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¿Pueden Los hijos parecerse a la ex pareja de la madre?

investigación. Un estudio buscó dar base científica a una teoría conocida como telegonía, que hasta ahora no había sido comprobada.

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Muchas veces la narrativa de ficción ha planteado asuntos que luego son tema de estudio para la ciencia. Es el caso de la novela "Madeleine Ferat" del autor francés Zola (1840-1902), que narra la historia de Madeleine, que se enamora de un cirujano que, sin que ella lo sepa, es el mejor amigo del que más tarde será su esposo.

Cuando la protagonista y su marido tienen a su primer hijo, Madeleine nota que tiene un gran parecido a su primer gran amor y no a su esposo. Pero ella no ha engañado a su marido y ha transcurrido suficiente tiempo como para que la protagonista esté segura de la paternidad de su hijo.

Esa temática, que habla de un parecido físico entre los hijos y el primer amor, era un tema muy de moda durante el siglo XIX, época en que vivió el autor de esa historia y fue fuente de inspiración para esa novela.

A partir de esa creencia, un estudio publicado por la revista Ecology Letters, comprobó que esta herencia no genética puede darse en el caso de las moscas, lo que podría transformarse en la primera prueba científica de que es posible que la descendencia comparta rasgos que trasciendan al origen biológico de la paternidad.

Para llevar a cabo el experimento, un grupo de científicos australianos se basó en lo propuesto por August Weismann, un biólogo alemán. Él fue el que acuñó el término telegonía, para referirse al fenómeno mencionado. El científico que vivió en el siglo XIX, observó que el fenómeno se daba en mujeres viudas que tenían descendencia con un segundo marido.

Según los registros de sus investigaciones, incluso llegó a darse que mujeres tuvieran hijos con pelo rojo, como el primer marido, a pesar de que el padre biológico fuera moreno.

Para explicar ese fenómeno Weismann sugería que los espermatozoides que habían alcanzado el ovario luego de la primera relación sexual podían penetrar óvulos prematuros "impregnándolos".

A partir de esto los científicos australianos liderados por Angela Crean, de la universidad UNSW, cruzaron moscas prematuras con machos de gran tamaño y otros más pequeños. Luego, cuando ya eran fértiles y maduras, las volvieron a cruzar y así fue que encontraron que "a pesar de que el segundo macho engendró la descendencia, el tamaño de la progenie lo determinaba el de la anterior pareja sexual de la madre".

A través de ese experimento los científicos pudieron observar que a pesar de que el padre de las moscas fueran grandes, tras ser bien alimentados, los hijos serían pequeños si en la primera cruza el macho era de ese tamaño. Según los investigadores "este hallazgo muestra que también se puede transmitir algunos rasgos adquiridos a la descendencia de parejas posteriores de una hembra".

Yongsheng Liu, del instituto Henan de Ciencia y Tecnología de Xiangsiang (China) , explicó en un artículo publicado por la revista Gene, que la "primera impregnación" tendría más influencia en las hembras que las siguientes , porque las impregnaciones posteriores comparten su influencia con las anteriores.

"El esperma, después de penetrar en el útero, es absorbido por el organismo femenino y ejerce una influencia sobre los óvulos que aún no están maduros", postulaba Weismann en el siglo XIX.

Según el artículo de Liu, esta idea no sería tan descabellada como parece. El científico sugiere que descubrimientos como el publicado en Bendich en Science en 1974, que dice que los espermatozoides pueden penetrar otras células del organismo que no son el óvulo, podrían comprobar que el fenómeno es posible.

Yongsheng Liu argumentó que la telegonia podría ser posible, existiendo pruebas que demuestran que los genes de un feto pueden pasar a la sangre de la madre. Otra prueba que el científico exhibe, es que la capacidad del ARN masculino en las embarazadas para provocar reordenamientos genéticos que varían la expresión de los genes. El experto explicó que esto es poco común, porque no es probable que el ADN o ARN de los espermatozoides influyan en óvulos aún no maduros, que luego lleguen a ser fecundados.