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Vendedor de libros reclama que no fue considerado para trabajar en el mercado

errázuriz. Marcos Biava es el único comerciante que seguirá en la calle.
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Marcos Biava se dedica desde hace 20 años a la venta de libros usados y hace cinco cuenta con un kiosko ubicado en la esquina de calle Prat y Errázuriz (frente al Mercado Municipal), a unos metros de la iglesia San Francisco, donde vende desde historietas y revistas clásicas hasta todo tipo de textos para los estudiantes.

A simple vista, el recientemente inaugurado Mercado Municipal que se encuentra frente al puesto de Biava, se ve imponente con sus más de 100 locales y sus tres pisos de alto, en comparación con el puesto de cuatro metros cuadrados del kiosko de Marcos.

Y es que este hombre de 54 años fue prácticamente el único comerciante que no alcanzó a ingresar con un local al recién inaugurado edificio, por o cual sigue en la mencionada intersección, cerca de la iglesia San Francisco.

Marcos siente que su trabajo y aporte como comerciante de literatura ha sido poco reconocido.

"Yo hubiese querido desde un principio haber sido incluido en el plan municipal que llevó a decenas de locatarios a instalarse en un lugar en el que ahora pueden trabajar tranquilos y en un espacio más cómodo que el que tengo actualmente", señaló el comerciante.

"Me siento parte de la cultura de Osorno y la verdad es que no haber sido incluido en el plan, hace que se pierda un espacio muy tradicional para este sector", añadió el hombre, padre de tres hijos y quien vive camino al mar.

Una de las razones que Biava expone para no haber sido considerado dentro de los 90 locatarios que ingresaron al recinto, tiene relación con la directiva de la entidad.

"Como yo me encontraba ubicado frente al mercado y no en los locales que estaban de ese lado, finalmente no me incluyeron en el plan. Lo más lamentable es que hay gente que está instalada allí y que tiene varios puestos", finalizó Biava.

"no fue a las reuniones"

El presidente del sindicato de locatarios del mercado municipal, Iván Montes, señaló que lo que dice Biava no tiene asidero.

"Es imposible que él diga que no tuvo la oportunidad de ingresar con los demás locatarios al mercado, ya que como sindicato tenemos las puertas abiertas a quien quisiera acompañarnos", aclaró Montes.

Según el presidente de este gremio, Biava jamás realizó los esfuerzos necesarios para querer ingresar a la asociación que ellos tienen con los 90 locatarios que actualmente están trabajando en el recinto municipal.

Incluso, montes aseveró que a Biava nunca fue visto en alguna reunión con los miembros del sindicato, por lo que descarta cualquier exclusión intencionada.

La desconocida isla en medio del río Rahue que es usada como "refugio" por boteros

Topografía. El islote se ubica frente al parque Arnoldo Keim y los vecinos la llaman "Gilligan".

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Para muchos pasa inadvertida, pese a que está situada en el tramo urbano del río Rahue.

Se trata de la popularmente denominada "isla de Gilligan", una porción de tierra de una hectárea aproximadamente sin nombre oficial ubicada al medio del río Rahue, frente al parque Arnoldo Keim en Rahue Alto, entre los sectores poblacionales de Ovejería y Rahue.

En esta época es fácil acceder a la isla a pie, ya que el bajo caudal del río permite caminar en un punto del parque Keim.

Compuesta de arena y no de tierra, la isla de "Gilligan" tiene abundante y frondosa vegetación. La tranquilidad que reina en el lugar sólo se ve interrumpida por una que otra ave que sale volando entre medio de la espesura tras escuchar el ruido de ramas quebrándose a medida que se avanza hacia el interior.

Si bien se alcanzan a divisar restos de basura traídos por la corriente y atrapados en la vegetación por debajo del caudal, no se ven mayores rastros de alguna persona que viva de forma permanente en la isla.

Sin embargo, hay una serie de "ramadas" que pueden encontrarse a pocos metros de la orilla (y algunas un poco más al interior) que en algún momento han servido de techo y protección para algún visitante casual.

Las improvisadas estructuras se encuentran generalmente junto a un árbol y compuestas por una serie de ramas secas entrelazadas entre sí que hacen de techo, entregándole una cierta seguridad a quien tal vez ha deseado refugiarse del frío nocturno, ya que de día resultan inservibles, pues la vegetación circundante hace imposible dejar pasar algún rayo de sol veraniego.

Varias tienen también alguna pieza de plástico o un saco que hace de impermiabilizante; incluso, cerca se observan los restos de fogatas.

Tras casi 20 minutos de camino resulta imposible encontrar a alguna persona en el lugar, tal como lo afirman vecinos, quienes aseguran que una persona vive en el singular islote del río Rahue.

Botero

Como era de preverse, la salida de la isla resulta más complicada que el mismo ingreso. El camino recorrido y las vueltas dadas para evitar un obstáculo y otro terminan por confundir el camino de regreso.

Por lo mismo, la mejor manera de salir de ella es llegar a una de sus orillas y bordearla. El problema viene al momento de salir de la espesura, ya que el lugar no parece reconocible ni de uno u otro lado. Ni a la izquierda ni a la derecha.

A unos 50 metros de distancia, y en un recodo de la isla, se vislumbra un botero con el que comenzamos a hablar desde lejos, a viva voz. De a poco explica el punto donde estamos ubicados y gentilmente se ofrece a llevarnos hasta el lugar por donde entré: el parque Arnoldo Keim, que estaba hacia mi derecha.

El bote de Héctor Soto se llama "El arca de Noé". Viene de Ovejería y explica que todos los domingos sale a pescar salmones en el cauce osornino. De hecho, muestra con orgullo los trece peces que obtuvo en la jornada.

"Esto sirve para despejarme del trabajo de la semana", argumenta.

Cuando le pregunto por la misteriosa isla, me cuenta acerca del nombre que le ha puesto la gente, ya que no tiene denominación oficial.

"Es de una familia de Ovejería y a veces el hijo viene a verla", me aclara acerca de la posible persona que suele verse en el lugar.

"Antes aquí sembraban papas y otras cosas, pero hace tiempo que está botada", dice mientras tras arrastrar el bote unos metros a la orilla, nos deja bajar, para luego adentrarse en el Rahue.

El lugar no aparece con una denominación oficial, por lo que recibe el nombre que le den los habitantes y vecinos del sector donde se encuentra: la isla de "Gilligan".

Una

hectárea aproximadamente mide esta isla que se encuentra encerrada entre dos brazos del río Rahue.

Pino

sauce e incluso un guindo se pueden encontrar en este terreno que se encuentra cubierto además de zarzamoras.