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Los ejemplares de vertebrados disminuyeron a la mitad en 40 años

peligro. Según entidades mundiales de conservación, los elefantes, las morsas y el atún rojo del Pacífico son las especies más vulnerables.

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Los ejemplares de las diversas poblaciones de vertebrados se redujeron a la mitad en los últimos 40 años y algunas especies sufrieron el impacto de esta situación más que otras, como los lemúridos (primates) de Madagascar, las morsas, los elefantes y el atún rojo del Pacífico.

Completan este dramático cuadro varios tipos de anfibios, que forman parte de una lista de 22.413 especies amenazadas o en peligro de extinción (la tercera parte del total) elaborado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la organización medioambiental más grande y antigua del mundo, además de ser observador en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Ese total representa 1.125 especies adicionales a las que ese mismo listado contenía hace una año, según la sección suiza del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

caza furtiva

Las principales causas de esta depredación son el cambio climático, la agricultura y la caza furtiva, principalmente de elefantes y lemúridos.

Estos últimos se encuentran entre los que sufren las peores situaciones, ya que el 94% está bajo amenaza debido a la destrucción de su hábitat -el 90% de la selva tropical en la que viven en Madagascar está destruida- y a que son víctimas de cazadores furtivos.

A pesar de que el comercio internacional de marfil está prohibido, con muy raras excepciones, los elefantes siguen siendo víctimas de los cazadores, que este año han matado a 20 mil ejemplares para arrancarles los colmillos.

Esta situación ha causado que nuevamente en 2014 el número de elefantes cazados y muertos haya sido superior al de nacidos, una tendencia que se observa desde 2010 y que, en ciertas zonas de Africa, pone a los elefantes en peligro crítico de extinción.

cambio climático

En el hábitat marino, las modificaciones provocadas por el cambio climático están afectando a especies como las morsas, que en septiembre pasado protagonizaron una escena inusual, cuando 35 mil ejemplares se refugiaron en una playa en lugar de la banquisa, que es el lugar que habitualmente prefieren.

Luego se determinó que este comportamiento se debió al deshielo más acelerado que nunca de la capa que cubre el Artico, lo que redujo el espacio de vida de estos grandes mamíferos.

Por su parte, el atún rojo del Pacífico está amenazado por la sobrepesca.

Sin embargo, el WWF señaló que también hay noticias buenas debido a que se ha logrado revertir la tendencia que amenazaba la existencia de especies como la ballena azul, cuya población en el hemisferio sur -estimada en unos 1.400 ejemplares- está ahora más segura.

Esto, debido a la decisión de Chile de convertir una extensa área del Golfo de Corcovado en una zona protegida, lo que permite que los centenares de ballenas que cada año se encuentran allí puedan reunirse tranquilamente para criar a sus pequeños.

También quedan pocos tigres en el mundo, que si hace un siglo contaba con 100 mil de estos felinos, ahora no alberga más que 3.200, según el WWF, que se propuso duplicar su número hasta el año 2022.

Uno de los mejores resultados que se ha conseguido hasta ahora ante este problema es en Népal, país donde el número de tigres ha aumentado en un 63% en cuatro años, llevándolos a un total de 200 ejemplares.

20 mil

elefantes fueron asesinados este año debido al comercio de marfil, según indica el informe de la UICN.

22.413

especies están amenazadas o en peligro de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Dicen que el estrés aumenta el deseo de recompensa, pero no el placer

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Es común que el estrés provoque ciertos "antojos", tales como tomar bebida, consumir comida rápida o comer dulces y chocolates. Pero al cumplir estos deseos, probablemente no se experimente el placer que se busca.

Un estudio realizado por la Asociación Americana de Sicología (APA en inglés) asegura que estar estresado aumenta el deseo de obtener una recompensa, pero que no provoca mayor placer.

"La mayoría de nosotros, cuando tenemos estrés, experimentamos un aumento en nuestra ansia de tener experiencias gratificantes, como comer una sabrosa barra de chocolate, y puede que invirtamos un considerable esfuerzo en la obtención del objeto de nuestro deseo, como correr a una tienda en medio de la noche. Pero mientras aumenta nuestro deseo de disfrutar las recompensas, no necesariamente aumenta el disfrute que experimentamos", explica Eva Pool, perteneciente a la Universidad de Ginebra y autora principal del estudio.

Para efectos de la investigación, se realizó un experimento en el cual participaron 36 estudiantes universitarios que se declararon como "amantes" del chocolate.

Los investigadores sometieron a los voluntarios a situaciones de estrés y luego recogieron muestras de saliva para analizar el cortisol, hormona implicada en la respuesta a la tensión. Luego, los participantes olieron muestras de chocolate, lo cual les produjo placer y buscaron la forma de encontrar dicho aroma.