No existe contradicción entre la ciencia y la Biblia. A la ciencia le concierne cómo se hacen las cosas y cómo actúan.
El científico explora, observa e informa, pero en el preciso instante que empieza a explicar el porqué del universo y de la naturaleza, creyendo que su interpretación o teoría es la única válida, comienza el problema.
El propósito de la Biblia es revelar a Dios y su plan eterno para con la humanidad. Nos dice por qué Dios hizo al mundo y a la humanidad. Las Escrituras nos enseñan que Dios creó la naturaleza (Génesis 1:1), y eso significa que Dios creó el material que el científico estudia, prueba y observa. Dios le proporcionó al hombre la capacidad de estudiar, desde el comienzo, el mundo de la naturaleza (Génesis 1:26-31).
En esta era de desarrollo mental, muchos tienen la tendencia de cambiar a Dios con la ciencia. Algunos científicos olvidan algunas veces que las conclusiones científicas están siempre sujetas a cambio.
El cristiano no debe tener temor a la ciencia, porque tanto las leyes de la naturaleza como las de la ciencia son de Dios y es por eso que lo que Dios ha creado, no puede representar ningún peligro a la fe que los cristianos tenemos depositada en Dios y las Escrituras.
La Biblia registra la naturaleza esférica de la tierra miles de años antes del viaje de Cristóbal Colón.
'¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó?. Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas, él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar' Isaías 40:21-22. Unos 300 años atrás, la ciencia descubrió que la vida física residía en la sangre humana.
La Biblia registra este mismo hecho miles de años antes. 'Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación …'. Levítico 17:11.
La Biblia no es un libro de ciencia, ni científico, es mucho más que eso; es la revelación de Dios al hombre, inspirado e importante.