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El refugio del diplomático que vivió el conflicto del '78 y la detención de Pinochet en Londres

Carrera. Eugenio Parada debió servir además como diplomático de Chile en países como Estados Unidos, Venezuela y Sudáfrica, donde conoció a Nelson Mandela y Hugo Chávez y vivió movimientos como el apartheid.
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lyevenesc@australosorno.cl

Eugenio Parada abre la puerta de su casa en pantuflas, mientras afuera llueve torrencialmente. Retirado del servicio diplomático desde 2007, hoy vive tranquilamente junto a su esposa Valentina Baeza en su predio ubicado en el sector de Huilma, a 22 kilómetros de Osorno camino a Río Negro por el camino Real o Ruta 720.

Parada, de 73 años, habita una antigua casona remodelada por él mismo desde el año 1980, cuando la compró. Representa en sus paredes y en la decoración lo que fue su vida de trabajo en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, donde desde 1962 -año en que ingresó a la carrera diplomática- le tocó cumplir servicios en lugares tan distantes como Estados Unidos, Venezuela, Inglaterra, Sudáfrica, Argentina y en Chile mismo.

En dichos lugares tuvo la oportunidad de conocer a personajes como Nelson Mandela, Hugo Chávez, Augusto Pinochet y presidentes como Salvador Allende, Eduardo Frei Montalva y Eduardo Frei Ruiz-Tagle y vivió experiencias límite igual, como espía chileno en plena crisis de 1978, cuando Chile y Argentina casi se enfrentaron en la guerra por las islas Picton, Nueva y Lennox, las cuales se encuentran al sur del canal Beagle.

Viñedos

Y aunque Eugenio Parada es originario de la Región del Maule, exactamente de la zona de Talca, donde su padre siempre trabajó relacionado a los viñedos, el ex diplomático de carrera decidió hace más de 30 años radicarse en un predio de Río Negro mientras sus amigos y familiares lo hacían en el sector de Puerto Octay o Puyehue.

"Mi hermano Gonzalo Parada, que fue dos veces comandante del Regimiento Arauco, siempre tuvo la idea de venirse a vivir a esta zona para cuando se retirara del Ejército. Eso, porque a él le encantaba el sur", señala Eugenio mientras se sienta en una silla que da la espalda a una de las dos bibliotecas que posee la casa, donde destacan volúmenes en inglés y castellano, excelentemente conservados.

Eso sí, y como favor, Eugenio se ofreció a "buscarle" a su hermano Gonzalo un lugar en la zona donde poder comprar. Fue así que mediante datos, el diplomático talquino llegó hasta el predio ubicado en Huilma, que finalmente terminó comprando como una manera de "retirarse" del mundo cada vez que tenía la oportunidad de venir a Chile.

Entre las múltiples anécdotas que Eugenio puede contar de su vida desarrollada en el exterior, destaca aquella donde debió servir como cónsul de Chile en Argentina durante fines de los años '70 en la ciudad de Esquel (provincia de Chubut y frente a la ciudad de Chaitén en nuestro país) y en Bahía Blanca, ubicada a más de 600 kilómetros al sur de Buenos Aires, donde debió actuar en varias oportunidades bajo órdenes del gobierno chileno para obtener información de los movimientos argentinos.

"En la ciudad existía la base naval de Puerto Belgrano y en varias ocasiones debí acercarme allí para observar el movimiento de las tropas. Muchas veces debí hacer amistad con gente que trabajaba en el lugar para enviarle información al gobierno. El riesgo de ser arrestado era latente", dice Parada.

De hecho, así finalmente ocurrió y donde escapó de una redada donde amigos argentinos y chilenos fueron retenidos por el gobierno trasandino de la época. Por ello viajó de incógnito hasta Buenos Aires para refugiarse en la embajada de nuestro país.

"Fue la época más complicada que viví durante mi carrera, donde mediante la implicación artificial de pruebas arrestaron a mis amigos. A eso se sumaban las continuas manifestaciones que se producían frente al consulado, además de los simulacros de ataques que se llevaban a cabo durante cada noche", señala Parada.

Londres

Otro de sus destinos destacados estuvo en la capital de Inglaterra, donde sirvió durante cinco años y le tocó vivir el proceso de detención del fallecido general Augusto Pinochet, entre el 10 de octubre de 1998 y el 2 de marzo del año 2000.

Uno de los puntos que más le sorprendieron a Parada durante la relación que mantuvo con Pinochet, es que cada vez que lo fue a ver a la clínica donde se encontraba jamás pudo cruzar más de un par de palabras con él.

"Siempre se veía muy enfermo y casi no hablaba. Incluso, cuando estuve con él al momento en que lo fueron a dejar en silla de ruedas al avión para volver al país, casi no se movía. Por eso me sorprendió muchísimo verlo llegar a Chile y levantarse rápidamente desde su silla de ruedas", concluyó.

Entre los proyectos del ex diplomático se encuentra abrir una hostería dentro de su mismo predio. "Este paisaje y lugar (Huilma) no tienen nada que envidiarle a otros parajes de Europa", dice mientras se levanta de su silla de estilo neoclásico.