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una investigación muestra la importancia de los errores

sicología. Un estudio describe la capacidad del cerebro de formar mecanismos para aprender del fracaso de una manera positiva.

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El fracaso suele ser una de las mejores herramientas para aprender, por lo que es extendida la creencia de que puede convertirse en un buen maestro. Un estudio de la Universidad del Sur de California (USC) buscó ratificar esta premisa a través del método científico y encontró a través de un examen que la oportunidad de aprender de un error puede convertirse en una experiencia positiva, siempre y cuando el cerebro tenga la oportunidad de desarrollar ese aprendizaje.

La investigación indica que los científicos entienden desde hace tiempo que el cerebro tiene dos formas de aprendizaje. Una de ellas tiene que ver con la evasión, que es una experiencia de castigo que entrena al cerebro para no repetir los mismos errores.

Por otra parte está la recompensa, que es una experiencia positiva que refuerza en el cerebro la satisfacción por llegar a la respuesta correcta.

El estudio de la USC, que incluyó a investigadores internacionales, encontró a través de una resonancia magnética que el tener la oportunidad de aprender del fracaso puede convertirse en una experiencia positiva, siempre y cuando el cerebro tenga la oportunidad de aprender de sus errores.

"Se demuestra que, en determinadas circunstancias, cuando tenemos suficiente información para contextualizar las elecciones, entonces nuestro cerebro alcanza esencialmente ese mecanismo de refuerzo en vez de dar un giro hacia la evasión", dijo Giorgio Coricelli, académico de la USC y uno de los autores del estudio.

simulación

Para efectos de la investigación, el equipo analizó a 28 personas de 26 años de edad, quienes debieron contestar una serie de preguntas para ganar dinero.

La respuesta correcta equivalía a una ganancia, mientras que la incorrecta significaba pérdida.

Esta simulación provocó que el cerebro respondiera a través del aprendizaje de evasión; es decir, cuando el participante se equivocaba procuraba no volver a cometer el mismo error.

Cuando se repitió este ensayo, el cerebro provocó una reacción en el aprendizaje basado en la recompensa. En este caso, el participante finalmente contesta de manera correcta luego de aprender de sus errores.

comprobación

Ambas reacciones se comprobaron en una tercera instancia, aunque en esta ocasión los participantes trabajaron por separado. De esta manera, se demostró si los voluntarios habían aprendido de sus errores, lo que les permite revisar y entender las malas acciones.

En esta ronda, los participantes respondieron de manera positiva y el equipo encontró que el cerebro activa un área que se denomina "circuito de recompensa", ubicado en el cuerpo estriado ventral.

Según los investigadores, esta experiencia imita la respuesta del aprendizaje basado en la recompensa del cerebro en lugar de un aprendizaje de evasión. Esta vivencia positiva involucra diferentes partes del cerebro que unidas comprenden la corteza insular anterior, relacionada con la experiencia emocional subjetiva y su representación en el cuerpo.

"Con pesar, por ejemplo, si has hecho algo malo, entonces es posible que cambies tu comportamiento en el futuro", sostuvo Coricelli en un comunicado institucional.

Una investigación del MIT -difundida por CNN el año 2013- sugirió que las personas deberían aprender más de sus éxitos que de los errores, y refuta la idea sobre el fracaso como un "maestro". Según el estudio, las neuronas cerebrales se involucran mejor en el aprendizaje después de un acierto que tras un fallo. "Las neuronas memorizan la información de manera más eficaz con cada acierto", afirmó Earl Miller, autor de la investigación, en un artículo publicado por la revista Quo.

el ejercicio hace que los adultos mayores tengan mayor flexibilidad mental

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Un estudio de la Universidad de Illinois (EE.UU.) y publicado en la revista PLoS ONE asegura que los adultos mayores que realizan actividad física de moderada a vigorosa tienen una mayor actividad cerebral, y por ende un mejor rendimiento cognitivo.

Investigaciones previas indican que las personas que practican ejercicio durante la vejez tienden a tener un volumen cerebral más grande y materia blanca -ligada al procesamiento de la información- más intacta que otros que se mantienen en reposo.

El equipo que realizó la investigación fue liderado por el director del Instituto Beckman de dicha casa de estudios, Art Kramer. Agnieszka Burzynska, investigadora de la Universidad de Illinois y miembro de dicho equipo, indicó que examinaron el estado de salud de 100 adultos mayores de entre 60 y 80 años y a través de un acelerómetro midieron su actividad física durante una semana.

El equipo utilizó resonancia magnética para observar cómo los niveles de oxígeno en la sangre del cerebro cambian con el tiempo, lo que refleja la actividad cerebral de cada participante cuando se encuentra en reposo.

Por último, evaluaron a través de un microscopio la integridad de las fibras de materia blanca, encargadas de transportar los impulsos nerviosos y mantener la interconectividad cerebral.

"Hemos encontrado que la actividad cerebral espontánea mostró más fluctuaciones de momento a momento en los adultos más activos. En un estudio anterior hemos demostrado que en algunas de las mismas regiones del cerebro, aquellas personas que tienen mayor variabilidad cerebral también tuvieron un mejor desempeño en las tareas cognitivas complejas, especialmente en tareas de inteligencia y memoria", explicó Burzynska, también académica de la Universidad Estatal de Colorado.

Los investigadores también encontraron que, en promedio, los adultos mayores que eran más activos tenían una mejor estructura de la materia blanca que sus pares menos activos.

"Nuestro estudio, cuando se ve en el contexto de los trabajos previos que han examinado la variabilidad de comportamiento en las tareas cognitivas, sugiere que los adultos mayores más aptos son más flexibles, tanto en lo cognitivo como en términos de la función cerebral, que sus compañeros menos aptos", señaló Kramer a través de un comunicado.

el llanto puede mejorar el estado de ánimo, según un trabajo holandés

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El llanto no está ligado solo a la tristeza, sino también a un mejor estado de ánimo. Así lo afirma un estudio encabezado por Asmir Gracanin, de la Universidad de Tilgburg (Holanda).

La investigación, publicada en la revista Springer, sostiene que aunque el ser humano es la única especie capaz de derramar lágrimas de emoción, poco se sabe acerca de la función de llorar.

Mientras algunos científicos lo ven como un grito de ayuda, otros creen que el principal papel de llorar es aliviar las emociones. No obstante, otros estudios relacionados con este último punto ofrecen resultados contradictorios.

Según Gracanin, a menudo ocurre que cuando se investiga el llanto surgen dos vertientes respecto del estado de ánimo de una persona: puede mejorar o disminuir de manera constante después de un evento emocional.

Como una forma de precisar datos, el investigador y su equipo reclutaron a 60 participantes que tuvieran la sensibilidad y facilidad para llorar.

Luego, los voluntarios debieron ver dos películas que se destacan por su fuerte carga emocional: "La vida es bella" (1997) y "Siempre a tu lado, Hachiko" (2009).

Finalmente, el equipo examinó el efecto provocado por las cintas en el estado de ánimo de los participantes, de los cuales 28 lloraron y el resto no mostró esta reacción. La evaluación se realizó 20 y 90 minutos después.

Evidentemente, el estado de ánimo de quienes no lloraron se mantuvo sin cambios después de ver las películas. En el caso de quienes habían llorado, al principio se mostraron muy tristes. Pero 20 minutos después, su estado de ánimo regresó al nivel reportado antes de la proyección. Finalmente, después de 90 minutos, ellos declararon haber mejorado su estado incluso antes de ver las películas.

Gracanin indicó que "se necesita algún tiempo para que el estado de ánimo no sólo se recupere, sino que también se levante y llegue a los niveles que mostró antes del evento emocional".

Metodología

El equipo de Asmir Gracanin reclutó a 60 participantes con facilidades para llorar, quienes debieron ver dos películas con un alto contenido emocional.

Recuperación

El estudio holandés concluye que las personas necesitan de 20 a 90 minutos para sentirse incluso mejor que antes de comenzado el llanto.