Ú ltimamente, es bastante frecuente escuchar que 'la educación es un derecho', afirmación que comparto, pero que creo fundamental complementar. La educación es un derecho y también un deber.
El capítulo III de la Constitución, establece que los padres tienen el derecho preferente y el deber de educar a sus hijos, así como determina que es deber de la comunidad contribuir al desarrollo y perfeccionamiento de la educación. Conforme a lo anterior quiero invitar a reflexionar sobre la responsabilidad de mejorar la educación, que de acuerdo a lo establecido en la Ley general, corresponde al 'proceso de aprendizaje permanente que abarca las distintas etapas de la vida de las personas y que tiene como finalidad alcanzar su desarrollo espiritual, ético, moral, afectivo, intelectual, artístico y físico, mediante la transmisión y el cultivo de valores, conocimientos y destrezas'
Por lo tanto, si el derecho a la educación trae consigo el deber de contribuir y mejorar la misma, incluyendo en ello aspectos éticos, morales y afectivos que se desarrollan principalmente a partir de la transmisión de valores, que a su vez se desarrollan en el ejercicio diario, me inclino por creer que el principal responsable de la calidad (buena o mala) de la educación en nuestro país, es la comunidad en su conjunto, partiendo por la familia, el entorno directo, los medios de comunicación y por supuesto el sistema educacional, que puede hacerse cargo del proceso de educación formal, pero no de lo que representa la mayor parte de la influencia cultural: la educación Informal.
La educación informal es la que se recibe a lo largo de la vida y es entregada por el entorno inmediato al individuo, es lo que enseñan los padres, abuelos, amigos, medios de comunicación, entre otros. En consecuencia, es la forma de educación que más contribuye al desarrollo de conductas propias de un individuo, capaz de comportarse adecuadamente en el medio y gobernarse a sí mismo.
No creo que sea posible mejorar la educación significativamente, si no entendemos la importancia de la educación informal, si no asumimos la responsabilidad que tenemos como comunidad de hacer que nuestros niños y jóvenes crezcan formados por valores fundamentales e intransables como la empatía (respeto), el esfuerzo, el compromiso, la humildad y la felicidad. Sin este compromiso, desarrollado desde el seno de la familia, es imposible 'exigir' resultados a los educadores, quienes deben trabajar en ocasiones con estudiantes sin respeto, mal educados, que privilegian el mínimo esfuerzo y que además exigen mejorar la calidad de la educación.