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El frío y modismos desafían a los colombianos residentes en la zona

Extranjeros. Las buenas perspectivas laborales y la calidad de vida en el sur han hecho que cada vez más profesionales del país cafetero decidan asentarse en Osorno. Y si bien no se han sentido discriminados, las diferencias en el clima e idioma son los principales escollos que deben enfrentar para su adaptación total a la provincia.
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ybarriac@australosorno.cl

C hile se ha convertido en los últimos años en uno de los países del continente que genera un mayor interés de los extranjeros por radicarse en búsqueda de oportunidades laborales y una vida mucho más segura y estable.

Así lo comprueba el hecho que a nivel nacional este año se han cursado más de 22 mil solicitudes de residencia, fenómeno del cual la provincia de Osorno no está ajeno y donde los inmigrantes colombianos son un ejemplo del interés por vivir en la zona.

De hecho, según cifras entregadas por el Departamento de Extranjería y Migración de la Gobernación de Osorno, en el año 2013 fueron 108 las personas de nacionalidad colombiana que solicitaron residencia temporal, en tanto hasta noviembre de este año, van 42 solicitudes.

Desde Colombia

Si bien sus historias de vida son diferentes, tres profesionales colombianos coincidieron en la búsqueda de mejores perspectivas y oportunidades, donde arriesgándolo todo dieron un radical giro a sus vidas y llegaron a vivir al frío clima del sur de Chile.

Con destino definitivo en Osorno, pasaron una serie de trámites de documentación, presentación de rol, residencia, pasaportes y visa, pero aseguran que todo eso valió la pena, más cuando hoy se ven insertos ejerciendo sus profesiones e incluso procurando emprender.

Paul Abreo llegó desde Cartagena de Indias directamente a la ciudad de Osorno, en abril de 2013. Sicólogo Clínico de profesión, se vino a Chile por ser reconocido como un país que brinda oportunidades laborales, principalmente en el área de la salud.

"Existen convenios bilaterales entre Colombia y Chile. De esa forma se me facilitó llegar con todos los documentos al día legalizados. El Ministerio de Relaciones Exteriores los recibió y confirmó la legalización y luego vino la validación del título para ejercer", explica.

Recuerda que gracias a un contacto que realizó desde Colombia para realizar unas pruebas sicolaborales en Osorno, tuvo tiempo para efectuar los trámites que finalmente le permitieron radicarse definitivamente y comenzar a trabajar en el Servicio de Salud de Osorno, donde se desempeña en el Centro Comunitario de Salud Mental (Cosam).

La inserción laboral fue rápida gracias a su experiencia y hasta el momento su estadía en la ciudad ha sido muy positiva.

"Me han acogido muy bien y no he tenido malas experiencias, pues uno escucha en los noticieros que por el norte hay mucha discriminación, pero yo no he sido testigo de ese tipo de actos", indicó.

Señaló que se ha adaptado rápido a la forma de vida en Chile y precisa que lo más complejo fue entender algunos modismos. De todas formas, las mayores diferencias las encontró en las comidas que, asegura, son poco variadas acá en comparación con su país de origen.

"Colombia, por ser un país tropical, tiene más variedad de productos alimenticios y acá se repiten los mismos platos dentro de una semana. En cambio allá te servías una comida y la volvías a probar recién luego 15 días después", relata.

Del clima ni hablar, pues dijo que al principio fue duro sobre todo por la lluvia, pero más aún por el frío, porque nunca había experimentado temperaturas de cero grados.

Paul también traía en la maleta las ganas de emprender de forma independiente, sueño que ya es una realidad porque instaló una consultora que bautizó "Ser sicólogos", donde se trabaja la parte clínica, educativa y organizacional y coincidentemente se asoció con una colega que conoció en la ciudad y que también proviene de Colombia.

Se trata de Marcela Carvajal, oriunda de Bucaramanga (capital del departamento de Santander y ubicada al nordeste del país), quien no tuvo reparos en dejar su país en busca de nuevos desafíos y oportunidades. Siguió el ejemplo de otro compatriota que conocía desde la universidad y que se encontraba viviendo en Osorno.

Para esta sicóloga, los trámites fueron muy engorrosos y tuvo que armarse de paciencia, pues cuando se vino convencida de un trabajo seguro al momento de ser contratada le dijeron que no sería posible, porque su visa temporal (por un año) aún no había sido otorgada. "Me dijeron que con la Visa de Trabajo podía insertarme en lo laboral y por eso la pagué, pero no fue así y tuve que esperar", explica.

Mientras tanto pudo mantenerse porque trabajó con boletas en un liceo durante tres meses, pero los recursos económicos fueron muy escasos y luego se desempeñó en un programa de tratamiento de drogas, el cual duró poco porque fue cerrado a los dos meses.

Pero como trabajó en esa línea, desde 2010 se desempeña en un programa de tratamiento para la Fundación Tierra de Esperanza, bajo el alero del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda).

Actualmente, esta sicóloga colombiana encontró el amor en Osorno y tiene un hijo dos años.

Respecto a las costumbres dijo que no se hace problemas, que acá la gente "es más de casa", lo que asocia principalmente al clima, "pues como en Colombia es más caluroso la gente sale más y es más extrovertida".

Sobre discriminación, explica que no la ha sentido, aunque reconoce que en ocasiones no faltaron las preguntas sobre su país o chistes que aludían a aspectos negativos. Pero en general se ha sentido bien y agradecida de las experiencias vividas y sobre todo hoy, que disfruta del amor y de un hermoso hijo osornino.

Emprender

Otra historia de trabajo y profesionalismo es la de María Cecilia Betancourt, periodista y encargada del Departamento de Comunicaciones del colegio Alianza Francesa.

Es oriunda de Barranquilla, la "ciudad del sol" y llegó a Osorno hace 6 años siguiendo a su corazón, porque el amor por un chileno la hizo empacar maletas y emprender un viaje a lo desconocido.

"Nos conocimos a través de internet y tras algunos viajes y recurrentes conversaciones por Skype, nació una profunda relación que se concretó en matrimonio por todas las leyes", cuenta.

"Me vine primero con Visa de Turista y antes de pasar los tres meses, mi pareja notificó a extranjería que estaba con él y se hacía responsable. Luego de un tiempo demostré que podía declarar ante Impuestos Internos y me dieron la visa provisoria, más tarde obtuve la definitiva", precisa.

Cuenta que primero se dio un año sabático y luego se insertó laboralmente. Trabajó en 2010 en un diario ciudadano, luego en comunicaciones de la Liga de Básquetbol Libsur Saesa y en julio de 2012 se estableció como encargada de comunicaciones en el Colegio Alianza Francesa, donde dijo estar muy feliz.

"Me siento absolutamente acogida por la gente, que me ha ofrecido su amistad", reconoce.

Además, esta profesional tiene un emprendimiento: un taller donde hace manualidades con acabados en resina, como llaveros, magnetos, tablas decorativas y platos, entre otros, productos que distribuye en almacenes dedicados al turismo.

"He vendido a empresas como el Teatro del Lago, Termas Puyehue y Licansur, entre otras", indica.

El cambio, cuenta, ha sido radical. Dejó su familia, trabajo y empresa, pero al final el balance es positivo.

"Nunca he sentido discriminación, quizás por mi personalidad que es muy extrovertida, pero lo único que sí me ha pegado duro es el frío que se siente en la zona. En todo caso, me gusta mucho el entorno natural, que es divino", detalla.

Al igual que sus compatriotas, afirmó que la situación laboral en Colombia es difícil. En el caso de Barranquilla, se está impulsando una apertura por el puerto donde llegan muchas empresas chilenas que generan trabajo, pero concentrado en muy poca gente. Por ello, sentenció que en Chile la situación laboral es definitivamente mejor.