Ferguson es una pequeña localidad norteamericana de apenas veinte mil habitantes. Recientemente ha hecho noticia por sus noches de furia y violencia en respuesta a la muerte de un joven negro, abatido por los disparos de un oficial de policía blanco.
En ese lugar, la población es mayoritariamente de color. Sin embargo, el intendente, los altos funcionarios y todos los concejales menos uno, son blancos. En el resto del país la situación no es diferente.
Las frías estadísticas indican que hoy día en EE.UU. el desempleo es el doble entre los negros que entre los blancos; que el porcentaje de niños afroamericanos que viven bajo la línea de la pobreza es casi el doble del promedio nacional; que una mayor proporción de hombres negros se encuentra privada de libertad, y más gente de color que blancos son acusados por crímenes de drogas, aun cuando consumen en la misma proporción.
Evidentemente hay un problema de integración y desigualdad. Pero tal vez el problema de la 'barrera racial' o 'color line' sea más profundo todavía e involucre sentimientos y actitudes fuertemente arraigadas de odio, menosprecio y paternalismo. Peor aún, comprobar que esta mirada ha provenido históricamente incluso desde las altas esferas del poder político, no requiere retroceder hasta los escritos fundacionales de George Washington -un hacendado esclavista- sino simplemente recordar por ejemplo las injuriosas expresiones de Richard Nixon, o más recientemente, la actitud de pavoroso desdén que demostró George W. Bush a propósito del huracán Katrina.
Un germen de intolerancia y minusvaloración contra aquél que no es blanco parece esconderse sibilinamente bajo la arquitectura de una de las democracias más antiguas del mundo. Y si esto perjudica a quienes viven dentro de sus fronteras, no es difícil imaginar lo que ocurre con los extranjeros. Casualmente, pocos días antes de que ocurriera el incidente de Ferguson, Obama reconoció que su país torturó a sospechosos musulmanes luego del atentado contra las Torres Gemelas.
Si es verdad que la cultura es la gran empresa humana de hacer que la vida prevalezca sobre la muerte, entonces el extenso país del norte, a pesar de todos sus adelantos, sigue siendo una nación sumamente inculta.