Ascenso
Con 3 equipos se medirá Provincial Osorno en el cuadrangular de la segunda fase Zona Sur: Chimbarongo, Tocopilla y Gasparín.
2 puntos adicionales obtuvieron Los Toros, al lograr el segundo lugar del campeonato, por diferencia de puntos.
Entre quienes corren de un lado a otro del campo, se encuentran Ángelo Lefián, Víctor Soto y José Miguel Prieto, tres jóvenes baluartes de un Osorno que ha logrado instalarse gracias a su buen fútbol en la liguilla de la zona sur del campeonato de Tercera B.
Durante los ejercicios de la mañana, Soto practica jugadas y remates al arco. Varios se convierten en gol y otros se estrellan en el travesaño. Mientras tanto, Lefián y Prieto juegan al "tontito" (donde un jugador ubicado al centro de un círculo intenta interceptar los pases de sus compañeros), en grupos separados.
Luego de haber estado sin una representación en el fútbol nacional por un año (2013), el equipo finalizó en la segunda ubicación de la primera fase de la Tercera B (sólo superado por Chimbarongo, por diferencia de goles) y se apresta a jugar su primer partido del cuadrangular del Grupo Sur, ante Gasparín, a las 16 horas de este domingo en el Estadio Rubén Marcos.
Hasta ahora, la campaña de Osorno ha sido buena en su reingreso al fútbol profesional y ha entusiasmado hasta algunos de los hinchas más "escépticos" del proyecto.
Y no se equivoca cuando apunta a Ángelo Lefián Bahamondez, el rahuino que ha llevado este año la jineta de capitán de los Toros y que desde su infancia ha estado vinculado al fútbol local.
Primero integró el Atlético Las Vegas en el fútbol de los barrios, uno de los equipos más populares de Rahue Alto. "El multicampeón", dice sonriendo, al hacer referencia al apelativo que enorgullece a los hinchas de este equipo de camiseta oro y cielo.
"Siempre los voy a ver. Allí los chicos me expresan su apoyo y me preguntan por los partidos que vienen. Ahora si no hay que jugar por Osorno, paso a jugar a la cancha o al menos a verlos".
Luego Ángelo pasó al profesionalismo, donde en Primera B y con sólo 17 años debutó el 2009 en el equipo titular en el Rubén Marcos, ante un rival clásico: Puerto Montt.
"Ingresé porque un compañero se lesionó. De entrada me sentí nervioso, aunque pienso que lo hice de buena manera en mi debut", afirma.
Y la mejor prueba de su buen desempeño es que ese mismo año se ganó la titularidad y de ahí no paró más, pasando a conformar parte estable del once titular.
Una decisión que le dio seguridad y que logró que muchos ojos se fijaran en su juego. Y desde lejos, ya que desde la selección nacional también lo hicieron. Es así que en diciembre de 2009 y mediante un fax proveniente desde la Asociación de Fútbol Profesional (ANFP), fue convocado para integrar la Sub 20 que fue a jugar un torneo en Uruguay junto a otros equipos del continente. "Estaban Brasil, Paraguay y Argentina", rememora.
Y aunque se quedó en la banca en aquella oportunidad, Ángelo la señala como una buena experiencia, sobre todo porque se suma al selecto grupo de coterráneos que han vestido la Roja en series juveniles: los arqueros Gerhard Reiher y Carlos "Chila" Espinoza, además del defensa Cristian Riadi.
Con la sinceridad que le caracteriza, este joven de Rahue Alto admite que debido a situaciones que él mismo dejó pasar en su momento -y que no pretendió detallar- perdió la oportunidad de haber sido convocado nuevamente a la Roja.
Otro de los golpes duros, como él mismo lo califica, fue haber vivido junto a Osorno la desafiliación del club por la ANFP el año 2012, cuando las deudas hicieron imposible que Osorno se mantuviese en el fútbol rentado.
"Recuerdo que todos quedamos mal en ese momento. Sobre todo porque algunos compañeros se quedaron sin equipo", señala.
En el intertanto -aproximadamente un año entre la desafiliación y el ingreso de Provincial Osorno a la Tercera B- Lefián integró un grupo de jugadores que se encontraba bajo las órdenes de Marco Millape, para preparar el reingreso al balompié nacional. Ante el recuerdo de ese periodo, el mediocampista de quite reconoce que fue una etapa difícil, pero que el presente les entrega una nueva oportunidad.
Claro que las esperanzas también están puestas en lo que pueda suceder en el futuro próximo, ya que admite que el ascender de categoría tal vez les ayudaría a él y sus compañeros a mejorar el tema económico. "Aquí hay chicos de mucho esfuerzo, que trabajan todos los días en otras cosas que no están relacionadas con el fútbol y luego vienen a entrenar. Incluso algunos llegan desde fuera de Osorno", señala.
"Tenemos de todo en el plantel. Hay muchachos que reciben alguna ayuda del club, mientras paralelamente se dedican a estudiar o a trabajar. Esa es la metodología que existe por ahora en la institución", detalla.
En cuanto a sueldos, Ángelo confiesa que los recursos son pocos, "pero con eso hay que trabajar y ya ves que igual se están logrando cosas. Es un esfuerzo grande que hacemos y que se ve representado con lo que realizamos en la cancha".
En su caso, reparte su tiempo entre el equipo, la casa de sus papás en Rahue Alto -donde vive- , su polola que va a verlo cada domingo que juega de local, además de la escuela de fútbol Los Toritos, "donde recibo algo aparte", expresa, mientras de fondo sigue el martilleo de las graderías en reparación.
Con cadena de oro al cuello, aros en ambas orejas y peinado de crack, el frutillarino confiesa que hace sólo dos meses se trasladó a Osorno desde su natal Frutillar, a vivir en una pieza.
Antes de ello debía viajar todos los días hasta la capital provincial para entrenar de lunes a viernes y luego a jugar los fines de semana. "Yo ahora estoy bien", dice Víctor. "Estoy relativamente cerca de Frutillar y viajo una o dos veces por semana. Lo de antes era un desgaste, ahora ya no lo es".
En cuanto a los sacrificios que deben hacerse en un club que por el momento sólo puede entregarles una ayuda económica, Soto reconoce que es complicado pues se dedica exclusivamente a la actividad.
En todo caso, apunta que "si uno se fija con detención, nos encontramos bien comparados con otros clubes con los que hemos jugado en Tercera. Aquí te puedo decir que destacan el nivel de dirigentes que tenemos y la infraestructura con la que contamos".
El llamado de Soto -que ya había jugado en Segunda División el 2012 en Osorno- para integrar esta nueva etapa, lo pilló en San Fernando, jugando por Colchagua y se lo hizo el técnico Millape, quien se propuso junto a los demás jugadores lograr un objetivo que con el correr de los días parece más cercano de alcanzar.
Prieto se define como un "franckino de tomo y lomo" y al igual que sus otros dos compañeros tiene 22 años.
A los 15 años (2007) se unió a las inferiores del Club y tres años después (2010) hizo su debut oficial en Primera B con la camiseta de Los Toros ante Lota en la Región del Bío Bío. "Fue una guerra. La cancha estaba barrosa y recuerdo que perdimos 1 a 0. Claro que me tocó jugar como 10 minutos", recuerda.
Con tantos años en el equipo, Prieto conoce a gran parte del plantel y se encuentra contento y tranquilo tanto por el grupo que se formó, como por la campaña que este año los está llevando por buen camino.
Eso sí, reconoce que lo que se ha logrado, se ha hecho a base del esfuerzo de todos y que la mayoría ha tenido que dejar cosas de lado para jugársela por el equipo.
Y el dinero no es la excepción, pues "muchas veces hay que ingeniárselas para tener lucas por otro lado, ya que el sueldo o la ayuda que se recibe no es mucha. Hay harto esfuerzo en esto que se hace".
Y la familia de Prieto tiene mucho que ver, ya que en la actualidad debe seguir viviendo junto a su madre, sus hermanos y un pequeño sobrino, que a veces ha paseado sobre sus hombros durante las jornadas de triunfo. "Mi papá vive en Santiago", comenta.
El objetivo de pelear por subir de división, para Prieto tal vez sea una oportunidad de mejorar lo que tiene, aunque señala que por el momento no piensa en ello y sí en lo próximo que se viene. "Por ahora sólo me dedico al fútbol, en un cien por ciento", culmina.
Sus compañeros los reciben con risas tras haber recibido la atención de las cámaras. Mientras tanto, Marcos Millape se encarga de integrarlos nuevamente a un trabajo que no ha terminado, gritándoles ¡Dale, dale!. ¡Concentrados, concentrados!