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Tejueleros fabrican hasta 500 unidades al día en Manquemapu

tradición. Ubicados en la apartada localidad de la costa de Purranque, estos rudos hombres de 'montaña' mantienen vigente un oficio que se ha traspasado incluso a las nuevas generaciones.

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Alejados prácticamente del mundo y en un rincón de la costa que resulta poco conocido hasta para los mismos purranquinos, se encuentra Manquemapu, una tierra de tejueleros que conviven con los contrastes que ofrece la exuberante naturaleza del borde del Pacífico y la cercanía de la cordillera costera.

En invierno el clima es rudo y hay que enfrentarlo con abundante ropa de montaña. La persistente llovizna que cae en agosto lo moja todo lentamente y, a la larga, traspasa las capas de abrigo. A eso hay que sumarle el viento que se escurre entre los roqueríos y que producto de su ímpetu tiene literalmente mirando a arbustos y árboles de la zona con dirección al Este.

En estas condiciones realizan su trabajo en agosto los tejueleros de Manquemapu, una localidad ubicada en la comuna de Purranque situada a poco más de 90 kilómetros y a la que sólo se puede llegar en un vehículo doble tracción y con buena 'muñeca' para el volante, pues el camino requiere destreza para recorrerlo.

En la localidad no viven más de 60 familias que se dedican casi exclusivamente a la explotación del alerce muerto con planes de manejo, el que con gran trabajo recogen y trabajan durante todo el año en la espesura del bosque nativo de la Cordillera de la Costa.

Uno de ellos es Alfonso Queupán Antilef, quien confiesa tener 60 años, los cuales inmediatamente se delatan en lo ajada que se muestra la piel de su rostro y en lo oscura que ésta se encuentra a causa de las rudezas del clima y, sobre todo, del aire de mar.

Alfonso no un es un hombre muy expresivo, pero tiene mucho de qué hablar y así lo confirman las palabras de quienes lo indican como uno de los con mayor experiencia en la zona en el trabajo con el alerce.

Tejuelero de toda su vida, este hombre que vive solo en una cabaña que 'está allá arriba', como dice él, y que se encuentra en los faldeos cercanos a la caleta, pareciera no tener relación alguna con nadie más que con su oficio. Ello, porque revela no tener esposa o hijos, aunque sí una hermana.

El trabajo de la tejuela le ha consumido toda su vida y siempre ha estado vinculado a la madera y a la localidad de Manquemapu.

'Desde que tengo conocimiento he trabajado en la elaboración de tejuelas. Aprendí mirando cómo trabajaban los demás y desde ahí que no dejé de hacerlo', dice con toda tranquilidad ante el recuerdo.

Según Queupán, en Manquemapu casi todos se dedican a este oficio y el alerce es el material exclusivo para hacer tejuelas, 'las cuales se pueden usar para los techos de las casas o para cubrir cualquier parte de ella', señala mientras en cada rincón del pequeño caserío se encuentran los tingles (planchas de alerce) enfardados en números de 25, 50 y 100 unidades.

El alerce es un material más que conocido para los pobladores de esta caleta y pasa casi desapercibido en cada una de las edificaciones que hay en el lugar.

'En un día bien trabajado se pueden llegar a hacer de 200 a 500 tejuelas, pero todo depende de la calidad del palo con el que se esté trabajando. Si el palo es de buena calidad, se pueden hacer hasta mil tejuelas en un día', señala como hombre de experiencia que es en el oficio.

Para realizar su trabajo, Queupán debe adentrarse en los bosques de la cordillera, 'el trabajo se hace allí mismo y la manera de traer las tejuelas para Manquemapu sólo se puede hacer con caballos, que resisten un máximo de 100 tejuelas a cada costado. Ahora si la madera se encuentra húmeda, no se le puede cargar al animal más de 50 porque en ese estado pesan entre treinta y cuarenta kilos, sobre todo en invierno cuando los animales están más flacos y aguantan menos peso'.

Para trabajar, Alfonso debe adentrarse hasta tres horas en el monte y encontrar el lugar indicado.

'Uno realiza la tejuela en el mismo lugar. Voltea el palo, se corta y se hace todo allí mismo utilizando principalmente motosierra para cortar la madera y una 'macheta', que es una especie de cuchillo con el que se elabora el producto final', explica.

En cuanto a la producción, uno de los tejueleros más antiguos de Manquemapu asegura que con mil tejuelas hechas, 'se puede vivir uno o dos meses', pues para él equivalen a cerca de 180 mil pesos.

Y con cerca de cinco mil unidades se puede cubrir una casita pequeña, mientras asegura que a pesar de lo complicado que se vuelve seguir siendo tejuelero con la edad, seguirá en el oficio 'hasta que aguante el cuerpo'.

El futuro

Cuando se consulta acerca del tejuelero más joven de Manquemapu sale a relucir el nombre de Camilo Cumigual, quien apenas con dos decenios cumplidos es uno de los tejueleros con menos edad en la localidad, pero no por ello con menos experiencia.

Si bien no nació exactamente en Manquemapu, Camilo sí se crió en la caleta y luego de realizar ciertos estudios, decidió tomar el camino de quienes viven del alerce.

'¿Dónde podría uno estar mejor que aquí?', se pregunta a sí mismo, al tiempo que señala que es muy poco lo que queda para que comience el tiempo bueno 'y ahí es cuando se puede ganar buen dinero', señala feliz con las expectativas futuras.

Claro que no es fácil, pues señala que todo depende de varios factores para que esto ocurra y entre los que se encuentra la dedicación que se haga del trabajo, así como de la calidad de la madera con la que se puede trabajar.

'Si una persona se dedica poco tiempo a esto (tres días a la semana) y piensa en descansar, no le va a rendir mucho', asevera. Por lo mismo, lamenta que en época de lluvia sólo se pueda salir en promedio dos días a la semana.

Trabajar como tejuelero en la familia de Camilo es una tradición: 'desde que tenía cinco años acompañaba a mi papá y a mi abuelo a la cordillera, arreando caballos y ayudando en lo que podía. Y a medida que fui creciendo me iba volviendo mejor en el uso de las herramientas. Gracias a ellos soy tejuelero ahora', dice con orgullo.

La tejuela es usada masivamente en Manquemapu y no es difícil encontrarla almacenada en cada rincón de la localidad costera: al lado de la puerta de una casa, junto al río, en un bote o simplemente arrumadas en el suelo.

'Donde uno ponga una tejuela, se va a ver bien', dice Camilo, al tiempo que señala que hasta el momento en la comunidad no han pensado en trabajar con otra madera que no sea la del apreciado alerce. Ello, debido a que la duración de una tejuela en el sur puede superar fácilmente los 50 años.

'Claro que hay que estar conscientes que cuando estas piezas se encuentran en el techo de una casa, se vuelven menos durable. Hay que tener en cuenta que la lluvia caerá directamente encima de ellas y con el tiempo la tejuela se pondrá delgadita como un papel por la acción del viento', detalla Camilo Cumigual.

intermediario

Las dificultades de acceso que tiene Manquemapu hacen que sea casi imposible que los tejueleros puedan comercializar sus productos con los turistas, quienes son escasos en el lugar, aunque en el último tiempo se ha incrementado el número de visitantes.

Por lo mismo, la venta de este producto se hace vía un intermediario externo, el cual cada cierto tiempo viene a buscar el producto a la alejada caleta de la costa purranquina.

Derivado de esto, Camilo manifiesta su preocupación por lo que será el futuro del oficio que mantienen en esta alejada localidad costera.

'Cada vez hay que alejarse un poco más en la Cordillera de la Costa para encontrar el Alerce que se necesita. Como es madera muerta, hay que trabajar con lo que va quedando. Habrá que ver qué es lo que pasa en unos años más', reflexiona mientras ingresa a una reunión a la sede de la comunidad, donde el alerce es el material principal de la estructura.

'Cada vez hay que alejarse un poco más en la Cordillera de la Costa para encontrar el alerce que se necesita. Como es madera muerta, hay que trabajar con lo que va quedando'.

'En un día bien trabajado se pueden llegar a hacer de 200 a 500 tejuelas, pero todo depende de la calidad del palo con el que se esté trabajando'.

1.000 tejuelas

Caleta San Pedro es el poblado más cercano a Manquemapu y se encuentra a 8 kilómetros de distancia.

Alerce es la madera

Dos días