Afines de 1992 se realizó en la sala de sesiones de la Municipalidad de Osorno la conmemoración de los 200 años de la toma de posesión de las ruinas de la ciudad del siglo XVI. Se repetía lo efectuado en 1942, cuando se recordó con la erección de la actual iglesia parroquial de la Ovejería, a 150 años de este hecho y la repoblación de Osorno.
Aspecto central del acto fue la entrega de una relación genealógica a descendientes de algunos integrantes de la expedición de Tomás de Figueroa.
Entre otros, se consiguió a ubicar a provenientes de Pablo de Asenjo, Lucas de Molina, Félix Flores, Julián de la Guarda, el comisario de naciones Francisco Aburto y de Ignacio de Arangua, encargado de reclutar a los repobladores.
Fue una emotiva ceremonia, donde más de alguno descubrió a algún pariente desconocido hasta entonces.
Unido a este hecho histórico está el ocurrido el 13 de enero de 1796. Ese día, Ambrosio O'Higgins declaró repoblada la ciudad de Osorno y a las familias presentes y a las que venían en camino sus legítimos repobladores.
Este es el origen de los actuales osorninos, en un proceso que integra a los huilliches por el mestizaje, donde interviene la Iglesia Católica a través de las misiones, a las que se suman los inmigrantes extranjeros de la segunda mitad del Siglo XIX.
A diferencia de lo que ocurría a mediados del siglo pasado, las actuales generaciones desconocen de dónde provienen, cuáles son las costumbres y tradiciones de esta zona y la influencia que ejerce en éstas Chiloé, territorio con el cual limitaba la ciudad en el río Maypué por el sur. También su relación con lugares como San Pedro de la Paz, Hualqui, Santa Juana, Rere, Río Claro, Chanco o San Felipe por el norte y Carelmapu, Maullín, Calbuco o Yutuy por el sur. O qué función cumplieron la fragata Astrea y el bergantín El Limeño en la repoblación de Osorno.
La repoblación, sus personajes y hechos ampliamente descritos en las crónicas históricas, pueden ser tema propicio para una gran celebración de verano en la ciudad, más que festivales y fiestas seudocostumbristas.
Rodrigo Rodríguez Pérez