Aldunate, Berríos y Puga: ¿herejes o ejemplares?
No ha sido un episodio feliz. La indagatoria abierta por la Nunciatura para examinar las opiniones expresadas por estos tres sacerdotes, acerca de temas como el aborto y la homosexualidad, ha estado rodeada por un manto de secretismo y confusión.
Ya sabemos que denunciar las contradicciones de la sociedad siempre ha sido un ejercicio peligroso. Uno que no está exento de dolorosas incomprensiones e incluso de amargas descalificaciones. Pero atreverse a señalar aspectos perfectibles de la doctrina cristiana desde el interior de la propia Iglesia, requiere de una dosis aún mayor de valentía. Los profetas y los santos suelen hacerlo sin medir consecuencias. Y lo hacen, no por capricho o afán de figuración, sino por amor a esa misma Iglesia a la que entregaron su vida.
El padre Mariano Puga dejó su profesión de arquitecto para seguir el llamado de la fe. Su foto con la sotana ensangrentada en la histórica trifulca de la misa del Papa en el parque O'Higgins dio la vuelta al mundo. En democracia, fue el cura emblemático que defendía a las personas de la temida población La Legua. Hace mucho perdió la cuenta de los catres sin frazada en los que ha dormido y de las mediaguas en que vivió, siempre al lado de los que menos tienen y más sufren. Después de treinta años de cargar ladrillos o galones de pintura y trepar andamios como cura obrero, sus cartílagos se han deshecho como los de un albañil jubilado. Su última "empresa" fue irse a Chiloé como misionero y recorrer a dedo las remotas islas a las que hace años no llega el anuncio del Evangelio.
Pepe Aldunate S.J. es para muchos un santo viviente. Fundó el Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo y ha sido, por décadas, férreo defensor de los derechos humanos. A sus noventa y tantos años, casi completamente ciego, puede "ver" mucho más allá que la gran mayoría. Felipe Berríos S.J. antes de misionar en África logró erradicar, casi a pulso, buena parte de los campamentos de nuestro país.
Hace bien entonces la Nunciatura al preocuparse de la pureza doctrinal. La ortodoxia siempre será muy importante en la Iglesia. Pero también lo es la ortopraxis. Por eso es que estos tres religiosos no necesitan defensa. Sus obras hablan por ellos. Y lo hacen de manera contundente.
Xavier Echiburú