El movimiento de los indignados en España de mayo de 2011, que movió a la población a protestar en función de una democracia más participativa fue sin duda un síntoma de una sociedad que demanda no solo una mayor participación, sino mayor transparencia a medida que observa los escándalos en que incurren muchas veces el poder político o los gobiernos.
Un símil del movimiento de los indignados fue la denominada revolución pingüina, que entre abril y octubre de 2006 puso en jaque al gobierno de la Presidenta Bachelet en demanda por una educación gratuita, de calidad y sin lucro. Este movimiento sin duda movilizó la agenda política del momento y futura, al punto que en la reelección de la Presidenta tuvo un factor relevante la inclusión de estas propuestas en su programa de gobierno.
En la actualidad, nuevos síntomas parecen asomarse en la sociedad chilena, a medida que se van conociendo casos de financiamiento irregular de la política (Caso Soquimich), fraude al FUT (Caso Penta) o el presunto uso de información privilegiada para obtener millonarias ganancias por parte del entorno del hijo de la propia Presidenta Bachelet (Caso Caval). Si bien estos casos se encuentran en plena investigación y algunos formalizados por el Ministerio Público, la ciudadanía no ha ocultado su "indignación" con el mundo político y lo demuestra ya no solo en las encuestas y sondeos de opinión, lo replica en las redes sociales, en foros de opinión y esto se va traspasando a otros medios que apelan al cambio social, como ha ocurrido más recientemente con el humor en el Festival de Viña.
Al respecto, quien ha reaccionado con mayor autocrítica ha sido hasta el momento el timonel del Partido Socialista, Osvaldo Andrade, quien considera esta crisis como "severa" y "transversal". Ha dicho por ejemplo: "hoy día el desprestigio es de la política, de los partidos, da lo mismo de qué lado sean, por eso la teoría del empate era una estupidez".
La credibilidad en la política, según los sondeos oficiales, está por los suelos. Con una oposición con un 16% de apoyo ciudadano y un oficialismo con un tercio. En tanto, la encuesta Plaza Pública Cadem sitúa el respaldo a la Presidenta en un 31% después de conocerse los entretelones del Caso Caval.
Algunos creen que es tarde para que los políticos reaccionen. Sin duda, la sintonía con los problemas ciudadanos se ve lejana y así lo refleja el "aplausómetro" popular.