No sólo importa qué comer, sino también a qué hora hacerlo
Estudio. La capacidad de regular los niveles de azúcar en la sangre baja por las noches, por lo que sería más saludable alimentarse en horas tempranas.
mgonzalezt@mediosregionales.cl
Un estudio realizado en EE.UU. mostró que para alimentarse sano no sólo importa qué comer, sino que también a qué hora hacerlo, debido a que la tolerancia a la glucosa -o la capacidad de regular los niveles de azúcar en la sangre- es más baja por las noches que a la hora del desayuno.
Estos resultados explicarían, entre otras cosas, por qué las personas que trabajan por turnos tienen un mayor riesgo de diabetes, como han encontrado estudios anteriores.
La investigación fue realizada por un equipo del Brigham and Women's Hospital -afiliado a la Universidad de Harvard- y en ella participaron 14 personas sanas.
Los autores midieron los efectos que tuvieron en la tolerancia a la glucosa ciertos factores de comportamiento (como las horas de comida y el ciclo de sueño/vigilia) y el reloj interno del cuerpo (sistema circadiano), además de la desalineación entre estos dos componentes.
"Nuestro estudio subraya que no es sólo lo que se come sino que también cuándo se come lo que influye significativamente en la regulación del azúcar en la sangre, lo que tiene importantes consecuencias en la salud", explicó Frank Scheer, coautor del estudio, quien es neurocientífico y profesor asistente de Medicina en la División de Trastornos del Sueño de la institución.
"Nuestros hallazgos sugieren que el sistema circadiano afecta fuertemente la tolerancia a la glucosa, independiente de los ciclos de alimentación/ayuna y de sueño/vigilia", agregó el investigador.
En el estudio, los participantes adoptaron dos tipos de rutinas. En la primera, los voluntarios tuvieron su primera comida del día ("desayuno") a las 8 a.m. y su última comida del día ("cena") a las 8 p.m., y durmieron en la noche.
En el segundo protocolo, sus horarios fueron invertidos en doce horas, por lo que desayunaron a las 8 p.m. y cenaron a las 8 a.m., y se les pidió dormir de día.
Las comidas en ambos casos fueron idénticas.
Luego, los académicos midieron los niveles de glucosa e insulina en intervalos de diez minutos después de cada comida, y cada una hora a lo largo del ciclo sueño/vigilia.
El equipo encontró que los niveles de glucosa después de las comidas fueron un 17% más altos (menos tolerancia a la glucosa) en la noche que en la mañana, independiente de la hora en que los participantes durmieron o comieron.
También encontró que en el segundo caso (cuando los participantes dormían durante el día, desayunaban a las 8 p.m. y cenaban a las 8 a.m.), la tolerancia a la glucosa disminuyó durante varios días.
Este fenómeno, al que los científicos se refieren como una "desalineación circadiana", puede tener implicancias importantes en las personas que trabajan por turnos.
"Estos efectos parecen estar mediados, al menos en parte, por mecanismos relacionados con la insulina", dijo Christopher Morris, autor principal del estudio.
Basándose en estos resultados, los científicos creen que señales contradictorias entre el reloj interno del cuerpo y el ciclo de comportamiento de algunos órganos, como el hígado y el páncreas, pueden contribuir a estos efectos en el control de la glucosa.
"Debido al que los trabajos de noche nunca dejarán de existir, estamos investigando si es posible fijar horarios para el consumo de alimentos con el fin de que ocurran en momentos más ventajosos", sostuvo Scheer.