Director de "Hijo del Trauco" destaca el auge del cine chileno
El director chileno-estadounidense Alan Fischer afirmó ayer en Brasil que la industria cinematográfica chilena está en su auge, aunque reconoció que "los chilenos ven poco cine nacional" debido al carácter "muy local" de estas producciones.
El cine nacional "está viviendo una época muy saludable, con una gran variedad y diversidad de filmes", aseguró el director nacido en Estados Unidos y criado en Chile, quien participa en la 38° Muestra de Cine de Sao Paulo.
Para el cineasta, que presentó su primer largometraje, "Hijo de Trauco", "es muy difícil competir con Hollywood".
"Al final el público chileno ve más producciones 'gringas' que nacionales", lamentó Fischer , quien abogó por dejar la competencia de la industria de lado.
Además, Fischer destacó que el éxito de la película "No" fue un impulso para otros directores chilenos, porque, reconoció, "cuesta convencer a la gente" para que crea en un director novel.
El cineasta, que hasta ahora se había dedicado al cine documental y a los cortometrajes, consideró que la fórmula de una buena producción es dar con una música "que describa o sea el antítesis del mundo interior de los personajes". Pero sobre todo, dijo, contar con un guion que "remueva algunos de los cimientos mentales que uno tiene para percibir este mundo y que cambie la perspectiva de la realidad".
Alan Fischer, cuyos referentes van desde los hermanos Cohen a Woody Allen y Pedro Almodóvar, relata en "Hijo de Trauco" la historia de un joven de catorce años que descubre que todo lo que le han contado sobre la identidad de su padre es mentira.
El largometraje, el único filme nacional en el festival brasileño, llegó a Sao Paulo tras debutar en festivales de Polonia, Austria, Estados Unidos y China.
"El Trauco es un enanito, un hombre de baja estatura con poderes sexuales supernaturales. Todas las mujeres que se quedan embarazadas antes del matrimonio o no saben quién es el padre dicen que fue el Trauco quien las hipnotizó", explicó.
El rodaje estuvo lleno de dificultades, porque "todos los días ocurría algún imprevisto: un día nos quedamos atascados en un bote en medio del mar con los equipos y tuvimos que mandar a gente nadando, y otro día casi se ahoga un niño. Al final, creíamos que la isla estaba encantada y nos estaba jugando una mala pasada para que no acabáramos la película", bromeó.