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La migración de jóvenes provoca caída de la población en caleta San Pedro

Purranque. El estudio y las oportunidades laborales son las razones que provocan la masiva partida hacia las ciudades de la Región. Sólo unas 15 familias aún residen en el aislado punto costero.

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Son las diez de la mañana en la caleta San Pedro y la mañana está nublada. Algunas gotas de lluvia se mezclan con el fuerte viento costero y Luis Delgado Díaz (62 años), con su chaqueta de cuero y su boina de estilo magallánico, espera un transporte que lo lleve hasta el centro urbano más cercano: Purranque.

Son cerca de 100 kilómetros de viaje que tiene que hacer de manera obligatoria para poder visitar un médico y hacerse un chequeo de salud.

Quince familias

Caleta San Pedro es una de las dos localidades costeras -junto con Manquemapu- de la comuna de Purranque y es la más pequeña.

Para llegar al pequeño poblado se debe cruzar en bote el río que allí desemboca en el mar. De esta forma, se accede al lugar donde habitan cerca de 15 familias que a pesar de las adversidades se aferran a la tranquilidad que les entrega un lugar con espectaculares parajes naturales y una tranquilidad difícil de conseguir en otro destino.

Luis Delgado llegó a vivir a caleta San Pedro hace 20 años. "Antes vivía en Bahía Mansa, pero la extracción del loco fue la que me hizo llegar hasta acá. Aquí formé junto a otras personas un sindicato de buzos, pescadores, algueros y recolectores de orilla", comenta.

Eso le dio una estabilidad laboral que se mantuvo por varios años, pero que últimamente ha estado en baja, a su juicio, debido a factores externos. Aún así, tiene la confianza que le da la apertura de una nueva área de pesca para la explotación.

Delgado actualmente vive solo. "Tenía una compañera, pero hace cuatro años se fue", cuenta con tono de tristeza, mientras esboza una mueca que refuerza el sentimiento.

Reconociendo la soledad del lugar, Luis Delgado señala que gracias al mejoramiento de las condiciones del camino, en los últimos años son más las personas que se visitan la localidad, eso sí, en calidad de turistas y particularmente en época de verano, ya que "en el invierno no hay nada qué hacer".

Dada las malas condiciones del tiempo, dice Luis, "uno pasa más en la casa, ya que con el tiempo no se puede hacer mucho". Agrega que sin un motor de combustible que esté en funcionamiento, la caleta carece de luz y, por ende, de televisión o radio.

"Los jóvenes se han ido de aquí a trabajar en la pisciculturas, ya están todos afuera. A ellos ya no les interesa vivir en San Pedro. En las ciudades tienen una fuente laboral estable y un sueldo todos los meses", detalla.

los últimos habitantes

Su dueño, Patricio, no confiesa el porqué del nombre y sólo atina a reírse cada vez que se le pregunta acerca de ello.

La vida de ambos se encuentra atada al molusco loco, que bien manejado les entrega lo que necesitan para vivir.

Cecilio llegó a San Pedro hace 30 años, casi el mismo tiempo que lleva allí Patricio. Estudió en la escuela que actualmente funciona en la caleta y luego completó su enseñanza básica en el sector de Hueyusca (alejado a 30 kilómetros de San Pedro). Tras ello, volvió y se convirtió en pescador.

Para Cecilio lo atractivo de vivir en este apartado lugar es la tranquilidad: "eso no se paga ni con todo el oro del mundo. Aquí usted respira un aire puro, un aire de mar que no se encuentra en otro lugar. Usted nos saca de aquí y nosotros nos morimos. Cuando voy a la ciudad, con tres días ya me vuelvo loco. Sólo voy a pagar algunas cuentas y a apagar la sed", sentencia riendo y, de paso, contagiando a quienes se encuentran a su alrededor.

Por lo mismo, complementa Patricio, las salidas hacia Purranque son bastante escasas y como máximo viajan una vez cada uno o dos meses y sólo a comprar víveres.

"Hay que comprar harto, porque de lo contrario el dinero se iría en puro viaje, ya que demanda harto dinero salir de aquí", relata.

La razón, según Cecilio, se debe a que el esporádico transporte que llega hasta la caleta San Pedro, es muy pequeño e insuficiente para llevar todo lo que necesita, por lo que se hace imprescindible alquilar un vehículo particular que "a lo amigo", le cuesta 50 mil pesos hasta Purranque.

"Si le arriendas a alguien que no conoces, fijo que te cobra no menos de ochenta lucas", comenta.

Patricio está casado con una vecina oriunda de la caleta y su pequeña y única hija asiste a la escuela del lugar. En cambio Cecilio, que también está casado, cuenta que su hija de 28 años ya emigró hace rato de la caleta.

"Voló el pajarito y ya hizo su vida, sólo quedamos los viejos en el nido. Es la ley de la vida", sentencia resignado.

Al igual que Patricio, estos hombres de mar no piensan en emigrar de una caleta que se encuentra prácticamente aislada del mundo, pero que los hace feliz por la tranquilidad y el contacto con la naturaleza que experimentan día a día.

180 mil unidades del loco se permite extraer en la temporada de cosecha de este molusco.

En abril comienza la temporada de extracción del loco en esta alejada localidad purranquina.

100

Kilómetros de distancia, aproximadamente, separan la caleta San Pedro del centro urbano de Purranque.

Una

Hora y media puede demorarse un vehículo todo terreno en llegar a San Pedro, atravesando la cordillera.