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Interactuar con la música mejora el desarrollo del lenguaje de los niños

Formación. Un estudio reafirma los beneficios cognitivos de esta práctica, pero enfatiza en la necesidad de que sea un aprendizaje activo y participativo.

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Nuevas evidencias de que la música puede mejorar el desarrollo cognitivo de los niños aporta un estudio realizado en EE.UU., pero a la vez hace hincapié en la importancia de interactuar y ser un aprendiz "activo" de esta práctica.

El aprendizaje activo de un instrumento musical y la alta participación en clases de música, según concluyó un equipo de la Universidad Northwestern, mejora la capacidad del cerebro para procesar el habla y la lectura de los pequeños.

Para el estudio, los científicos analizaron a niños que participan en el Harmony Project, un programa comunitario sin fines de lucro que entrega educación musical e instrumentos a niños pobres de Los Angeles, en EE.UU.

A los participantes se les instalaron unos cables de electrodos en sus cabezas para capturar las respuestas de sus cerebros a la música.

A través de ese ejercicio, los investigadores quisieron ver si el nivel de compromiso con las clases de música importa en las mejoras cognitivas que han mostrado investigaciones anteriores.

Los resultados

Por un periodo de dos años, los niños que participaron activamente en las clases mostraron mejoras más importantes en la forma en que el cerebro procesa el habla y la lectura, en comparación con los niños con menor participación en las lecciones artísticas.

Asimismo, los beneficios de la participación activa en clases de música tuvieron lugar en las mismas áreas del cerebro que en general son débiles en niños de familias pobres.

"Incluso en un grupo de estudiantes muy motivados, pequeñas variaciones en la participación musical -asistencia y participación en clases- predijeron la fuerza del procesamiento neuronal después de la formación musical", explicó la autora principal del estudio, Nina Kraus, quien es profesora de ciencias de la comunicación, neurobiología y sicología de la Universidad Northwestern.

"Nuestros resultados apoyan la importancia de la experiencia activa y el compromiso significativo con el sonido para estimular los cambios en el cerebro", agregó Kraus en un comunicado difundido por la casa de estudios.

"Lo que hacemos y cómo nos involucramos con el sonido tiene un efecto en nuestro sistema nervioso", dijo la autora, quien comentó que "dedicar tiempo a aprender a tocar un instrumento musical puede tener un efecto importante en la forma en que funciona el sistema nervioso".

En opinión de los investigadores estadounidenses, la participación en clases de música puede efectivamente "remodelar" el cerebro de un niño de una manera que mejora la capacidad de procesamiento del habla, una habilidad que está estrechamente relacionada con la lectura, según recordaron los expertos.

Por ello, Kraus dijo a la revista Time que con el fin de aprovechar plenamente los beneficios cognitivos de las clases de música, los menores no sólo se tienen que sentar y escuchar el sonido de la música, sino que también deben estar comprometidos activamente con la música y participar en las clases.

"Nos gusta decir que 'hacer' música importa", señaló Kraus. "Porque es sólo a través de la generación activa y la manipulación del sonido que la música puede 'recablear' el cerebro", agregó.

La académica explicó que una participación activa se traduce en que los niños estén altamente involucrados en sus clases de música, es decir, que tengan una alta asistencia, pongan atención a las clases y sean los que más tareas prácticas realizan durante las lecciones.

Los autores resaltaron que los hallazgos de su estudio son importantes para los niños provenientes de familias pobres, quienes procesan el sonido de manera menos eficiente. Esto a la vez aumenta el riesgo de que tengan un mal desempeño en el colegio, según dijo Kraus.

El estudio fue publicado esta semana en la revista Frontiers o Psychology.

La autora principal del estudio, Nina Kraus, diferenció los hallazgos de su equipo con el llamado "efecto Mozart", desestimado por otras investigaciones. "Tocar un instrumento es importante. No vemos este tipo de cambios biológicos en las personas que sólo escuchan música, que no están tocando un instrumento", sostuvo Kraus a la revista Time. "Me gusta usar la analogía de que no te vas a poner en forma con sólo ver deportes en la televisión", agregó la académica.

1.400

estudiantes tiene el Harmony Project, una entidad que provee educación musical e instrumentos a niños de escasos recursos.

93%

de los niños que han asistido a las clases del Harmony Project ingresaron a la educación superior, según cifras de la organización.

Una investigación sugiere que la grasa que se pierde al adelgazar se convierte en dióxido de carbono

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La mayor parte de la grasa que una persona pierde al adelgazar se expira a través de los pulmones como dióxido de carbono, según un estudio realizado por científicos australianos publicado ayer.

El jefe de la investigación, el físico Ruben Meerman, descubrió al analizar la bioquímica de la grasa que el 84% de los átomos de grasa es exhalado como dióxido de carbono (CO2) y el restante 16% se pierde en forma líquida.

Si bien la fórmula de la grasa, que se conoce desde la década de 1960, es una mezcla de carbono, hidrógeno y oxígeno, ningún científico había cuantificado exactamente qué pasa con todos los átomos de grasa que se queman con los ejercicios.

Se sabía que el carbono se convierte en dióxido de carbono y que los otros elementos, como el hidrógeno se convertirán en agua, "aunque no se sabía qué pasaba con los átomos de oxígeno que son parte de la molécula de grasa", señaló el físico australiano a la cadena local ABC.

Antecedente de 1949

Tras cuatro meses de investigaciones, Meerman, quien también es presentador del programa Catalyst de la ABC, y su compañero Andrew Brown, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, descubrieron un artículo científico publicado en 1949 que solucionó este enigma.

Este mostraba que los átomos de oxígeno eran compartidos entre el dióxido de carbono y el agua en una proporción de 2 a 1, lo que supone que por cuatro átomos de oxígeno que son exhalados, dos son excretados en los fluidos corporales como el sudor, las lágrimas y la orina.

Este dato les dio a Meerman y Brown la cifra final de 84% de átomos de grasa exhalados como dióxido de carbono y el restante 16% como agua.

El análisis de los científicos también mostró que por cada 10 kilogramos de grasa perdida u oxidada, el cuerpo necesita 29 kilogramos de oxígeno adicionales, agregó la fuente.

El estudio muestra, además, que se pierde una mínima cantidad de peso como CO2 exhalado en un día sedentario típico.

84% de C02 El 84% de los átomos de grasa que se pierde al adelgazar es exhalado como CO2 y el restante 16% se pierde en forma líquida.

Necesidad de oxígeno Por cada 10 kilogramos de grasa perdida u oxidada, el cuerpo necesita 29 kilogramos de oxígeno adicionales, según el análisis.