El Islam y la locura asesina
Imagine una viñeta donde aparece un musulmán encapuchado diciendo: "Nuestro Dios es amor y tenemos armas para probarlo". Si le resulta graciosa, de seguro usted no es un fundamentalista islámico. Porque fueron precisamente caricaturas como ésta las que hicieron estallar en rabia a los asesinos que aterrorizaron Francia hace apenas unos días. Los mismos que perpetraron ese cruel atentado contra el semanario satírico Charlie Hebdo, cuyas imágenes revelaron la ferocidad que puede alcanzar la estupidez humana.
El "pecado primordial" de los periodistas y dibujantes asesinados habría sido -según sus atacantes- relativizar, mediante el humor, creencias que orientan la vida de millones de personas. Pero ese argumento es falso.
Pasa por alto que el derecho a la libertad de expresión incluye la facultad de los medios de emitir opiniones (o confeccionar viñetas) incómodas o exageradas, ácidas e inclusive injustas. Y que no son los afectados -sea un credo religioso, una empresa o un partido político- quienes deben decidir si merecen o no ser oídas, sino cada una de las personas a través de ese plebiscito cotidiano que es la lectura y el consumo de medios.
Si alguna lección puede sacarse de todo esto, es la importancia de contar con medios de comunicación que sean capaces de dar espacio a la diversidad, y donde se manifieste pluralidad de opiniones: justamente lo que repugna a todos aquellos bandos que están en las antípodas de la civilización y la racionalidad.
Por cierto, en esta tragedia el islam no es más que una excusa de la locura asesina. La mayoría de sus seguidores, civilizados y piadosos, nada tienen que ver con estas facciones radicales alcoholizadas por el odio. De hecho, las principales agrupaciones musulmanas francesas han condenado con firmeza el atentado, señalando que "el terrorismo no es religión".
Hoy día en París se respira tristeza. Los innumerables cartelitos de solidaridad dibujan la ciudad como si fuera una sensación en vez de un lugar físico. Y los miles de personas que han salido a la calle para expresar su dolor están animadas por una sola convicción: el miedo no puede ganarle a la libertad.
Xavier Echiburú