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Parceleros aún labran la tierra que obtuvieron en la Reforma Agraria

estudio. Eugenio Vargas y Humberto Bravo son dos campesinos que conservan los predios entregados durante la década del '70. Ambos forman parte de una investigación realizada por historiadores

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Trabajo constante y siempre reacios al endeudamiento, son las similitudes que tienen dos pequeños agricultores de la comuna de Río Negro -Eugenio Vargas y Humberto Bravo- quienes tienen la particularidad de estar entre los pocos productores que aún conservan los predios que recibieron durante la Reforma Agraria (1961-1980), proceso donde se expropiaron fundos de más de 80 hectáreas productivas para cederlos al campesinado.

Sus casos forman parte un proyecto Fondecyt denominada "Transformaciones y continuidades de la economía silvoagropecuaria del sur de Chile bajo el neoliberalismo (1973-2010)", realizada por los académicos e historiadores Jorge Pinto, de la Universidad de la Frontera; Luis Carreño, de la Universidad de Los Lagos; Karen Alfaro y el investigador responsable Fabián Almonacid, ambos de la Universidad Austral de Chile.

Tras una visita a sus terrenos, éstos productores agrícolas de la provincia de Osorno relataron cómo vivieron la entrega de las parcelas por parte del Estado, el sistema de trabajo que realizaron en esa época y cómo viven ahora.

"Fue suerte"

Cuando Eugenio postuló a la Corporación de la Reforma Agraria (Cora) en 1975 trabajaba como administrador y mayordomo en un fundo del sector Chahuilco, donde aprendió a trabajar el campo.

Cuando le avisaron que había sido beneficiado con la parcela número 9 de 36 hectáreas, la cual se conformó tras la división del fundo San Florentino, se fue a vivir con su esposa y sus tres hijos a la casa que tenía la parcela, con el propósito de trabajar rápidamente en sus tierras.

"Recuerdo que fue un 18 de junio de 1975. Llegamos sólo con las ganas de trabajar, teníamos cuatro vacas madres", relata Eugenio.

Para reunir dinero e invertir en su predio, hizo un trueque. Cambió una casa que tenía en Río Negro por 10 vaquillas y seis terneros, éstos últimos los vendió para comprar alambre para cercar el terreno.

Se dedicó a producir leche, porque era lo que sabía hacer y porque el campo era muy húmedo para hacer siembras y dedicarse a la producción de cereales.

Comenzó entregando 10 litros de leche diarios, pero como esa cantidad era insuficiente para las plantas lácteas, se asoció con un vecino para que él le entregara la leche que Eugenio producía.

Con el tiempo fue aumentando su producción y recibió vacas "en media", ordeñaba a mano y debajo de árboles para refugiarse del sol o de la lluvia.

Hoy entrega 120 mil litros de leche al año, ordeña con máquinas y tiene un rebaño de 60 vacunos (entre vacas, vaquillas y terneros). Trabaja asesorado por el Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap), con veterinarios y realiza inseminación artificial con vacunos de raza rojo sueco.

Cuando comenzó hace 40 años también trabajó con el apoyo crediticio de Indap (entidad que se creó junto con la Cora mediante la ley 15.020) lo que le permitió construir su galpón, que aún conserva, y comprar fertilizantes para su campo.

Aunque sembraba avena y coles forrajeras, lo hacía de manera manual: con rastrón de madera que permitía surcar la tierra para introducir la semilla con una simple botella.

Su trabajo le permitió mantener a su familia y pagar la cuota anual de la parcela que cobraba el Estado (que se dividía en 28 años con 2 años de gracia), hasta que en 1988 se condonaron las cuotas Cora y se comenzó a cobrar contribuciones.

"Era un esfuerzo bastante grande el que estábamos haciendo. Durante dos años no nos compramos ni un pañuelo", comenta el hombre.

Aunque asegura que su éxito en este ámbito "fue suerte", complementa que también el hecho de haber sido austero y reacio a los créditos bancarios, contribuyó a conservar su terreno e incluso ampliarse y comprar uno colindante.

De las 11 parcelas y 6 sitios que se formaron de la subdivisión del fundo San Florentino, sólo dos aún se conservan con sus dueños originales, las demás han sido vendidas incluso más de una vez.

fundo buenaventura

En el predio se formaron asentamientos y cuando se designaron las tierras mediante un proceso de puntaje que se daba a cada postulante -donde se medían varios factores entre ellos la edad, estado civil y conocimiento técnico en el agro- los 17 beneficiarios de tierras se repartieron los bienes del fundo (galpones, vacunos, entre otros), donde Humberto obtuvo cerca de 10 animales que le permitieron comenzar a producir leche.

Con otros ahorros que tenía compró una máquina de ordeña que instalaron en un galpón del fundo.

"Casi no me gustaba pedir créditos, trabaja con lo que tenía. Una vez pedí uno para comprar siete vacas preñadas. Fue una muy buena inversión", comenta.

Y es que además tuvo la suerte de que el campo tenía cercos y galpones, lo único que hizo fue un callejón para trasladar las vacas de un lugar a otro.

Dice que fue fácil trabajar y mantener su tierra "uno se crió en el campo y estaba acostumbrado a trabajar", señala con seguridad Humberto, quien se dedicó a la producción de leche que entregaba a la desparecida planta Dos Álamos de Purranque.

Siempre trabajó con sus cinco hijos y ahora que él ya no puede trabajar como antes, decidió repartirles su campo para que sigan su legado.

"Uno de mis hijos sigue trabajando en la lechería", comenta Humberto Bravo.

Recuerda a sus vecinos que también recibieron tierras y las vendieron: "a esos no les gustaba trabajar, les gustaba beber alcohol", señala con sinceridad.

Asegura que pese a que muchas veces le costaba pagar las cuotas anuales, nunca sintió la necesidad de vender.

En el país se realizaron varios intentos de reforma agraria, hasta que en 1962, en el periodo del presidente Jorge Alessandri, se promulgó la primera ley de Reforma Agraria N° 15.020, la que permitió redistribuir tierras estatales entre campesinos y organizar instituciones fiscales para llevar a cabo la reforma en el campo. En la presidencia de Eduardo Frei Montalva el proceso de reforma alcanzó un impulso vertiginoso. Se promulgó una nueva Ley de Reforma Agraria N° 16.640 y la Ley N° 16.625 que permitió la sindicalización campesina.

2.600 parceleros

recibieron tierras en las provincias de Valdivia y Osorno entre 1975 y 1978. Se estima que el 40% de quienes vivían en terrenos expropiados no recibieron tierras por no reunir los requisitos.

1.116 personas

de la provincia de Osorno recibieron parcelas entre 1975 y 1978 correspondientes a 91 fundos que fueron expropiados a sus dueños por el Estado.

3 años dura la investigación

del proyecto Fondecyt Nº 1130239, donde se intentará medir cuánto ha cambiado la actividad agrícola en los últimos 40 años. El estudio abarca desde Malleco hasta Llanquihue.