Querido cascarón blanco rodeado de árboles y plantas, después que dieras tanto hoy te preparas silenciosa para la partida. Sin una protesta, nos viste cerrar la puerta sabiendo que no volveríamos a caminar por tus lustrosas maderas, ni a gritar ni reclamar por la gotera de la ventana o la filtración de la bañera, nos queríamos tal como éramos, tú con tus tablas antiguas y tus cortinas nuevas, nosotros con nuestras risas, llantos, amigos y parentela.
Amiga querida, antes todas las casas eran como tú, con piezas grandes difíciles de calefaccionar y cocinas amplias difíciles de mantener (la dueña de casa era imprescindible). Hoy, en cambio, las construyen en serie y donde antes estaba el salón de las tertulias hoy caben "cómodamente" tres o cuatro dormitorios, incluida la suite. La cocina, antiguo corazón de la casa se ha reducido a un marcapaso y en un abrir y cerrar de microondas se consigue una carne con aspecto de roast beef.
Los baños son verdadera torturas (demasiado pequeños para humanos tan grandes). Ni hablar de piezas para los abuelos o primos menos afortunados, la actual sociedad no lo contempla. Eso sí, mucho bronce, marcos pvc, closet y cierres automáticos. Quién lo diría, el hombre una vez más ha convertido una necesidad natural: protegerse, en una necesidad social: cuantos metros cuadrados tienes cuanto vales. Es verdad, las casas hoy son más prácticas, pero menos afectivas. Son coloridas y alfombradas, pero sin tiempo para habitarlas.
Por eso te escribo, porque tú y la de nuestros vecinos, representan esa vida que de a poco nos va dejando, esa vida con casas con salas para que se reúna la familia y rincones para echar nuestras alegrías y penas.
Amor de nuestra vida, bajo tu alero creció nuestra hija, tras tus ventanas envejecimos mi viejo, amigos, la nanita y yo misma. Veintiocho años pasaron volando, pero no creas que alguna vez te olvidaremos. Fiel amiga, desde una sociedad que se vanagloria de ofrecer comodísimos nichos de cemento a los vivos y grandes parques a los muertos, te doy las gracias y más tarde tal vez con más calma, volveremos a sonreír al recordarte como parte de vida, de nuestra propia alma.