Una interesante entrevista a los hermanos Yolanda y Francisco Huenchumilla Jaramillo, publicada en una revista de un diario capitalino, entrega antecedentes que muestran una situación diferente a cuanto ocurre hoy en algunos sectores de La Araucanía.
En su historia familiar destaca su condición de mestizos, o 'champurrias', algo muy común en quienes la actual ley considera indígenas.
El padre proviene de una comunidad que recibió título de merced a fines del siglo XIX, pero que se terminó a la muerte de su abuela, al vender sus tierras los descendientes, propietarios individuales por la ley de 1972, y que después se radicaron en otros lugares. Respecto a la madre, Blanca Jaramillo Rivera, indican que era descendiente de españoles, pero esto no es posible, pues los Jaramillo de Chile provienen de dos familias radicadas en Valdivia en el siglo XVIII, una originada en Ecuador y de la otra se ignora el origen del progenitor.
El abuelo, Juan Huenchumilla, habría participado en el alzamiento de 1881, donde ocurrieron hechos parecidos a los de ahora, pero no coinciden las fechas que ellos entregan. El padre, Francisco Huenchumilla Pichehueche, estudió en Angol y después ingresó a la Escuela de Infantería, jubilando como oficial del Ejército. Creía que los mapuches debían estudiar para progresar y salir adelante, orgullosos de su origen, pero no reivindicar las tierras. Y a sus hijos no les enseñó la lengua mapuche. Fueron formados en colegios del sistema educacional establecido por la Orden Capuchina y congregaciones religiosas en el Vicariato de La Araucanía. El intendente en Padre Las Casas y el Seminario Menor de San José de la Mariquina, su hermana en la Escuela Normal de Villarrica. Ambos coinciden que hace 40 años los mapuches vivían sin problemas con el resto de la población, tenían muchas carencias pero no existía el clima reivindicativo y revanchista de ahora. No estaban relegados en reservaciones, como en Estados Unidos o Canadá, pudiendo radicarse en todo el territorio, lo que permitió la integración por mestizaje.
Ambos hermanos tienen cuatro hectáreas de las antiguas tierras comunitarias, pero no viven en ellas.