"Chile ha cultivado desde siempre una excesiva admiración por lo extranjero"
Con un timbre único y diversidad de ritmo en la composición musical, la cual presenta una peculiar mixtura entre sones latinoamericanos y el jazz, la destacada cantautora nacional Francesca Ancarola abrirá este viernes 29 de agosto la tercera edición del Osorno Concert 2014, en el Salón Lámpara del Centro Cultural de Osorno, junto a los músicos Rodrigo Galarce y Simon Schriever.
formación musical
Más de 14 años de estudios en torno a la teoría y la composición musical en la Universidad de Chile y la Universidad Católica, para luego estudiar en Manhattan School of Music en Nueva York gracias a una beca Fulbright, han sido parte de su historial de formación.
Francesca reconoce que nunca pensó ser cantante. Al contrario, ella deseaba ser compositora, situación que se convierte en una paradoja, pues en la actualidad ser cantante es lo que la mantiene sobre y bajo los escenarios.
-¿Cuáles son sus influencias musicales?
-Mi papá solía viajar a la Argentina por trabajo y siempre traía bajo el brazo algunos discos de regalo para la familia, lo cual era algo de tremendo valor para mí y para todos en una época en donde todo sonaba en inglés y parecía que el toque de queda iba a ser para siempre. Ahí estaban discos como "Mujeres argentinas" y el "Tributo a Violeta Parra" en voz de Mercedes Sosa, el "Adiós Nonino" de Piazzolla, el trabajo de Atahualpa Yupanqui. Aunque también estaba mi tío Carlos, quien desde que era bebé me hacía escuchar a Pink Floyd, a Janis y a Hendrix para hacerme dormir. Más tarde llegó a mis manos el trabajo de Silvio Rodríguez, quién me hizo reflexionar mucho con sus letras y su consigna, después el trabajo de brasileros tales como Chico Buarque y Milton Nascimento, este último decisivo en mi opción por la música, como a los 11 años.
-¿Y cómo ha sido posicionarse a nivel nacional e internacional?
-No me siento una artista famosa, vengo de una generación en la que dedicarse a la música era para muchos "algo de mal gusto" o un oficio menor. Por suerte mis padres siempre me apoyaron en mi decisión de ser músico y renunciar a las comodidades que una profesión lucrativa te podía dar. En ese sentido, nunca he medido el impacto o el arrastre que mi música pueda haber dejado hasta hoy, lo que tengo claro es que los grandes músicos a quienes he tenido el privilegio de conocer o tocar con ellos, no han prevalecido por los destellos del "éxito", sino por el amor a este oficio y la perseverancia en su música. Y ese compromiso lo echo de menos muchas veces en las nuevas generaciones.
-¿Qué impacto tuvo el contexto social para la creación de sus letras?
-Me reconozco parte de una generación que creció en dictadura y que se abrió paso en la música desde la adversidad de un país que no comprendía la importancia de su cultura. Chile ha cultivado desde siempre una excesiva admiración por lo extranjero. Creo que allí radica el problema cultural de nuestro país, es como una enfermedad en nuestra idiosincrasia que no puede o no quiere mirar la propia belleza. Eso lo comprendí estudiando afuera, por eso me volví convencida de que mi camino estaba aquí, en donde está todo para hacer y redescubrir.
-Uno de sus inspiradores es Victor Jara, ¿cuál es su conexión con ese artista?
-Desconocer la obra e importancia de este artista es como no entender la identidad musical chilena, es como decir que Violeta Parra no tiene valor para nuestra música. Sucede que con el legado del Víctor no solo pasa el teatro y la música; estamos frente a un ícono por el que pasa la historia de Chile, tristemente excluido para las futuras generaciones con su brutal asesinato y con lo cual creo se marca el inicio del apagón cultural en este país. Pienso que un primer disco en el '97 con el título de alguno de sus versos, que un disco tributo a él en el 2006 y que cantar siempre sus canciones en mis conciertos una y otra vez, es lo mínimo que puedo hacer para reconocer su vida y su obra fundamental para cualquier músico que pise suelo latinoamericano.
-Su último disco "Templanza", ¿refleja en cierto modo su carrera musical?
-Cada disco que he logrado sacar es como un retrato mío en distintas etapas. El disco Templanza marca sin duda para mí un momento en donde confluye no sólo la música y los músicos que le dan vida, sino también mi propia vida criando hijas y las distintas residencias que hemos tenido como familia. Hay mucha intimidad en esas letras y hay una búsqueda también de recorrer Latinoamérica en su música.
-¿Qué opina de la iniciativa osornina de incorporar nuevas audiencias nacionales a través de la música?
-Me parece excelente. Ojalá existieran más instancias de este tipo, que la gente que tiene el poder de cambiar el destino cultural de Chile apoyen estas y otras iniciativas de estímulo artístico e identitario en las nuevas generaciones. Sobre todo hoy, donde hay algunos sectores de la educación que siguen pensando que lo más importante es el Simce y la PSU y que no miden las reales capacidades o potenciales de nuestra juventud.
-¿Qué piensa acerca de la ley del 20%de música chilena en las radioemisoras?
-Pienso que es un inicio positivo y de importancia para así darle una vuelta a la tuerca al escaso valor que le dan a la música nacional la mayoría de las radioemisoras pertenecientes a los grandes conglomerados. En todo caso no lo veo como una lucha musicológica sobre que es música chilena de calidad y que no, sino más bien como una defensa gremial de todos los que nos llamamos músicos y que debemos sufrir las dificultades de nuestro oficio frente a los medios, tan pendientes de lo que viene de afuera. Es una gran oportunidad de aunar filas y exigir nuestro derecho a ejercer y sobrevivir de la música en Chile, aunque igual creo que el 20% es poco y que una radio estatal sería un aporte fundamental para el país.