El camino hacia la Educación Superior desde los campamentos
logros. Si bien los resultados de la Encuesta Nacional de Campamentos reveló que 745 familias viven en asentamientos en la comuna y que sólo el 4,3% de los adultos siguen sus estudios, Susana Troquián y Eliana Barría demuestran con su ejemplo que es posible lograr un título.
Cuando Eliana Barría llegó hace seis años atrás al campamento Caipulli -a orillas del río Rahue en Ovejería Bajo-, solo tenía las ganas de salir adelante. Recién había terminado la relación con el padre de sus dos hijos y como había dedicado su vida al cuidado de su familia, no sabía por dónde empezar.
La venta de ropa en la feria y los trabajos esporádicos eran su única opción, ya que la mujer de 26 años en ese entonces no había finalizado la educación básica.
"Tuve a mis hijos muy joven y cuando nació el segundo me quedé en la casa porque no necesitaba nada y el papá de mis hijos se hacía cargo del hogar y yo de los niños, entonces no me preocupé de los estudios hasta que quede sola", confiesa la mujer.
En ese momento decidió retomar sus estudios básicos en un programa especial de la Escuela René Soriano, luego continuó con los cursos medios en el mismo recinto.
Séptimo y octavo, luego primero y segundo y después tercero y cuarto. En tres años terminó con su enseñanza básica y media a través del sistema vespertino.
"Fue una buena oportunidad para mi y me abrió la mente a otras posibilidades. Antes nunca pensé en estudiar, pero cuando estaba en tercero y cuarto dije yo puedo seguir y solita busqué las posibilidades, porque vi que era la única forma para tener una mejor vida", confirma la mujer que ahora tiene 32 años y vive con su hijo de 15.
esfuerzo y humillación
El camino que emprendió Eliana Barría estuvo lleno de dificultades y aunque siempre encontró alguna voz que la motivara a seguir, lo más importante para ella fue poder entregar una mejor calidad de vida a sus hijos y demostrar que ella era capaz igual que cualquier otra persona.
"Yo creo que nadie daba un peso por mí, porque yo tampoco estaba haciendo nada antes, pero cuando estaba en la educación media había una profesora que siempre me destacó y eso me motivó para seguir y me daba rabia cuando nos decían '¿para qué van a dar la PSU?', como diciendo que no podíamos más", dice Eliana.
Ese tipo de comentarios y su perseverancia fueron los que le dieron fuerzas para rendir la Prueba de Selección Universitaria (PSU) y obtener 582 puntos ponderados, sin preparación y sin el apoyo adicional de nadie, solo con sus estudios y contenidos que le pasaron en el liceo.
Fue con esa motivación que Eliana logró inscribirse en el Instituto Profesional Iprosec en la carrera técnica de Prevención de Riesgos.
Sin embargo fue en el transcurso de la carrera donde sufrió humillaciones y sintió la discriminación de los compañeros y del sistema en general.
"Desde el primer día decían 'le vamos a enviar la información por correo electrónico'. Por correo esto y lo otro, pero yo no tenía correo, ni si quiera tenía computador en la casa. Había hecho un curso básico de computación pero apenas sabía encenderlo y usar word, nada más", relata.
Situaciones como esa se sumaban a la elaboración de trabajos, creación de presentaciones en Power Point, uso de pendrive, todo lo que para el resto de los alumnos parecía básico para Eliana fue un desafío diario.
"Nunca le dije a nadie que vivía en el campamento, aunque yo creo que se daban cuenta porque al principio no sabía ni tenía nada de lo que para ellos era "normal". Después con la ayuda de algunos profesores y en los computadores y biblioteca del instituto logré ir aprendiendo, pero fue muy duro porque me sentía como una cosa rara y mis compañeros me miraban así también", cuenta la estudiante.
encuesta
Eliana logró conseguir dos becas que le ayudaron a pagar el valor del arancel de su carrera, pero para ella lo más difícil fue aguantar la discriminación y humillaciones para mantenerse dentro del instituto, por eso cree que la gente de los campamentos no asiste a la educación superior.
Según los resultados de la última Encuesta Nacional de Campamentos realizada por Techo Chile, en la Región sólo el 4,3% de los adultos que residen en asentamientos logra ingresar a la educación superior.
De ellos un 1,6% consigue terminar sus estudios técnicos o universitarios, el resto queda con el proceso incompleto.
En Osorno los dirigentes de los campamentos confirman esta situación, ya que en la búsqueda de personas que quisieran contar su experiencia en Rahue Alto, Danilo Calisto, representante del campamento Por Un Futuro Mejor III -el más grande de la comuna con 260 familias residentes- solo alcanzó a contabilizar a una joven que estudia Técnico en Enfermería en el Instituto Profesional Aiep.
En el asentamiento Ferroviario en Ovejería Bajo, su dirigenta Ketty Carrasco, identificó a un joven universitario de la Universidad de Los Lagos.
En Puerto Aravena no hay personas que estudien en educación superior, solo una joven de tercero medio -Vanessa González- que estudia Técnico en Enfermería en el Liceo Luis Pasteur.
En Caipulli la dirigenta Paola Carrasco, quien terminó el año pasado su carrera de Técnico en Enfermería, solo registra a dos mujeres en educación superior, Eliana y la joven Susana Troquián.
"A todas las personas les cuesta estudiar, pero las chicas de acá han sido muy sacrificadas porque es difícil concentrarse en los estudios cuando hay tantas otras necesidades", comenta la dirigenta.
Susana (21 años) cursa Técnico en Educación Especial en el Centro de Formación Técnica Santo Tomás de Osorno.
La joven oriunda de la comuna de San Juan de la Costa llegó al asentamiento a vivir con su hermana, su cuñado y sobrina para poder continuar con sus estudios.
Cuenta que lo más difícil ha sido mantenerse dentro de la carrera pues los altos aranceles y materiales que requieren para los estudios es un obstáculo que debe enfrentar a diario.
"La única opción es arreglárselas en la biblioteca y ocupar el internet y los computadores de allá. Además de las becas que ayudan a pagar el arancel, hay que mantenerlas con notas", dice Susana, quien espera terminar su carrera el próximo año.
De todo esto está consciente la pequeña Vanessa González del Liceo Luis Pasteur, quien espera continuar con sus estudios superiores y engrosar la poco alentadora cifra que entregó la Encuesta Nacional de Campamentos.
"No me gusta cuando dicen que la gente de los campamentos es floja o espera que le den todo porque no es así. Hay harta gente que lucha por salir de la pobreza y a través de los estudios es una opción", enfatiza Eliana, quien junto a otras 99 familias podrán comenzar una nueva vida el próximo año cuando les entreguen sus casas en el sector de Ovejería Alto.
Este año está en su último año y espera encontrar trabajo pronto de su profesión para ser un ejemplo para su hijo.
Por eso sigue luchando para terminar su carrera y colgar el título en la pared de su nuevo hogar.
Solo el 4,3% de las personas que residen en campamentos han ingresado a la Educación Superior en la Región.
4 jóvenes de los campamentos Caipulli, Por un Futuro Mejor III y Ferroviario están en educación superior.
745 familias
Viven en campamentos en la comuna de Osorno, según los resultados de la Encuesta Nacional de Campamentos. De ellas 260 residen en el asentamiento Por un Futuro Mejor III.
1,3% de los residentes
De campamentos en la Región alcanza a terminar sus estudios superiores. Los problemas económicos y la mantención diaria son las principales dificultades.
4 estudiantes
De educación superior contabilizaron los dirigentes de los principales asentamientos de Osorno. Solo dos quisieron entregar su testimonio.