizadores pertenecientes al municipio, los que se van rotando y siempre hay por lo menos dos en el recinto, para encargarse de controlar que la venta de los productos concuerde con el permiso con que cuenta el locatario.
"Este año incluso especificamos bien en el permiso lo que vende o no cada comerciante, con el propósito de que nuestros fiscalizadores y Carabineros pueda verificar que los productos en venta sean los permitidos", explicó.
La administradora municipal agregó que esta fórmula fue pensada para facilitar el trabajo de control y así no se venda alcohol, por ejemplo cuando solo tienen permiso para bebidas que no contengan este elemento, pero también recalcó que es importante que los mismos visitantes y comerciantes se encarguen de su autocontrol.
Benavides agregó que en el recinto cuentan con el apoyo de Carabineros quienes además tienen la facultad de controlar la venta de bebidas alcohólicas y requisarlas en caso necesario, además del personal de seguridad contratado por el municipio.