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"El MAMO", el fundador de la dina

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"Quizás haya que empezar por acá. Por el momento en que la vida de un hombre se tuerce hacia un camino de sombras. Ese momento en que el hombre, que es niño, tiene seis años y una madre enferma, en cama. Aída Sepúlveda Cubillos no está bien, pero se pone peor después de que una enfermera la visita en casa y le inyecta un medicamento que, por descuido o apuro, contiene una dosis de aire que le provoca una embolia. La madre empieza a convulsionar y grita: '¡Mis niños, mis niños!'. Y uno de sus tres niños, el mayor, a quien ella ha apodado Mamo, la escucha claramente, escondido detrás de un armario. Juan Manuel Guillermo Contreras Sepúlveda presencia ese momento turbador en el que una madre joven -su madre- muere.

"(...) Mamo era el más parecido a su madre, de carácter fuerte y dominante. Como, siendo pequeño, balbuceaba 'mamo' al querer decir 'mamá', su madre lo bautizó así. Y todos en la familia -y en el ejército y en el mundo- le dijeron Mamo. Mamo Contreras. Todos menos Helena Hurtado, su madrastra, la media hermana de su madre, que lo llamaba Juan Manuel, a secas".

" (...) (Manuel Contreras Sepúlveda), el padre del hombre que fuma Kent light y toma café con edulcorante artificial dirigió la mayor máquina de exterminio que haya conocido la historia chilena. A mediados de 1974, un año después del golpe de Estado que derrocó al presidente socialista Salvador Allende, Augusto Pinochet dotó al entonces coronel Manuel Contreras Sepúlveda, el Mamo, de poderes máximos para crear una policía política que llamó Dirección de Inteligencia Nacional, DINA.

"(...) El hijo del Mamo me cuenta que cuando su padre oficiaba de instructor de cadetes de la Escuela Militar, no aceptaba un zapato mal lustrado, una patilla más larga que la otra. Ese rigor fue conocido por el capitán Alejandro Barros, que en una entrevista de comienzos de los 90 recordó que el Mamo abusaba de su autoridad. Si algún cadete era sorprendido en una falta, por menor que fuera, el Mamo, a escondidas de sus superiores, arrastraba a los indisciplinados hasta el baño, donde les introducía el pitón de una manguera por la boca para luego lanzar un violento chorro de agua. Si la falta era más grave, en los mismos baños hundía las cabezas de los cadetes en la taza del excusado y tiraba la cadena. A ese castigo lo llamaba el champú. Según esta versión, el oficial Contreras se fue haciendo fama de duro, y habría sido esa fama la que sorprendió gratamente al entonces capitán Pinochet.

"(...) El hijo se lo advirtió, pero el padre no quiso escucharlo. Lenta pero persistente, la justicia chilena iría tras Manuel Contreras Sepúlveda una vez que el escenario político lo permitiera. Y ese escenario se comenzó a cristalizar en noviembre de 1993, cuando el Mamo fue condenado en primera instancia a siete años de cárcel por el asesinato en Washington del ex canciller Orlando Letelier. Fiel a su estilo, se atrincheró en la casa de su fundo del sur chileno y amenazó con enfrentarse a tiros con la policía.

- ¡No iré a la cárcel! -bramó por televisión-. ¡Yo no voy a ir a ninguna cárcel mientras no haya una justicia real!".