Fernando Chomali, de carne y hueso
perfil. El arzobispo de Concepción y actual administrador apostólico subrogante de Osorno aceptó el desafío. Durante una hora habló de su intimidad, de sus temores y esperanzas, de sus defectos y virtudes, de fútbol y asados, de política y políticos. De todo, menos de su vocación sacerdotal ni de la Iglesia.
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Los tibios rayos de sol otoñal no son suficientes para secar las débiles lágrimas que caen por sus mejillas. Tímidamente saca un pañuelo blanco oculto en uno de sus bolsillos y las comienza a borrar hasta no dejar rastros. Con disimulo regresa el pañuelo a uno de sus bolsillos, sonríe y comienza a aplaudir. El protagonista de la escena es Fernando Chomali Garib, quien tras inaugurar la Lavandería 21 -la primera empresa del país en donde la fuerza de trabajo está conformada sólo por jóvenes con Síndrome de Down-, no resistió la emoción que provoca esta obra que él mismo gestó.
Chomali, además de ser arzobispo de Concepción, asumió el 1 de abril el cargo de administrador apostólico subrogante de Osorno. Asumió dicha función luego de la partida del obispo René Rebolledo, quien el 3 de marzo dejó la ciudad para asumir como arzobispo de La Serena. El espacio que dejó vacío Rebolledo lo ha sabido llenar Chomali, el cual mantendrá esta función hasta que el Vaticano designe un nuevo monseñor para la Diócesis de Osorno.
Desde su llegada a Concepción, hace poco más de tres años, ha derribado paradigmas y con su estilo cercano, dialogante y convocador ha impuesto un perfil menos tradicional entre los prelados. Menos supremo. Más terrenal. Más de carne y hueso.
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