La rutina de comerciantes y vecinos en un día de feria en la población Moyano
rahue. Luego de la protesta de locatarios por conseguir permisos municipales, comprobamos el trabajo de vendedores y los inconvenientes que enfrentan los pobladores los fines de semana.
veronica.salgado@australosornoo.cl
Cada sábado y domingo, a contar de las siete de la mañana parte el movimiento de vehículos, la instalación de toldos y descarga de frutas y verduras en el sector donde se emplaza la feria Moyano, en la población del mismo nombre en Rahue Alto.
Para los pobladores del sector, la jornada incluye vehículos estacionados en los accesos de sus viviendas, ropas y productos de todo tipo colgados en sus rejas, además del incremento en el ruido ambiente que proviene de alguna radio desde donde se escuchan rancheras o música tropical.
En la feria Moyano sólo 172 personas cuentan con permiso municipal para comercializar sus productos en el terreno ubicado a un costado de la ruta al mar. Sin embargo son más de 300 las personas que llegan cada fin de semana para trabajar sin autorización en ventas, para lo cual ocupan las calles y veredas del sector residencial.
La necesidad de permisos fue expuesta al alcalde Jaime Bertín durante la pasada sesión del Concejo Municipal realizado el martes 4. En la ocasión, los dirigentes acompañados de un centenar de comerciantes ingresaron a la Sala de Sesiones, donde increparon a la primera autoridad pues según dicen no ha escuchado sus demandas, ni menos se ha visto proclive a conceder más permisos a vendedores ambulantes.
El intento de diálogo fue fallido, ya que el alcalde ordenó el desalojo de la sala. Pese a que arribó carabineros, los concejales intercedieron para que los comerciantes dejen el lugar y no hubo detenidos.
Años de rutina
Iván Jaramillo se dedica a la venta de frutas y verduras en ferias hace 35 años y hace sólo cinco trabaja en la Moyano.
"Debieran tener permiso todas las personas que llevan años trabajando. La gente que llega en forma esporádica repleta calles no autorizadas", reconoce Jaramillo.
Al recorrer la feria es posible encontrar frutas y verduras, artículos de paquetería, juguetes y peluches nuevos y usados, herramientas, repuestos de bicicletas, motos, artículos electrónicos, entre otros.
Las casas se convierten en improvisadas "boutiques", ya que los vendedores ocasionales cuelgan en las rejas las ropas que ofrecen en las calles Irun, Erwin Escobar, Cirauqui y el pasaje Donostia, emplazadas alrededor del terreno donde se ubica la feria Moyano.
Paola Moreira, es madre de dos hijos. Hace unos meses su marido quedó cesante, por lo que buscaron una opción para generar un ingreso al hogar. Así llegaron hasta calle Irun, donde cada fin de semana instalan su toldo y venden productos de belleza y medicina natural.
"Queremos un espacio para trabajar y pagar permisos. Esta es la opción para alimentar a nuestra familia, pero tenemos las puertas cerradas con las autoridades que no nos escuchan", dijo la mujer.
Respetar los espacios
Sandra Aburto vive en la calle Irun, por lo que ya está acostumbrada a despertarse temprano los fines de semana. Reconoce que muchas veces su reja es utilizada como mostrador de ropa y que los accesos a su casa están ocupados por vehículos o vendedores.
"No estamos en contra del trabajo, pero igual es molesto que tu reja sea usada como colgador. La autoridad debe preocuparse que todos tengan donde trabajar y se respeten los espacios públicos y privados de las personas", enfatizó.
Adolfo Kramm vive hace 12 años en la misma arteria que Sandra. Ya no recuerda cuándo fue la última vez que despertó sin sentir el ruido de la feria afuera de su casa.
"Todos tenemos derecho a trabajar, pero que ocupen su espacio. Acá el drama es el exceso de autos y la ocupación de rejas. Y esa no es la gente que lleva años trabajando en la feria, sino los que quieren vender ropa para hacer plata un par de veces al mes", comentó.
Maritza Mora vive en calle Cirauqui, y si bien reconoce que no ocupan su reja ni venden afuera de su casa, su preocupación los fines de semana son los vehículos que se estacionan por toda la calle.
"Que las personas trabajen no me molesta para nada, la feria es un paseo familiar y tradicional. Pero el problema son los autos de las personas que vienen a comprar. Muchos creen que tienen chipe libre para usar las calles y olvidan que es un sector habitacional y no un estacionamiento público", enfatizó la mujer, quien resume las diferentes visiones de este reconocido comercio informal, pero que también provoca inconvenientes entre quienes viven en el sector.