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strings, la aplicación para smartphones que promete no dejar rastros

privacidad. El programa elimina del servidor la información compartida con otros y de esta manera evita filtraciones "no deseadas".

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En un entorno tecnológico en el que el usuario cada vez busca mayor control sobre aquellos contenidos que comparte en las redes sociales o las aplicaciones móviles, aparece Strings, una nueva herramienta que permite dar marcha atrás y eliminar por completo conversaciones y fotos compartidas.

En aplicaciones y portales populares como WhatsApp, Facebook o Twitter, un usuario que se arrepienta de una fotografía compartida o publicada puede eliminarla de su cuenta, pero eso no la hace desaparecer directamente de los servidores, donde la información sigue almacenada durante un tiempo, ni de las cuentas de otros usuarios que hayan descargado previamente el archivo.

"Cuando eliminas algo en Strings, esto no se elimina solo en el teléfono, sino también en el servidor, algo que no ocurre con el resto de aplicaciones en el mercado, de manera que el usuario no tiene que preocuparse de que alguien pueda tener acceso a ello porque ya no existe", explica Damon Ganem, cofundador de Strings, en declaraciones a EFE.

"Todo el mundo ha compartido alguna vez algo de lo que posteriormente se ha arrepentido. La gente se está empezando a dar cuenta de que aquello que comparte pasa a ser público para siempre y eso les asusta", indica Ganem.

evitar la filtración

En octubre pasado, más de 200 mil fotografías de Snapchat (una plataforma donde las fotografías se "eliminan" de los aparatos de los usuarios después de ser vistas) fueron filtradas desde los servidores y puestas a disposición del público general en internet.

"La idea de Strings es dar a los usuarios control completo sobre sus conversaciones personales", dijo la responsable de Marketing de la compañía, Justine Lescarbeau.

Para lograr este control, las fotografías y videos compartidos en Strings pueden visualizarse sin restricciones, pero no pueden descargarse directamente al teléfono móvil del receptor, sino que este debe pedir permiso a quien se lo envió para que proceda a su autorización.

La aplicación detecta y prohíbe totalmente las capturas de pantalla, de manera que a la tercera infracción de esta norma se cierra la cuenta al usuario.

"En cualquier momento que lo desees, puedes eliminar una línea de conversación y todo lo que esta contenga, de manera que los mensajes, las fotos y los videos compartidos se eliminarán de forma inmediata y para siempre de tú teléfono, de los teléfonos de aquellos con quienes los hayas compartido y de nuestros servidores", agregó Lascarbeau.

Strings es una pequeña start up con sede en Seattle (Washington, EE.UU.) que actualmente emplea a media docena de trabajadores, pero que desde el lanzamiento de la aplicación al mercado a finales del año pasado ya alcanzó los 60 mil usuarios en todo el mundo.

"Tenemos 60 mil usuarios repartidos en más de 160 países, dos mil de ellos en países hispanoparlantes. En Latinoamérica, nuestro mayor mercado es Brasil, donde se concentran el 80% de nuestros usuarios en la región", indicó Lascarbeau.

La aplicación es gratuita y, aunque actualmente solo está disponible para sistemas operativos de Apple iOS, la empresa asegura que "está trabajando" para sacar al mercado una versión compatible con Android.

"El mercado de la mensajería es muy competitivo, así que la clave es tener un producto que te diferencie, que solucione una necesidad del consumidor que el resto de productos no solucionan. Eso es lo que logra Strings al apostar por el control sobre los contenidos", concluyó Lescarbeau.

Pese a que es nuevo, Strings ha entrado con fuerza en un mercado como el de la mensajería móvil, en el que el dominador indiscutible es WhatsApp (actualmente propiedad de Facebook), por lo que para triunfar deberá arrebatar cuota de mercado a una marca ya muy consolidada y que cuenta en todo el mundo con más de 700 millones de usuarios, según los últimos datos disponibles. La aplicación Telegram, otro competidor firme, en estos días ha experimentado problemas técnicos.

especialistas aconsejan utilizar dispositivos que monitorean la salud

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Algunos médicos en Estados Unidos ya están pidiendo permiso a sus pacientes para incorporar en sus registros electrónicos los datos que generan sus monitores de acondicionamiento físico y apps de salud.

Los especialistas creen que esa información podría ayudarles a detectar más pronto los indicios de una enfermedad y sugerir cambios de rutina o medicamento antes de terminar en la sala de urgencias. Esos dispositivos también podrían ser capaces de verificar cómo se está sanando de una cirugía o si está siguiendo adecuadamente su tratamiento.

"En este momento solo vemos a nuestros pacientes en visitas de unos 15 minutos en el consultorio y esa es una inspección muy restringida", explica Lauren Koniaris, especialista en cuidados críticos pulmonares en el Centro Médico de la Universidad Hackensack en Nueva Jersey.

"En realidad esto globaliza la inspección de su estado de salud, por lo que estamos más en contacto con ellos sobre una base del día a día, incluso de hora a hora. Es casi como una consulta virtual en casa", añadió la especialista citada por AP.

En Hackensack, se pide a varios pacientes con riesgo de insuficiencia cardíaca que utilicen un rastreador que cuenta los pasos y peldaños subidos.

También les piden registrar lo que comen con ayuda de una aplicación de teléfono que tiene una base de datos que contiene información nutricional de miles de alimentos.

Mediante la tecnología HealthKit de Apple, los datos recogidos por diferentes rastreadores y aplicaciones son transferidos automáticamente a una app de iPhone llamada MyChart, de la firma Epic. A partir de ahí, la información va a los registros en el hospital de un sistema que también diseñó Epic.

Hackensack quiere ampliar el sistema a más pacientes y comenzar a monitorear también la presión arterial y horas de sueño, pero el hospital debe asegurarse primero de que habrá equipos disponibles para revisar la gran cantidad de datos que llegarán.